Me voy yendo de este pueblo hermoso que es Cachi, en nuestra provincia de Salta, ya por la ruta provincial 33. No pasaron muchos minutos y decidí detenerme. Estoy un poquito más abajo de la recta de Tin Tin, antesala del Parque Nacional Los Cardones y previo a una de las cuestas de montaña más lindas del Norte, la Cuesta del Obispo.
Miro atrás y veo todo ese cordón montañoso que hace tantos años vi por primera vez, y sólo siento satisfacción. Respiro profundo y río. Me cuesta creer que estuve recorriéndolo completo de Norte a Sur hace tan sólo unas horas. Era un sueño, es una realidad. Pero esto empezó hace muchos años, cuando vine por primera vez a este lugar.
Fue en 2010, en el marco de una expedición dentro de la etapa final de mi formación como Guía de Montaña. Recuerdo la cara del arriero mirándonos con incredulidad cuando decíamos que íbamos a recorrer todas sus cimas, era una justa cara. Nosotros éramos jóvenes ambiciosos y motivados, y todavía carecíamos del conocimiento consciente de lo que era este cordón, pero creo que ahí se empezó a gestar esta travesía que, con algunas modificaciones, finalmente hoy es un hecho. Y es que mi historia en el Nevado de Cachi tiene muchas historias, de cumbres y de intentos, de deseos y realidades, de experiencias y aprendizajes.
Para entender de qué hablamos, esta imagen puede ayudar.
La combinación de ambos cordones tiene una longitud aproximada de 50 kilómetros y una dirección más o menos Norte-Sur.
Los campamentos normales que se suelen utilizar para alcanzar la cumbre principal del Nevado de Cachi son:
Huaico Hondo 3300m
Piedra Grande 4170m
Isla de Piedra 4750m
Anfiteatro Kühn 5180m
Campo alto 5600m (hay quienes lo eligen)
Respecto del Nevado de Palermo, sus cumbres no han sido tan visitadas y aún no se podría hablar de rutas normales y campamentos usuales.
Cuando uno se propone conocer el Nevado de Cachi lo primero que va a hacer es leer el libro de Christian Vitry, reconocido montañista y antropólogo salteño. Creo que es lo más sensato que cualquiera de nosotros debiera hacer al momento de pensar en intentar alguna cumbre del Nevado.
En su libro, además de la historia de los ascensos al Nevado y la descripción de la mayoría de sus rutas, también encontramos una breve reseña de los intentos de travesías que se realizaron. Y hasta el momento de su edición (fines de 2008), la travesía que unía todas las cumbres de ambos cordones aparentemente no estaba realizada.
El único dato que encontré al respecto fue una expedición salteña en 2013 que la pudieron realizar accediendo al cordón de Palermo desde el Este.
Párrafo y mención aparte merece todo el aspecto cultural y arqueológico que atañe a este Nevado. Porque es impresionante y una experiencia en sí misma descubrirlo en el terreno. Pero para eso les recomiendo leer el libro u otras notas relacionadas. Aquí el énfasis estará en la cuestión deportiva.
En aquel 2010 hice mi primer contacto, fue con la cima del Pirámide, la cumbre más baja del cordón. Y también recibí mi primer apercibimiento del Nevado. El intento a la principal ni existió, sólo pudimos alcanzar los 5700m del filo Este del San Miguel de Palermo en un intento desesperado desde Isla de Piedra por llevarnos otra cumbre. Y tras 3 días de estar sometidos por un temporal de viento en ese campamento, recuperamos el porteo que teníamos en el anfiteatro Kuhn y huimos. Nos empezó a hacer entender su personalidad.
Un año después volví con Juani y pude coronar la cima principal, el Libertador General San Martín, transitando al subir también la Hoygaard. Y entendí que era un privilegiado.
En los siguientes años volvería varias veces a pisar sus sendas y también otras de sus cimas: la San Miguel de Palermo, la Pelicelli, la Hoyada y el Pilar Las Pailas. Estás 3 últimas, unidas en travesía en una jornada en una expedición en solitario; y después varias expediciones comerciales más que fueron incrementando mi cariño por este cordón montañoso.
Ya 4 o 5 años atrás, por el otoño de 2017, terminamos una expedición comercial con mi compa Uli y al día siguiente en un pegue desde el pueblo de Cachi arrimamos hasta el campamento del anfiteatro Khun, con intenciones de hacer la travesía completa del Cachi en estilo liviano. Fuimos sin carpa y muy ligeros. La idea era recorrer sus nueve cimas de Norte a Sur. Aquella incursión término ahí mismo donde llegamos ese día, pues tras dos días de esperar vivaqueando metidos en nuestros sacos de pluma lo único que pudimos hacer fue sobrevivir yendo hacia abajo. Fue una gran aventura, una gran experiencia, donde otra vez el Nevado me educaba… pero después de eso la apuesta fue mayor.
La travesía de las 9 cimas del Nevado de Cachi, si bien muy tentadora, empezamos a pensarla como “corta” en cuanto a desafío deportivo personal. Y aún no la habíamos hecho! Pero así funciona nuestra mente. Además ya se había repetido en varias oportunidades (no muchas, 3 o 4 veces registradas más alguna anónima seguramente), con lo cual había que reestructurarla.
Por otro lado, la travesía de las 4 cimas del Nevado de Palermo, aunque ya realizada, tenia otro gustito, ya que sus cimas tienen muy pocos ascensos y hay poca información al respecto. Y si bien ya rondaba en mi cabeza intentar unir ambos cordones en una misma travesía, definitivamente ahí fue cuando ya no había otra opción. Eran los 2 cordones con sus 13 cimas lo que había que hacer.
En cuanto a esto, ya se había intentado en alguna oportunidad, pero hasta donde pude confirmar, solo se completó íntegramente en 2013 por dos montañistas salteños, a los que les demandó 11 días realizarla. Pues el objetivo ya estaba claro, y el plan había que depurarlo.
Soy miembro y trabajo desde su fundación en la Escuela Argentina de Actividades de Montaña (EAAM), una institución formadora de Guías de Montaña que pone gran énfasis en la calidad de sus egresados. En esta línea, es que todos los otoños, realizamos una expedición formativa/evaluativa de guiada en altura justamente en el Nevado de Cachi, en la que participo en carácter de instructor.
Pensando en el objetivo, esto me permite lograr una buena aclimatación previa. Y además, ventaja competitiva si las hay, ver de alguna manera las condiciones con las que voy a encontrar los cordones. Esto es clave para definir varios detalles de la planificación.
En 2021, bajado al término de otra expedición al Nevado de Cachi con la Escuela, la idea era reabastecernos y llegarnos hasta la parte Norte del cordón de Palermo para intentar la travesía. En el invierno de 2019 junto con Agus habíamos recorrido un camino minero que nos acercó bastante al cordón por el lado del poniente. En esa oportunidad alcanzamos la cima del Ciénaga Grande, que es la primera entrando desde el Norte. Y pude ver ambos cordones desde otra perspectiva. La principal del Cachi, el Libertador, se veía enorme y lejísimo! Lo más importante de esa incursión fue que el punto de inicio estaba claro. Sería desde ahí.
Ese 2021, por diversas razones, se frustró, apenas antes de empezar, el intento. Pero la consecuencia, otra vez lejos de desanimarme, fue que deseaba aun más realizarlo. Cual niño.
Organizar y realizar cualquier expedición en altura, requiere de innumerables factores mancomunados, además de los inherentes a la montaña en si.
Tratando de simplicar esto, tomó fuerzas la idea de hacerlo en solitario. Aunque la puerta a realizarla en compañía estuvo abierta hasta último momento. Además de ser más seguro y compartir tanto la carga de equipo común como las decisiones, no hay nada más lindo que compartir este tipo de desafíos con un amigo/hermano de la montaña!
Pero pensando que la travesía debía hacerla, la idea de intentarla en solitario había que asimilarla lo antes posible, por las dudas. Y esto es así porque la planificación es distinta y la preparación mental mucho más aún.
Llegó 2022, mediados de Abril, y tras otra expedición de varios días con los alumnos de la Escuela, era el momento. Como la expe fue exitosa en todos sus aspectos, y alcanzamos la cumbre principal, desde allí pude tener una visión casi total del itinerario y las condiciones.
Tomada la decisión y convencido de lo que quería, intentaría la travesía integral. Lo único que faltaba ajustar era el plan diario, que si bien estada diagramado, había que cruzarlo con el pronóstico del tiempo más inmediato que era la última variable a considerar.
Aunque esta época estadísticamente es muy buena, que pasó? El pronóstico no era el mejor. Teniamos días soleados y despejados, pero fuertes vientos intercalados. Ya nos dejó saberlo en la expedición previa, donde un día no tuvimos más alternativa que bajar 200 metros nuestro campamento de altura en el anfiteatro Khun a un sitio improvisado pero algo más reparado. La noche previa la pasamos en insomnio sosteniendo nuestras carpas desde adentro. Es lo que puede pasar en estas cotas, es lo que sabemos que puede suceder, es lo que nos gusta.
Y el tiempo seguiría igual para mi travesía. Días despejados pero con grandes intervalos (días completos) de potentes vientos. Por esta razón tuve que retrasar mi partida, para ajustar mejor esos primeros días, considerando que estaban pronosticados vientos de entre 80 y 105 km/h. Y con las cartas echadas, considero ha sido una decisión correcta en cuanto a la planificación.
Y es en la planificación donde quisiera hacer hincapié, porque considero que es la clave de la mayoría de los éxitos que tiene la gente cuando va a estas zonas montañosas. La improvisación sólo es un recurso que puede ayudarnos a acomodar algún imprevisto, algún cambio de plan pero no puede ser nunca el plan original. La planificación original siempre depende de un estudio meticuloso y cuidadoso de la mayor cantidad de variables que uno pueda tener en cuenta, considerando tanto las externas como las relacionadas con nosotros mismos. Hay que estar muy en el detalle.
Por primera vez tuve realmente en cuenta el peso de la comida. No lo había hecho nunca, porque en otros proyectos jamás había considerado que fuera necesario, o que fuera a marcar la diferencia, pero en esta ocasión tal vez la clave era poder caminar liviano, sobre todos los primeros días, para poder avanzar y dejar atrás metros en este macizo.
Además, iba solo, y esto implicaba cargar todo uno mismo, sin poder compartir carpa, elementos de cocina, botiquín y otras cosas comunes.
El tema comida lo resolví combinando alimentos “bien”, con varios liofilizados y un termoestabilizado. El botiquín lo reduje al máximo, dejando muchas cosas fuera. En todo caso, tendría que bajar antes. Bajar antes implicaba tener planes alternativos, de escape, como se debe. Llevé una carpa liviana, para montarla si conseguía un lugar apropiado, cosa que no era segura y sabiendo que los vivac podían ser la única opción.
El tema indumentaria fue rápidamente resuelto. Tengo la suerte de estar acompañado hace ya varios años por Garmont Outdoorgear y haber realizado montón de expediciones. Confiar tanto en la prestación de mis prendas hizo sencilla la elección.
La hidratación era otro tema logístico relevante. Había nieve en casi todo el cordón, pero por encima de la cota de 5600m aprox. Así que eso ya determinaba la altura mínima donde podría dormir.
Al momento de pensar los lugares que mayor incertidumbre me causaban, uno era la conexión entre los cordones, entre las cumbres principales de ambos, que se veía muy muy larga. Y no es para menos: son unos 15km, partiendo desde los casi 6200m de altura de la cumbre Palermo hasta los 6350m del Libertador, bajando, si se puede utilizar ese término, hasta los algo más de 5500m que tiene el filo en su punto más bajo.
Además había leído los relatos de Christian, en uno de los cuales hasta mencionaba que habian hecho dos campamentos entre ambas, él y Darío Bracali, dos montañistas de los fuertes, con lo cual me generaba la duda de si era posible recorrerlo tal vez en un solo día.
Qué otra cosa no puede faltar para embarcarse en un proyecto así? Motivación personal, disciplina y mucha fuerza de voluntad. Si falta alguno de estos ingredientes, la receta está incompleta. Tal vez no es tu momento aún.
Ir a la montaña de manera autónoma y en solitario requiere algunas aclaraciones. No es lo que se recomienda, no es lo que se propicia que se haga y menos cuando uno todavía está en un proceso de formación como montañista (aunque siempre estamos en proceso de formación no?). No obstante esto, la experiencia empieza darte algunos permisos. Porque vas sabiendo que dependes de tu capacidad, no de la suerte.
Ahora, por más experiencia que uno tenga, estando solo, una simple pero fuerte torcedura de tobillo es un gran problema, y eso es una de las grandes razones por la que no está recomendado moverse solo en la montaña.
De todas formas, no puedo decir que no lo he hecho en varias ocasiones, y muchas veces es necesario también aprovechar esta situación. Porque quieras o no estás con vos, y sos responsable absoluto de lo que suceda. Y en ese orden de cosas, debes ser vos quien pone los puntos: entonces se dan situaciones extrañas, como al momento de cometer un simple trastabille, que es como un tirón de oreja donde te decís o gritas “no tenés margen pelotxxxxx”, porque es cierto, no tenés margen para que te suceda eso. Un trastabillado es un aviso, algo un poco más fuerte puede terminar en una lesión, entonces ahí uno enseguida debe recuperar la compostura, tal vez bajar la velocidad, o parar a descansar, o lo que sea que haya que hacer para evitarse un problema. Es lo más lógico cuando uno se mueve solo. Tampoco va a haber nadie preguntando si te hidratas bien, o que active la cena cuando estés cansadito de caminar todo el día o que te diga temprano a la mañana “levantate y empezá a caminar porque levitando en la bolsa de pluma no vas a llegar”.
El desafío estaba planteado: recorrer el cordón completo de Norte a Sur pasando por todas y cada uno de sus cumbres en la menor cantidad de tiempo posible. Y esto no por una cuestión de velocidad o récord sino por una cuestión de seguridad. Cuanto más tiempo estamos en estas alturas, en estos ambientes, más expuestos estamos a sufrir algún tipo de injuria. Y además, por gusto personal, es cierto.
Entonces parte importante de la planificación pasaba por pensar en moverse ligero y en con ese leit motiv se pensó la expedición.
La travesía completa demandó cuatro días y medio. Se inició el Miércoles 20 de Abril de 2022 a 5000m de altura y finalizó el domingo 24 por la tarde en el puesto de la familia Liquín, a 3000m. En el transcurso de esos días se recorrieron las cuatro cumbres del cordón de Palermo y las nueve del Nevado de Cachi. Se realizó en solitario, y no existían registros de esto.
El primer día alcancé las cumbres del Ciénaga Grande (6065m) y del Cerro Guanacos (6023m) y pude encontrar un buen lugar donde pasar la noche en el collado que une el Guanacos con el Morro del Quemado.
Al día siguiente por la mañana ascendí el Morro del Quemado (6010m) y ya bien pasado el mediodía la cumbre principal del Nevado de Palermo, de 6175m. Bajando empecé a recorrer el largo filo que une ambos cordones, y como a 5700 m pude ubicar un lugar donde colocar la carpa.
Lo más importante de estos primeros días fue que haya podido avanzar, ya que el viento era el factor dominante. Obviamente me vi danzando varias veces buscando equilibrarme antes de ver el piso de cerca. Eran mis casi 80kg de humanidad más 20kg de mochila sacudidos y embestidos sin casi poder oponerle resistencia al “jefe”.
Según el pronóstico del tiempo para los próximos días venía una mejora sensible marcada por la disminución del viento.
El tercer día implicaba alcanzar la máxima altura de la travesía y a la vez sería el comienzo del fin, noooo, sería el comienzo del descenso.
No dejó de ser un día bien duro, ya que remontar cargado ese filo hasta los 6356m del Libertador requería esfuerzo, pero ya estaría en un sitio que conocía, en el que había estado en varias ocasiones, con lo cual, digamos, la sensación era mucho más familiar. Desde aquí podía mirar atrás y ver todo el cordón del Palermo, pero lo volvía a mirar con otros ojos, porque ya había comulgado con cada una de sus cumbres.
Continué y tras pasar la cumbre Hoygaard empecé a bajar por sus faldas mirando donde podía colocar la carpa, en un lugar que sirviera de conexión sin perder tanta altura para el día siguiente. Finalmente a 5800m de altura pude montarla justo al lado de un nevero donde conseguiría hielo para derretir. Esta noche fue realmente confortable en todo sentido: el viento ya era muy tolerable y también en cuanto a las necesidades satisfechas de comer e hidratar, pero sobretodo por la tranquilidad mental. Decir “ya está” puede sonar displicente, pero uno con los años empieza a identificar esos momentos donde, si bien falta y puede que ocurra algo excepcional, el curso normal de las cosas terminará en lo que uno planificó, como uno quiere. La sensación de que en tal vez uno o dos días más la travesía estaría terminada era un poderoso relajante.
Todas las cumbres que venían el próximo día ya las había recorrido. Mentalmente cada día que transcurría iba bajando las ansiedades pues se empezaban a hacer certeras las dudas que tal vez rondaban alrededor de mi cabeza.
Un punto relevante fuera de la progresión del día a día, era el tema de la hidratación. Respecto a esto todas las tarde noche me tomaba muchas horas para derretir nieve o hielo y poder recuperar la hidratación necesaria. Y al día siguiente no arrancaba sin antes terminar un termo de mate. No obstante esto, cada día prácticamente no orinaba durante la jornada. Llamativo, aunque entendible. Exponer al cuerpo a rendir fuerte en estos lugares, tiene un alto costo.
El cuarto día, la logística era distinta. Desperté bien temprano, desayuné y aún sin sol arranqué hacia el San Miguel de Palermo. Sin carga esta vez. Al regreso, levantaría el campamento. Y fueron 35 minutos, de caminar prácticamente sin peso, como normalmente vamos a las cumbres. Y ahí caes, por supuesto. Los últimos 3 días había estado pisando 6 cumbres de más de 6 mil metros y a todas fui con todo encima. Por eso no volaba! Llegué justo para el amanecer, a eso de las 7:45am. Me quedé un buen rato en cumbre, era un momento hermoso. Y tomé consciencia de algo que venía sintiendo, deseaba mucho estar donde estaba.
Como sea, el día iba a ser largo. Descendí, desmonté el campamento y otra vez para arriba, con todo, buscando primero, con la Meléndez entre las cejas, superar ese segundo anfiteatro que acaba sobre la cota de los 5900m y luego alcanzar la conexión del filo que viene desde el Pilar Las Pailas. Ahí, otra vez dejé la carga y fui hasta esta cumbre. Lo loco era que en estos casi 2km de distancia había más desnivel negativo que positivo para llegar hasta el Pilar.
En fin, ese día alcanzaría luego la cumbre Meléndez y tras circunvalar el filo llegaría a la Pelicelli. Linda cosecha.
Mientras tanto, el viento volvió a hacerse presente. Descartada la opción de carpa, y considerando la línea nívea, encontré un lugar donde vivaquear y pasar la última noche, a 5700m, justo en la intersección de la continuación del filo hacia la Di Pasquo y el filo que baja hacia la laguna ubicada en el anfiteatro de La Hoyada.
Desde el vivac se veían las luces de los pueblos en las cotas bajas de los Valles Calchaquíes. Era la última noche y costó dormirse. Mañana se terminaba, mañana este sueño dejaba de serlo.
Al día siguiente emprendí lo que faltaba: ascendí al Di Pasquo (5544m), al Peñón Blanco (5478m) y al Pirámide (5315m) y allí emprendí el definitivo descenso y regreso a casa.
A modo anecdótico, vale mencionar que estas 3 cumbres son diferentes de todo el resto del cordón. Y a la distancia uno lo ve: son las 3 cumbres claritas de más al Sur. In situ uno lo confirma, su composición, y transitarlas, es diferente. Son grandes bloques graníticos que conforman un filo inestable e incómodo.
Esta última jornada, por fin volví a sentir calor en mi cuerpo. Y me saqué prendas, cosa que no había podido hacer antes.
Para bajar hasta Liquín, en vez de bajar por la ruta de ascenso normal del Pirámide, tracé una directísima. No sé si fue la mejor opción, pero me permitió transitar una quebrada que desconocía, con mayor pendiente y afloramientos rocosos petisos, y en la que en su parte baja se forma otro “Huaico Hondo” con piletones de agua y verdes pastos.
Tendría para nombrar a muchas personas y amigos con los que recorrí estas cumbres, y sin embargo está travesía salió en solitario. Pero todos estuvieron presentes.
Tanto para empezar como para finalizar conté con apoyo logístico y humano de grandes y buenos amigos, que me facilitaron un tema bien delicado en las travesías: Gabi fue con quien llegamos hasta el lugar de inicio y me aguantó en la previa, y Gus, quien me esperaba en el puesto para arrimarme al pueblo de Cachi y compartir un gran asado. Gracias!!!
Lo que queda es Nada! O todo, pero ya es pasado, y estoy en paz. Y es que resulta extraña la sensación. Porque ya estoy pensando en lo próximo, la mente ya está mirando lo que viene. Porque con cada proyecto realizado, con cada montaña ascendida, con cada experiencia vivida, crecemos.
Y ahora estoy aquí, yéndome de Cachi, y al mirar atrás siento satisfacción, y una especie de confirmación personal, y sé que cada vez que llegue o me vaya de aquí, veré ese cordón y sonreiré.
Y tengo un profundo agradecimiento a la montaña, al Nevado, por todo lo aprendido. Porque con cada incursión que hacemos ajustamos más nuestra capacidad de saber hasta donde forzar las cosas, y mejoramos también la forma de lidiar con nuestos conflictos internos.
Y es extraña decía, porque una vez que terminas un proyecto, vas tras otro. Y entonces resulta que estás en una especie de puente en el que no hay tiempo de mirar atrás. Y está bien, porque supongo ya más adelante tendremos tiempo de sentarnos a recordar viejas andanzas. Ahora es tiempo de mover.
Un agradecimiento especial a la firma Garmont que me facilitó la totalidad de la indumentaria que utilicé.
DATOS DUROS
1: Miércoles 20/04/22
Cumbres: Ciénaga Grande 6065m y Guanacos 6023m
Noche: vivac 5670m
Actividad: 9hs, 1300m up, 10km
2:
Cumbres: Morro del Quemado 6010m y Palermo 6175m
Noche: carpa a 5600m
Actividad: 9hs, 850m up, 10km
3:
Cumbres: Libertador San Martín 6356m y Hoygaard 6200m
Noche: carpa a 5800m
Actividad: 9hs 30’, 1300m up, 13km
4:
Cumbres: San Miguel de Palermo 5969m, Pilar Las Pailas 5750m, Hoyada 6000m y Pellicelli 5860m
Noche: vivac a 5720m
Actividad: 10hs, 800m up, 14km
5:
Cumbres: Di Pasquo 5545m, Peñón Blanco 5478m y Pirámide 5315m
Noche: Cachi
Actividad: 9hs, 100m up, 16km
El autor es :
• Guía de Montaña en Altitud AAGM-UIMLA
• Guía de Trekking en Cordillera
• Instructor y Docente en Escuela formadora de Guías de Montaña EAAM
• Instructor de Socorrismo en Zonas Agrestes (Wilderness First Responder) AIDER-ECSI
• Guía del circuito Andes Top Ten
Instagram: @vikingo_mountain_guide
Mail: info@culturademontania.org.ar
WhatsApp: +54 11 3060-2226
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