Una vez, en la Escuela de Guías de Mendoza, escuché sobre una montaña detrás de la zona de Vallecitos. Con el paso del tiempo pude acercarme a ver un poco de ella cuando formé parte de una expedición al Cerro Plata (5.968metros de altura). Fue entonces que pude verde cerca Los Mogotes, con el Glaciar Victoria como si los abrazara, vi sus laderas pronunciadas y esa cumbre lejana llamándome.
El nevado Excélsior, de aproximadamente 5.773metros de altura, Excélsior es la anglicanización de la voz romana excelsus, que significa excelso o el más alto.
Como bien dice su nombre, es el más alto de un grupo de tres cerros, llamados Los Tres Mogotes, que se encuentran en la cabecera de la quebrada de La Jaula. Mogote corresponde a una voz prerromana (probablemente vasca) que significa montículo de piedras o simplemente montículo.
La Jaula limita por el Este con la parte más conocida del Cordón del Plata (que incluye los cerros Plata, Vallecitos y Rincón) y por el Oeste con el Cordón del Peine, también llamado Cordón de La Jaula.
Al oeste de estos cordones se encuentra el cordón de Los Enanos Blancos.
Los Tres Mogotes constituyen un macizo que une, hacia el Sur, los cordones del Plata, Peine y Enanos Blancos.
Estos cordones de montañas, que se encuentran escondidos de los ojos de los andinistas que suben a las cumbres del Cordón del Plata, tienen abundante glaciación. De estos glaciares se forma el río que recorre la quebrada de La Jaula, el río Blanco II (o río de La Jaula), tributario del río Mendoza.
Pasaron algo así de dos años y realizamos una expedición hacia la quebrada de La Jaula con Juan Martin Campos o “cacho” (como le puso su abuelo), el otro integrante fue Agustín Castiñeira de Dios, quien luego sería el impulsor principal del regreso a dicho lugar.
En esa expedición reconocimos el lugar, cruzamos desde Vallecitos por el col Plata-Vallecitos a 5.000 metros de altura y nos descolgamos por un acarreo que parecía un portal hacia La Jaula.
En esa bajada infinita de 2.000 metros, alcanzamos a ver el fondo del valle y nos imaginamos poder recorrerlo. La expedición duró unos días más hasta que salimos y volvimos a la ciudad, cansados, sucios, con algunos kilos menos, pero con un nuevo objetivo, por lo menos para mí.
Al tiempo Agustín armó un grupo de hermosos personajes de la montaña, algunos amigos que ya conocía, otros por conocer, que luego serían como hermanos. Había que volver a La Jaula y pensé que esta era la oportunidad de ir al Excelsior.
Hablé con “Cacho” y él me dijo, “yo estoy”. Esas palabras me sirvieron para darme más y más motivación.
Nos adentramos a esta aventura sin saber cómo cambiaríamos en ella, viviendo en una zona poco relevada, de difícil acceso, y subiendo a una montaña con tan pocas ascensiones, había que realizar un plan infalible y que el clima nos acompañe por supuesto.
Fuimos un grupo de 13 personas movidas por un objetivo en común que no era el ascenso de la montaña.
A ese objetivo lo conservamos solamente yo (Alejandro Morán) y mi amigo, Juan Martín Campos,(Cacho).
Si bien todos sabían que queríamos ir, nadie más se unió a nuestra campaña. De los 13 integrantes, 6 cruzamos hacia La Jaula con mochilas que pesaban entre 30,35 y 42 kilos, pesados por una balanza. Llegar a nuestro campamento base en La Jaula a 3.200 metros de altura, nos tomó dos noches y tres días.
Realizamos campamento en la zona de Veguitas a 3.200m, el siguiente fue en el Salto a 4.100 metros de altura y al siguiente día teníamos que cruzar a La jaula. Una tarea un tanto difícil por la cantidad de peso en las mochilas, el paso elegido para cruzar estaba a 5.000 metros de altura, comenzamos a caminar alrededor de las 10:00 am. de ese día, entre paradas y demás logramos llegar a La jaula a eso de las 17:00 horas.
La zona de acampe es inmejorable, el agua corre muy abundante, las veguitas te ofrecen agua muy pura y encuentras leña regada por el suelo. La idea siempre fue quedarnos varios días por la quebrada así que tuvimos tiempo de recuperarnos, reconocer el lugar, relajarnos por la rivera del río, observar la infinidad de estrellas y algún guanaco que paseaba durante el día.
La noche previa a nuestra partida realizamos un buen guiso de porotos, lentejas, etc, hablamos sobre que podíamos encontrarnos en el camino, nos ilusionaba la idea de coronar semejante montaña y a la vez pensar que no tenía que pasarnos nada porque el acceso a la zona no era nada fácil, aun así pudimos dormir muy bien y por suerte las risas entre amigos diluyen esas dudas.
La mañana del 29 de marzo del 2022 comenzó, el sol salió a calentar nuestras carpas y con ello comenzaron los mates, mientras comíamos chapatis (una masa fina tipo panqueque) con miel y armamos las mochilas.
Sentí que ese día los rayos del sol brillaban de otra manera, como si nos regalase una sonrisa, buen augurio, supongo.
Los abrazos y gritos de despedida eran fuertes y salvajes, nos pusimos las mochilas, las cinchas y comenzamos a recorrer la quebrada río arriba. Recuerdo mirar a Cacho y reírnos, nadie más se unió al ascenso, ya que previo a eso había que tener en cuenta que necesitábamos equipo de hielo y nadie más que nosotros quiso portar todo eso desde el primer día.
Gracias a que Cacho y yo fuimos porters en Aconcagua durante mucho tiempo, estábamos acostumbrados a cargar grandes cantidades de peso. Así que dejamos el campamento con pequeñas mochilas, grandes ilusiones y a los amigos esperando nuestro regreso.
El camino no era muy difícil pero con cruces de río que ponían a prueba el vértigo y la agilidad, sabíamos que ese día teníamos que llegar a la base del Glaciar a 8 km. del campamento a 4.800 metros de altura y faltando además 2 km más hacia la cumbre y luego analizar el regreso.
La tarea parecía sencilla, la intriga que nos rondaba era saber por dónde íbamos a cruzar el glaciar y qué podíamos encontrar como dificultad técnica ( por eso llevávamos algo de equipo técnico que nos permitiría resolver los problemas que pudiéramos encontrar).
Fue así que con una mochila con no más de 12kg llegamos al campamento pensado (muy cerca del Glaciar).
En frente, a unos 15 metros, se alzaba la pared de unos 25 metros de hielo. Allí a 4.800 metros de altura, en modo Vivac y con una sola bolsa de dormir nos dispusimos a pasar la noche.
Lamentamos mucho llevar solo una bolsa de dormir, nos pusimos todo el abrigo y aun así se sentía el frío, nos ponemos la botella con agua caliente entre las piernas y dormíamos un poco, cuando se enfriaba había que volver a calentarla y así, mientras escuchábamos caer pedazos de hielo y cómo crujía esa inmensa masa de hielo frente a nosotros.
La mañana llegó y posponemos la salida, ya que no habíamos dormido bien, en cuanto sentimos el sol nos volvimos a dormir un rato más, así fue que alrededor de las 11:00 am comenzó el ataque a cumbre por la cara sureste del Mogote Central o Excelsior.
Caminamos 5 minutos y estábamos poniéndonos los crampones mientras observábamos el laberinto de hielo que debíamos cruzar para así poder llegar al filo sureste.
Nos colocamos los arneses, piolet en mano, material dispuesto a lo que pudiera venir, por suerte no debimos encordarnos y el tránsito por pequeños boulders de hielo fue fácil, nos tomó algo asi de 30 minutos cruzar. Una vez del otro lado, el imponente filo cumbrero se elevaba, con sus grandes acarreos que prometían llevarnos a “buen puerto”.
Así que sin dudas ni vacilaciones comenzamos a subir, nos encontramos con dos grandes pencas de roca, algo rotas, dificultando el avance. Varias veces subimos y bajamos evitando la caída de rocas, cuando encontramos un buen sitio, descansamos y nos comunicamos con el campamento. Los chicos atentos en la radio no tardaron en contestar, la emoción nos inundaba porque sabíamos que estábamos cerca, ellos desde el campamento nos preguntaban si íbamos a ir ese mismo día hasta allá, a lo cual aún no teníamos respuesta, quedamos en avisarles que hacíamos.
Continuamos el ascenso, el viento se hizo sentir, ya por arriba de los 5.600 metros de altura, la cumbre era evidente.
Con todo el abrigo puesto seguimos y seguimos hasta que… el día 30 de marzo del 2022 cumbre! Cumbre! Cumbre!!!! El tan esperado abrazo, llenos de felicidad y regocijo, el paisaje era inmejorable, todo lo que habíamos hablado días previos, los sueños de hollar esa cumbre legendaria, todo en un solo momento.
Encontramos los testimonios de las expediciones previas y de repente vemos una que 3 días antes habían logrado llegar a la cumbre desde el oeste, increíble, pensamos. Imagínate que nos hubiésemos encontrado en esta cumbre con otras personas, re insólito, le dije a Cacho.
Pensar en ese momento tan único, ahora mientras escribo estos párrafos, me transporta de alguna manera a esos sentires y me sonrió. No estuvimos más de 15 minutos, porque de verdad se ponía frío.
Realizamos el ritual fotográfico cumbrero, tomamos algo de té, nos despedimos de la cumbre y comenzamos el descenso. Recorriendo ese filo la vista era impresionante, ver la cara oeste del Plata y Vallecitos, el Cordón del Peine con sus grandes agujas, la inmensidad del Glaciar Victoria, espero jamás olvidarme de aquello.
Después del descenso por el filo y otra vez cruzando la lengua glaciaria, nos damos cuenta que es temprano, es alrededor de las 16:00 pm, pensamos en que podíamos llegar al campamento ese mismo día, así que nos apuramos y por ello, nos perdimos un rato entre el hielo (varias veces tuvimos que volver hasta que logramos salir por la ruta a nuestro vivac).
Guardamos todo muy rápido y continuamos, casi sin parar ni a tomar agua, llegamos al principio de la morena, nos quedaban como 4 horas más al campamento, eran las 19 horas y supusimos que nos quedábamos a dormir allí.
Dimos ese comunicado al campamento y nos relajamos, calentamos unos mates, comimos casi todo lo que nos quedaba, que no era mucho por cierto, seguíamos hablando de la cumbre y lo vivido esos días.
Después de una hora y media de descanso, Cacho me pregunta, ¿estás manija como para seguir?, porque si vos estas yo estoy, me dice. A pocas palabras, buen entendedor. Guardamos todo, nos motivamos y a seguir, los pies ya dolían o ardían, la mochila se ponía incomoda pero aun así, seguíamos. Creo que los años de Porter en el cerro Aconcagua para Cacho y para mí, nos ayudaron a enfrentar semejantes días de carga, ya que en dos días recorrimos 2.400 metros de desnivel positivo y el regreso del campamento de La Jaula.
Dimos aviso a nuestros amigos que seguíamos camino, hicimos un cálculo rápido y pensamos en llegar a eso de las 12:00 o 12:30 horas. Luego nos dimos cuenta que no iba ser así. Con el paso de las horas y la poca comida, la motivación decaía, el aliento entre nosotros era lo más importante, no recordábamos que el camino era tan largo.
Así fuimos superando las dificultades con cansancio, hasta que al fin vimos el último tramo del recorrido hacia el campamento, hacia los amigos, hacia la comida.
Estábamos muy cerca ya, empezamos a silbar, a gritar, un silbido amigo a lo lejos se escucha, emocionados nos apuramos hasta llegar al abrazo con los amigos, ya eran más de la 01:30am, nos habían dejado una olla llena de comida caliente, recuerdo sacarme las botas y empezar a comer, fue la mejor comida del mundo.
Tomamos té, hablamos muy poquito y nos fuimos a dormir. El siguiente día fue sin horario para todo, la charla con amigos al lado del río, contando el ascenso y pensando que al otro día ya abandonaríamos el lugar, era una mezcla tremenda de sentimientos y ganas de una ducha caliente.
Así fue que al siguiente día comenzamos a bajar por la quebrada. Nos tomó dos días y una noche llegar a la ruta, caminamos muchísimo hasta que logramos regresar a nuestros hogares.
Subirme al colectivo y relajarme mientras observo por la ventana el camino, me dice que es el final de esa gran aventura…pero le da comienzo a otra.
Agradezco infinitamente a los amigos que sin ellos nada de esto sería posible, a la montaña por permitirnos recorrerla y devolverlos sanos y salvos, siento que relatar esta expedición puede impulsar a otros a visitar estas montañas no muy frecuentadas en plena cordillera. Que la montaña siempre nos cuide.
Mail: info@culturademontania.org.ar
WhatsApp: +54 11 3060-2226
Instagram: @ccam_arg
www.facebook.com/ccamontania
Contáctate y comenzá
la aventura de integrarte
a la red cultural