Integrantes: Enrique Oscar Abeyá Gilardon, Sergio Diez Gomez, Daniel Robaldo, Mario Jáuregui y Enrique Pantaleon.
Ruta: Cara Oeste desde el Luracatao.
Ubicación: 24º55´51,26” S y 66º23´21,40” O (Google Eart)
Allá por el año 1975 un grupo de amantes de la montaña realizamos una expedición, la cual no pasaría de la dicha de haberla realizado y haber vivido unos días en plena naturaleza. Algunos “montañeros” a través del tiempo levantaron mas revuelo que la nieve y el viento vivido en la montaña.
Dejé pasar la borrasca parlanchina todos estos años, dejándola correr como el viento. A hora que la calma parece haber llegado y pensando en Ernesto Sabato, que dijo:
“La vida es tan corta y el oficio de vivir tan difícil, que cuando uno empieza a aprenderlo, ya hay que morirse.”
Antes que llegue la muerte y como estamos en pleno oficio de vivir, con los años aprendimos este oficio. Va este relato de dicho viaje como un homenaje a Mario Jáuregui, mentor y motor del mismo. Espero que donde se encuentre se mate de risa de la cátedra. A vos Mario que la vida te fue tan corta.
El objetivo era subir el nevado de Palermo por una ruta que no nos fuera tan difícil como nos parecía entrando por la finca de Palermo que se presentaba largo y complicado por la cantidad de cortes y quebradas. No teníamos referencia que alguien hubiese andado por allí, por eso se decidió entrar por la finca del Luracatao.
El grupo se formó con miembros del Club amigos de la Montaña de Salta. Enrique Oscar Abeyá Gilardon era del Centro Andino Buenos Aires (CABA) Sergio Diez Gomez (Teto) no tenia gran experiencia en el oficio de escalar montañas, pero se le animaba al cerro. Daniel Robaldo, Mario Jáuregui y Enrique Pantaleón nos conocíamos de antes y formábamos un lindo equipo de montaña.
Para mayor comprensión del relato lo desarrollare como diario.
Entre comillas y letra cursiva están las apreciaciones del cuaderno de notas de Enrique Abeyá, y el resto es de mi autoría.
Día 11 de Enero de 1975:
“Llegada a Salta, primera reunión con Pantaleon. Arreglo de detalles. Ida a Campo Quijano. Subida a los morros de Cerrillos. Mario Jáuregui resuelve no ir.”
Llega a Salta Enrique Abeyá de Buenos Aires, medico pediatra, amigo de Mario Jáuregui, con grandes expectativas de conocer nuestras montañas.
Para estirar las piernas mientras ultimábamos detalles del viaje nos fuimos a caminar por los cerros de Cerrillos, donde vivía Mario (Ingeniero Agrónomo del INTA). Fue allí donde Mario, todo compungido, nos confeso que no seria de la partida, inesperadamente llegaba su novia (Yoya) de Mendoza. Después del chubasco, entendimos su postura. Habían otras montañas esperándonos; en casa de Mario nos abocamos a estudiar el plan ya que Mario era el que nos había embarcado en este viaje y como éramos de fácil convicción en el tema de ir a la montaña, estábamos hasta los tuétanos.
Día 12 de Enero:
“A las 5 hs. salida, pasamos por Cerrillos en un Land Rover del NOA. Llevamos toda la carga, bandera afuera, parada en la cuesta del Obispo. A las 15 hs. arribamos al casco de la finca del Luracatao. Nos alojamos en la escuela. Entrevista con D´ont. Arreglamos mulas para primera hora.”
El encargado de la finca Sr. D´ont se sorprendió al vernos, no creyó cuando en salta le dijimos que iríamos. Fue ardua la tratativa por el alquiler de las mulas, no quería alquilárnoslas y tampoco nos permitía estar en la finca. Por eso fuimos a la escuela que es un edificio del estado.
Día 13 de Enero:
“Panta y yo partimos primero para turnarnos las mulas. Le sacamos dos horas y media, el baquiano Juan José y sus cinco mulas. A las 19 hs. al fondo de la quebrada de Rió Blanco a 4090 metros llueve. Se ve el Cachi, el baquiano se equivocó de quebrada para el Palermo no sirve. Juan José se queda, armamos las dos carpas grandes Teto (Diez Gómez) tiene vómitos. “
De la sala de la finca “El Luracatao” siguiendo la quebrada pasamos por Cóndor Huasi siguiendo una senda (en esa época no había camino a la escuela de alumbre).
Turnándonos con las dos mulas para ir montados las otras tres llevaban el equipaje, cruzamos un lugar cenagoso donde pastaban las llamas del último rancho de la quebrada y entramos por la quebrada de Rió Blanco.
Las alturas no coinciden, en esa época al nevado de Cachi se le daba una altura de 6720 metros y no la actual de 6380 metros. La confusión del Cachi con el Palermo fue que todos los cerros estaban nevados y el guía confundió un contrafuerte como el nevado, entrando por la quebrada del rió blanco que lleva al propio nevado de Cachi. El nevado de Palermo esta más adelante, siendo este el motivo del cambio de objetivo. Enrique estaba más que contento, el nevado de Cachi era y es más conocido que el nevado de Palermo, además de ser más alto. Yo pensaba distinto, porque el nevado de Cachi ya lo había subido y al Palermo no.
Día 14 de Enero:
“A las 6 hs. parte Juan José. Al mediodía salimos los cuatro. Queda la carpa mediana armada los aperos y los dos baúles. Trepamos por la quebradita que se bifurca hacia el nordeste, llega a ser un Rió Seco. Nos llueve a ratos, siempre el Cachi al fondo, por momentos nublado. Sorteamos varios chorros. La vegetación ralea. Se ven guanacos en los filos, se arma campamento a 4550 metros donde cambia la pendiente no hay agua y todos van a buscarla. Se arman dos carpas. Nieva. Son las 18 hs. Yo agotado. Se duerme bien. Nieva”
Juan José va al rancho de la ciénaga para estar mas protegido el y los animales hasta el día 20, día que nos tenía que buscar.
Día 15 de Enero:
“Se levanta el campamento a las 9 hs. (- 6º C) se sube por el filo con la idea de montar el C3 lo mas arriba posible. Teto se siente mal y baja con la carpa de Moreno al C2, seguimos para arriba y montamos el C3 a 5100 metros. Daniel sube con malestar, decide quedar un dia en el C3 para descanso. “
Las deserciones de Tetó y Daniel son a causa del mal tiempo, la altura y la pendiente que cada vez es mayor, desanima a cualquiera.
Día 16 de Enero:
“Panta a las 8 hs. decide subir al filo, probar suerte y vivaquear si hace falta. Lo acompaño pues estoy bien. Daniel se queda, piensa alcanzarnos al día siguiente.
Toda la subida con neblina, por momentos se adivina el filo. Estoy cansado, de a ratos quiero vivaquear ahí mismo, me duele la cabeza. A las 16 hs. vivaqueamos casi más abajo del filo a 6500 metros. La roca algo nos protege. Se insinúa una gran tormenta. Nos metemos en las bolsas, truenos, relámpagos, mucho frío, pasamos mala noche.”
Ese día fue el peor de todos por la pendiente y el tiempo que no nos daba tregua, pensaba que la cumbre se lograría ese día y si la noche nos alcanzaba sería a la bajada, nos fuimos retrasando, decidiendo protegernos en el único roquerio que había en esa especie de sayal cerca del filo.
La noche fue entretenida, no nos daba tiempo para el aburrimiento con el retumbar de los truenos y los relámpagos, pensábamos que en cualquier momento nos chamuscaría un rayo, del frío ni hablar. Enrique tenía una bolsa de dormir de puro duvet (plumón de la pechuga del ganso) fabricada por nuestro amigo Héctor Vieytes (de Bs. As.) famosas por su calidad. Mi bolsa era de puro duvet de pluma de gallina, de rato en rato los canutos me pinchaban, marca NN. Para colmo el viento como una burla nos tiraba nieve en las caras. Me acorde del dicho de nuestros collas diciendo que en la Puna, el frío parte las piedras y hace gemir a las vicuñas, me sentía identificado con las mismas.
Día 17 de Enero, Cumbre:
“Cuando calienta el sol, salimos a las 8 hs. Por el filo, mucho viento y nevisca, Panta sube bien, me espera. Llega primero a la cumbre. Lo hago a las 10 hs. La visibilidad es bastante buena. Se ve el Cuevas, El Palermo todo nevado, por debajo de los 5000 mts. no se ve nada por la niebla. Luego de buscar el libro de cumbre, sacar fotos y se dejan testimonios. Llegamos al C3 a las 16 hs. Todo mojado. Daniel no esta. Deja nota diciendo que subía el mismo día que nos vamos nosotros por la noche. Luego nos enteramos que salio a las 20 hs. (12hs atrás nuestro) subió con tormenta y necesitó vivaquear en malas condiciones, pasando peor noche que nosotros y con mucho mas frió.
Al día siguiente con nieve tan blanda y frió, habiendo pasado mala noche, sube un poco y se ve en la necesidad de bajar, haciéndolo directamente al C1 a reunirse con Teto. Al separarnos de Teto quedamos que el día 18 levantaba su carpa del C2 y se iba al C1. Cuando llegamos al C3 ya no se veía la carpa de Tetó, que se había replegado al C1. Como no sabíamos en ese momento del camino tomado por Daniel, decidimos quedarnos en el C3 para esperarlo. Pensábamos que el ya recuperado de su puna se habría cruzado con nosotros y había hecho cumbre. Ese día terminó tratando de secar el equipo, colchones, bolsas. Hicimos agua en abundancia. Esa tarde comenzó a dolerrme la cabeza en forma muy molesta. Pienso que debo haber tenido hipertensión pues tenia epitaxis al mínimo movimiento, braquicardia de hasta 46 por minuto, ingurgitación yugular, desasosiego y sobre el dolor de cabeza que era pulsátil se me nublaba la vista a cada latido. Esa noche logre descansar y recuperarme algo del esfuerzo de arriba.”
Diario El Tribuno 06/03/1975: Nos alegraba ver que la oscuridad daba paso a las primeras luces y a las 8 hs. nos encontrábamos peleando con los congelados botines. Salimos en busca de la meta con la nieve hasta la cintura. Soportando además los males propios de la altura. A las 10:30 hs. del día 17 de enero llegué a la cumbre. Avizorando un palo que emergía de un mojón de piedras. De inmediato recordé que era una parte de la cruz llevada allí hace 25 años antes por el Dr. Arne Hoygaard, el padre Oliverio Pelicelli y el teniente primero Pedro M. Di Pasquo en la primera ascensión deportiva al coloso. Dejé de lado la parte final del escalamiento, desviándome a la derecha, rememorando la ruta que seguimos el 17 de agosto de 1969 junto a Julio Cesar Cristófani, José Alberto Pintado y Mario Chaile, plasmando así una de la grandes hazañas nuestras de esos tiempos.
Abeyá llego después y revisamos el roquerio - sin éxito - en búsqueda de la caja que contiene el libro de cumbre y testimonio de anteriores expediciones. Dice Enrique Pantaleón en su informe oficial al club Amigos de la Montaña.
En su acotación el experto andinista Pantaleón pone en duda la altura de 6720 mts. de la cumbre el Libertador de Cachi y se inclina por los 6380 que dan las cartas de curvas de nivel.
Diario El Intransigente 05/03/1975: Nuestro conocido Enrique Pantaleón (galardonado en su disciplina por el circulo de periodistas deportivo en 1974) agregó otro eslabón a su cadena de éxitos, al vencer por segunda vez la cumbre Libertador del nevado de Cachi, junto al Dr. Enrique Oscar Abeyá medico de la expedición e invitado especial del CAM y quien pertenece al Centro Andino Buenos Aires. Esta vez la ruta clásica del sureste fue cambiada por una nueva del oeste la que se accede por el Luracatao.
Abeyá dejo al pie de la cruz, una cajita con una flor de pétalos de lana que su novia le regalo tiempo ha, junto con una vincha que Mario Jáuregui le encargo depositar allí.
Enrique saco fotos, de mi maquina se congelaron las laminas del diafragma. No encontramos el libro de cumbre. Se encontraba bajo una gran cantidad de nieve y no teníamos tiempo, ni animo, ni elementos para cavar.
El descenso fue rápido, la nieve blanda y la pendiente ahora nos ayudaban. La alegría se trastocó en desaliento al ver que todo lo que teníamos en la carpa estaba en medio de un charco de agua. Pasando el resto de la tarde tratando de secar algo para poder dormir algo cómodos.
La nevada que nos acompañó arriba, aquí parece que fue una fuerte lluvia. No terminamos nuestra odisea de buenas maneras la montaña nos probaría nuevamente.
Enrique cada vez se sentía peor, yo no sabia que determinación tomar, no podía caminar. Pensé en buscar ayuda, no debía dejarlo solo, las carpas por la niebla no se veían imposibilitando hacer señales. Fue una noche plagada de incertidumbre en vez de descansar, sobre la parte medica Enrique describe lo que tenia y sentía, yo esperaba una reacción favorable para poderlo bajar al campamento donde suponía estaban nuestros amigos que de ellos tampoco sabíamos nada.
Día 18 de Enero:
“Toda la noche nevó, a la mañana decidimos bajar al medio día, calculando que Daniel quizás se hubiera descolgado por otro filo y además yo no me sentía bien con mi hipertensión. Todo lo que había en mi botiquín era para el dolor. Almorzamos algo liviano y empezamos a armar el descenso. Nos repartimos el peso y bajamos con escasa visibilidad. A los 90 minutos estábamos en el C2. A medida que bajábamos mi dolor disminuía, mi ánimo mejoraba y mis piernas me respondían mejor. Finalmente a las 18 hs. llegamos al C1. En el campamento estaban Daniel, Teto y un poblador llamado Juan Tapia. A esa altura mi estado era excelente. Armamos la carpa, comimos y bebimos y nos dormimos. Quedamos para el día siguiente ir a cazar guanacos."
Tras de la nevada de la noche, el día parecía que nos daría una tregua, Enrique todavía no se recuperaba, esperamos toda la mañana, al mediodía decidimos bajar como sea, repartimos la carga, tocándome la mayor parte. Esperábamos que al perder altura Enrique se recuperase, venia sujetándose de las correas de mi mochila para no perder el equilibrio y de esta manera avanzaba un trecho más largo.
Por suerte a medida que bajaba su recuperación era notable, tal es así que caminaba solo manteniendo un buen ritmo, para pedirme después la carga que a el le correspondía. Se despejo de golpe, quedando el nublado arriba nuestro pudiendo ver el C1. Nos llamo la atención ver a tres personas caminar por el y no ver ninguna mula. El tercero no era Juan José, además nos tenía que buscar el día 20.
Cuando llegamos y tras las exclamaciones de alegría al estar ya los cuatros juntos. Nos presentaron a Juan Tapia, que llego al campamento para ver que hacían estos hombres en el cerro y en medio del temporal. Se hicieron amigos y todos los días llegaba por la mañana y se iba por la tardecita.
Día 19 de Enero:
“Tapia llego a las 9 hs. Yo levantado desde las 6:45 hs. aproveche para mi higiene y para preparar el desayuno para todos. Partimos de caza. Subimos y bajamos filos, vimos algunos animales pero no logramos cazar ninguno. Ni siquiera vizcachas que el día anterior habían visto en abundancia al bajar por la quebrada. De la partida fuimos Tetó, Tapia y yo que aproveche para sacar fotos. Desgraciadamente luego me entere que la maquina se había trabado en la cumbre y todas las fotos que desde allí saque no salio ninguna. Al volver me encontré con Panta y Daniel.
A las 14 hs. nos encontramos todos en el campamento para comer alguna sopa y viandada. Por la tarde llovió. Tapia al día siguiente bajaba a la sala."
Este día nos dividimos en dos grupos, con Daniel fuimos a ver si encontrábamos algún vestigio de arqueología. Los otros con un viejo y maltrecho rifle calibre 22 de Tapia partieron en pos del almuerzo, el cual consistió en sopa con un trozo de viandada. Los cazadores solo trajeron cansancio.
Por la tarde, como todos los días llovió. Nos despedimos de Tapia ya que se tenía que ir, le dimos comida para que llevase en cuenta de la cacería, sin salvarse de las cargadas, viendo lo perderse en lontananza con su rifle y su carga laderas abajo.
Día 20 de Enero:
“Por la tarde llovió torrencialmente quedándonos dentro de las carpas charlando. A las 19 hs. llego Juan José con las mulas y un cuarto delantero de cordero que asamos y devoramos. El baqueano estaba algo apurado.”
Encontramos muchos pedazos de cerámica roja con dibujos negros. Después de la diaria lluvia, nos alegramos de ver llegar a Juan José con las mulas, señal que emprenderíamos el regreso, mas alegría nos dio al ver que de su alforja sacaba un pedazo de cordero que nos mandaban de regalo los pobladores del ranchito, pensando como estaríamos pasando con el temporal en el cerro. De inmediato fuimos a buscar cuerno (arbusto resinoso) para asar de inmediato el cordero. Lástima que resulto poco para tantos comensales famélicos, tuvimos que acompañarlo con sopita.
Día 21 de Enero:
“Temprano nos preparamos para bajar. Se desarmó el campamento y se armaron las cargas de las mulas. Quedo una carguera vacía y la preparamos para llevar a uno de nosotros por turnos. A las 17 hs. llegamos a la sala, teniendo bastante lluvia en el camino.
A las 20 hs. partimos en tractor a la Puerta. Pagamos al administrador 140 pesos por las mulas.”
El regreso a la Sala fue rápido por tener otra mula para turnarnos. Ni bien llegamos D´ont nos dijo que si no queríamos quedarnos varios días varados en El Luracatao teníamos que irnos de inmediato, las torrenciales lluvias y el deshielo de los nevados estaban haciendo crecer el rió que pasa por el poblado de La Puerta y podía cortar el camino. Después de pagar una barbaridad por el alquiler de las mulas, que de golpe aumentaron el precio convenido. Tuvimos que empezar las tratativas por el pago de nosotros y nuestros bultos, para tener lugar en el único medio de transporte que había y que salía de inmediato. Tras pagar el viaje hasta Chicoana, fuimos a ocupar nuestros lugares en un tractor con acoplado que estaba abarrotado de mercadería, teniendo que atar nuestra carga y nosotros acomodarnos como pudiésemos.
Partimos a las 20 hs. con los bolsillos livianos.
Día 22 de Enero:
“A las 5 hs. transbordamos a otro tractor que nos llevaría a Salta (Carrizo). Camino muy accidentado. Nos dejo una chata en Chicoana.”
Después de probar nuestros riñones en las piedras del camino y nuestros nervios por el esfuerzo de no dormirnos y caer del acoplado, a la 1 hs. del día 22 pasamos a otro tractor, el primero se paro y no quiso andar más. Todo ese día lo pasamos arriba del tractor, no encontrábamos la forma de acomodarnos, el andar era demasiado lento que las piedras del camino de ripio se las podían contar, de rato en rato saltábamos del mismo trotando a la par para estirar el esqueleto.
El paisaje que es bellísimo lo teníamos por demás de mirado. Al terminar la tarde y la noche a cubrirlo todo, en medio de un fuerte chaparrón, a poco de llegar a Chicoana (Los Laureles) se pincho una goma, como corolario, no tenia repuesto, ni gato, ni nada. Por suerte una chata nos dejo en la tierra prometida, la plaza de Chicoana. Gentilmente nos ofrecieron dormir en la comisaría porque el ultimo ómnibus a Salta había salido hace rato, nos quedamos con Enrique para comprar algo para comer y hablar por teléfono con Mario. Cuando salimos había dos policías esperándonos para indicarnos el camino a la comisaría, una vez en su interior vimos a nuestros compañeros muy serios sentados en una banca y muchos policías en la habitación. No tuvimos tiempo a pensar nada, pues nos dijeron que estábamos presos por guerrilleros.
Día 23 de Enero:
“A la 1 hs. nos busca Mario. A la tarde mando telegrama consigo pasaje”
No hicimos mas que descansar, no podíamos hacer otra cosa porque no podíamos salir de la celda, a Enrique por ser medico le tomaron un ridículo examen con el botiquín de la comisaría, el decía las características del remedio y los policías leían los prospectos o la cajita.
Por suerte que Mario se comunico con Roberto Vitry presidente del club y periodista del diario El Tribuno, comunicándose con la policía confirmaron que los guerrilleros atrapados en Chicoana éramos nosotros, con el padre de Mario que era militar, pararon el lió que se estaba armando.
Aclarada nuestra situación a hora apareció Mario por la comisaría con una orden de liberación. Como no podía ser de otra manera desde Chicoana a Salta viajamos bajo una torrencial lluvia. Pensar que desde Salta al Luracatao demoramos 10 horas.
Día 24 de Enero:
“Voy a la reunión del club. Visita a Panta y Vitry.”
Día 25 de Enero:
“A media mañana parto a Buenos Aires.”
Aquí termina el relato de la primera ascensión de la cara oeste de la cumbre Libertador General San Martín del Nevado de Cachi.
No teníamos idea que Reitchert, el llamado padre del montañismo argentino intento su cumbre por este flanco. Fuimos a la montaña por vivir y compartir su entorno, no nos guiaban los records, nuestro objetivo era el nevado de Palermo, el diablo metió la cola o ¿Fue simplemente una causalidad?
Mario no se quedo sin una montaña; el día 11 de febrero del mismo año, junto con Daniel fuimos por la estancia Los Cerrillos (Catamarca) al nevado las Cerrillos (5000 mts.) Sacando testimonio de la Asociación Tucumana de Andinismo (23/09/71) compuesta por Cristian Haloy y Constantino Grosse. El mismo día escalamos el Bolsón (5200 mts.) y el día 12 llegamos al Cavillo del Aconquija (5500 mts.).
Los testimonios estaban en una lata de leche en polvo, eran de un año antes, el grupo estaba integrado por miembros del Club Andino Tucumán y Grupo de Montaña Los Trepadores de Monteros, a cargo del Dr. Orlando Bravo.
Con Mario también fuimos al nevado de Palermo, siendo la primera ascensión de dicha montaña. Alguna vez contare las andanzas de estas montañas. Hoy solo son recuerdos personales de vivencias compartidas con otros seres que la vida nos juntó para compartir experiencias montañeras uniéndonos en una entrañable amistad a través del tiempo y la distancia.
Después de la aventura del Nevado de Cachi ya era dueño de una muy buena bolsa de dormir, recuerdo y regalo de Enrique Abeya.
¿Vale más una fotografía que todo lo vivido?
Sabato, cuanta razón tiene.
Si la vida es tan corta……..
El explorador Federico Reichert intentó ascender al nevado de Cachi por esta ladera en 1904.
Para concretar esta ruta, hay que viajar hasta la localidad de Luracatao 2.800 metros. Este poblado situado a la ribera del río está plasmado de historias y leyendas atractivas, desde la floreciente época de fines del siglo pasado y principios del actual, cuando era un importante sitio para el engorde del ganado que partiría posteriormente hacia Chile, hasta relatos precolombinos que han perdurado en el tiempo gracias a sus moradores, que se afanan en transmitir a su descendencia los elementos esenciales de la cultura ancestral.
Los Luracaes era uno de los numerosos grupos étnicos del Calchaquí y la terminación AO significa Pueblo en Kakán, el idioma de la parcialidad Diaguita ("El Kakán" de Antonio Serrano). Los indios Diaguitas llamados también URACATAUS: URA= abajo, AO o AHAO= lugar, CATA= falda, ladera. Voz Kakana que significaría "Lugar en la ladera del bajo". Los indios Luracataus, en la mentada diáspora Calchaquí, fueron desentrañados a Perico - Jujuy. (Cornejo, 1938.).
Desde la pintoresca sala de la finca se inicia el acercamiento remontando el río Luracatao (hacia el Norte). La senda está bien marcada y se discurre varias horas por ruinas indígenas pertenecientes a los Luracaes, antiguos moradores de estas tierras. El último caserío de importancia es Alumbre, a 3.000 metros de altura, donde hay una escuelita y se puede acceder en vehículo hasta este lugar. Desde este sitio, a mano derecha (Este) se eleva notorio el cerro Incauca, superior a los cinco mil metros. El paisaje, a medida que se avanza, se torna cada vez más árido, pero de cautivante belleza. Finalmente se arriba al puesto La Hoyada, un poco más al Norte del puesto Encrucijada, pudiendo hacer este trayecto en una jornada completa (8 - 10 hs), o bien, en dos etapas livianas, que es lo más aconsejable para una buena aclimatación. En este último caso, se puede montar un campamento a bastante altura, e intentar la cúspide al tercer día; no obstante, un último campamento de altura, es lo mejor.
Los lugareños denominan a esta ladera del nevado de Cachi "El Sayo”, haciendo referencia al gran acarreo o "sayal", que presenta. Se puede ascender por la quebrada de La Hoyada, cuya naciente empalma con el filo de Las Cuevas, casi a la altura del nivómetro (véase ruta de Las Cuevas) y de allí proseguir por la ruta normal, hacia el Norte.
Otra opción, es pasar el puesto La Hoyada, hasta antes del puesto "Tolar", y subir por la ladera Oeste, que conduce directamente a la cima principal. El inconveniente de esta ruta, es que tiene mucha pendiente. Sus laderas son de acarreo y el desnivel del último día, supera los mil metros (salvo que se haga un campamento intermedio).
Por último, se puede acceder a Puesto El Tolar desde la Puna. Si bien nadie hizo esta ruta todavía, sabemos de la existencia de huellas vehiculares de las exploraciones mineras en la región, por lo que el acercamiento sería el mas corto de todas las rutas del nevado.
Área Restauración Fotográfica del CCAM: Natalia Fernández Juárez
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