El 3 de junio de 1956 nacía un niño, de padre salteño y madre tucumana. Sus padres, ambos montañistas, empezaron a llevarlo a la montaña desde temprana edad, marcando así un antes y un después en su vida.
Alfredo Grau, ingeniero agrónomo y profesor de Biología Vegetal en la Universidad Nacional de Tucumán, fue una de las personas que marcó historia en el montañismo tucumano-argentino, llevando a cabo varias expediciones con su hermano, sus amigos y el ATA (Asociación Tucumana de Andinismo).
Su legado deja huellas de inspiración hacia futuras generaciones de montañistas tucumanos y de otras provincias que buscan historias sobre montañistas argentinos de grandes épocas.
Su camino en la montaña empezó a los diez años, cuando con su padre conquistó el Ñuñorco Grande, de 3.320 metros de altura y enclavado en la Cumbres de Tafí, al sur de Tafí del Valle y a los once entró al Circo del Cochuna en los Nevados del Aconquija, en la provincia de Tucumán.
Su primer par de botines fue heredado de su madre, a los doce años, de la marca italiana Marasco y Speziale, con los cuales su paso en las montañas se hacía notar.
En la época de los años ‘50 o ’60 en Argentina, el equipo era casi siempre heredado. También contaba con piquetas de la marca Dediol, clavos y mosquetones.
Un viaje a la ciudad de Bariloche en 1970 marcaría el inicio de la escalada tanto en roca como en hielo en la vida de Alfredo. A los 14 años su padre lo envió en tren para que asistiera a un curso práctico que dictaba el CABA (Centro Andino de Buenos Aires). En este, la escalada tomó parte de su corazón, enseñándole la belleza de hacer una variante diferente en la montaña.
Ya en Bariloche logra ascender de manera impecable la Torre Frey ( 1.700 metros de altura y la torre más popular para escalar) y la Torre Central del Catedral( un destino más técnico).Sus compañeros de cordada fueron Guillermo Vieiro y Jorge Regolini.
En 1973, junto con José Santillán y Stephan Halloy, se dirigió a la provincia vecina de Salta ( al norte de Argentina), para subir el cerro Cachi por Las Cuevas, una ruta larga e inhóspita relatada por los que fueron por allí. Y al volver con su cumbre, conquistó todas las cumbres del Nevado Central del Aconquija : Cerro Bolsón ( 5.550 metros de altura), Candado(5.500 metros de altura), Dos lagunas (5.420 metros de altura), Morro de Ciudacita ( 5.320 metros, Tipillas ( 5.320 metros de altura), Clavillo( 5.560 metros de altura), Chimberí( 5.200 metros de altura) y otros, sumando estos ascensos a su amplia experiencia.
En 1978 se dirigió más hacia el norte para escalar el Nevado del Chañi, en la provincia de Jujuy y de 5.930 metros de altura)por la ruta de León, encarando el gran Abra a mano derecha de la imponente Pared Sur del Chañi.
Finalizando los años 70, la historia de Alfredo Grau se llenaría de más experiencia, más ascensiones tanto técnicas como físicas y con muchas más alturas.
En 1981 realiza nuevamente un curso de escalada en hielo en la zona de Penitentes, Mendoza, con el CABA (Centro Andino de Buenos Aires) junto a Carlos Alvizu. Logran ascender de manera exitosa el cerro Reichardt( 5.286 metros de altura) y el cerro Cúpula de Güsfeld.
En junio del mismo año, con Alvizu intentan el Illimani, una montaña icónica de Bolivia con 6.460 metros de altura; es la de mayor altitud de la Cordillera Real y la segunda de Bolivia.
En 1983 sube nuevamente con el Pingüino Jiménez, Sapo Ballesteros y su hermano Chilo al Pequeño Alpamayo, llamado así por su semejanza con la cara menos conocida del Alpamayo peruano. Es una cumbre ubicada en el macizo Condoriri, en el departamento de La Paz, (con una altura de 5.410 metros sobre el nivel del mar).
En 1985 ascienden el Condoriri,( 5.648 metros de altura) esta vez con más compañía (con ellos estaban El Pingüino Jiménez y Mario Batich).

Con todas estas ascensiones, Alfredo comenzó a sentirse mucho más preparado y apareció una montaña que atraviesa la vida de cada montañista alguna vez: el Aconcagua que, con sus 6.960,8 metros sobre el nivel del mar, es el coloso del continente americano.
En la década de 1980 en Argentina el equipo no era el mejor; poco se conseguía en suelo argentino a menos que se trajera de afuera.
Para ese momento, Alfredo ya estaba mucho mejor preparado físicamente y con un equipo que lo ayudaría en gran parte, pero él tenía algo que no se puede comprar: la experiencia.
En 1984, junto a su hermano “Chilo” Grau, El Pingüino Jiménez, Mario Batich, Claudia Arcuri, Carlos Alvizu y el Sapo Ballesteros, decidieron coronar el Aconcagua por la famosa y exigente ruta del Glaciar de los Polacos.
(La historia del Glaciar de los Polacos remite a 1934, cuando una expedición polaca liderada por Konstanty Narkiewicz-Jodko abrió una nueva vía de ascenso al Aconcagua junto a Otrowski, Karpinski y Osiecki. Esta ruta, bautizada como “Ruta del Glaciar Polaco” en honor a sus pioneros, se transformó en una de las más clásicas y reconocidas del andinismo, valorada tanto por su desafío técnico como por la belleza de sus paisajes. Desde entonces, ha sido escenario de numerosas ascensiones, incluidas algunas en invierno, consolidando su prestigio histórico y deportivo).

Portearon todo desde Puntas de Vacas, un punto de inicio a 2.800 metros sobre el nivel del mar. Esta no era la primera vez que lo intentaban: antes ya habían realizado un intento de ascenso, pero los frenó una nevada a los 5.600 metros de altura. En el intento de 1984 iban con mejores expectativas. Después de una gran caminata y el inicio de la escalada, lograron hacer cumbre ya casi al caer la noche.
La oscuridad los atrapó, pero la noche estaba bastante clara, y descendieron hasta los 6.300 metros de altura por la ruta normal, tomando una diagonal hasta llegar a su campamento.
Los que conquistaron esa noche de 1984 la cumbre del Aconcagua por la ruta de los Polacos fueron: Carlos Alvizu, Alfredo Grau, Ricardo “Chilo” Grau y Mario Batich. Los demás integrantes, Claudia Arcuri, Sapo Ballesteros y el Pingüino Jiménez, se quedaron en el campamento esperando a sus compañeros.
(Un dato curioso: el famoso Pingüino, un gran montañista y escalador, no fue al ataque a la cumbre, ya que por el frío no podía ponerse los botines).


Con esta gran hazaña, Alfredo siguió sumando experiencia y volviendo a las alturas, conquistando una vez más el Chañi (en Jujuy) en 1985 y nuevamente el Condoriri (en Bolivia).
A mediados/ finales de 1985 partió hacia Alemania y volvería a suelo argentino en 1989, donde participó en expediciones con su hermano y amigos en el Ojo del Salado( 6.893 metros de altura).
Él no logra hacer cumbre y se vuelve con un joven Jorge Javier Jiménez.
Estuvo por dos años más en Argentina hasta que se fue a Nueva Zelanda por cinco años más.

Alfredo Grau no fue solo un montañista; fue un pionero que marcó un antes y un después en la historia del andinismo tucumano y argentino.
Desde muy joven entendió que la montaña no era únicamente un desafío físico, sino un lugar de encuentro con uno mismo, con la naturaleza y con los valores más profundos del ser humano: la perseverancia, la humildad y la pasión.
Su vida demuestra que con compromiso y entrega se pueden alcanzar cumbres que parecen imposibles, dejando huellas que trascienden el tiempo.
Como tucumano, llevó en alto la bandera de su tierra y la proyectó hacia toda la comunidad andinista de Argentina y del mundo, representando con gran profesionalismo y orgullo lo que significa ser un verdadero amante de la montaña.
Hoy su legado sigue vivo en cada ascensión, en cada expedición y en cada nuevo montañista que encuentra en su historia una fuente inagotable de motivación para seguir soñando y escalando.










Mail: info@culturademontania.org.ar
WhatsApp: +54 11 3060-2226
Instagram: @ccam_arg
www.facebook.com/ccamontania

Contáctate y comenzá
la aventura de integrarte
a la red cultural