Las intactas experiencias del asombro, el agradecimiento, el respeto, la camaradería, el cuidado, la responsabilidad, el coraje,la meditación, la fuerza de voluntad y tantas más vivencias que nos depara la montaña, son contadas con la frescura de la juventud, por un grupo de montañistas tucumanos luego de su ascensión al Nevado de Chañi.
INTEGRANTES: Evaristo Moyano 28 años, Facundo Moyano 25, Marco Muñoz 27, Bernardita Muñoz 20,Joaquín Forcinito “Chita” 28, Pilar Fernández 31,Lucía Pérez Cangemi 27, Bernabé Soldá 23, Juan Manuel del Pino 24
Cuento un poco sobre nosotros, una de las cosas más lindas es que somos un grupo de amigos. Comenzamos siendo Joaquín(el Chita), Marquito Muñoz y yo (Evaristo Moyano), los tres nos conocemos desde muy, muy chicos y siempre fuimos al cerro, a veces caminando,a veces a caballo.Lo cierto es que teníamos ese privilegio de poder ir a caballo y así conocimos los cerros, con nuestros padres o a través de ellos, hasta que “nos desprendimos” y empezamos a ir caminando nosotros solos y comenzamos a hacer algo de Alta Montaña. Al comienzo hicimos cerros de unos 4.000 mts.(hay muchos lugares en Tucumán que luego voy a ir nombrando).De a poco fueron sumándose el resto de los amigos, se agregó al grupo mi hermano Facundo, Pilar, la novia de Marco y Lucía que es mi novia y al final se sumaron otros amigos que teníamos en común, Bernabé, Juan Manuel y Bernardita (que es la hermana de Marco) y así el grupo de nueve quedó conformado.
No es que contratamos un guía o una empresa para que nos lleve al Chañi, nosotros siempre "hicimos montaña “de manera muy responsable y nos fuimos capacitando entre nosotros, leyendo mucho y haciendo cursos, siempre fuimos nuestros propios gestores de las expediciones.
En cuanto a nuestra experiencia previa, hicimos mucho trekking en Tucumán a veces en lugares “bajos” como Chasquivil, Ancajuli y cerros como el Cabra Horco, Taficillo, Mala Mala, hasta que empezamos a hacer algo de Alta Montaña por arriba de los 4.000 mts, como los cerros Negrito, Alto de las Nieves, cerro Morado y allí nos volvimos “ locos “ en la necesidad de “ superarnos” e hicimos nuestro primer 5.000 en los Nevados del Aconquija (subimos el Cerro del Bolsón, 5.500 mts. es el cerro más alto de Tucumán), en ese mismo cordón hicimos el Cerro Tipillas (5.300 mts.). Luego decidimos “subir más alto” y nos fuimos a Fiambalá, a la ruta de los seismiles, e hicimos el Nevado de San Francisco (6.000 mts.) y surgió la idea en el grupo (esto nos hizo ganar un montón de experiencia), de ir al Aconcagua, a donde no llegamos a hacer cumbre por una decisión muy responsable nuestra, volviéndonos al estar a a 6.400 mts., pasando el campamento Cólera ( que es el más alto), dormimos allí y por varios acontecimientos que ocurrieron en el medio decidimos regresar todos juntos a esa altura.
Ahora en estos días de Semana Santa de Marzo 2024 nos dirigimos hacia el Norte para hacer el Cerro Tuzgle de 5.500 mts. y el Chañi de 5.896 mts.
La idea de este viaje surge de Bernabé que nos invita a ir juntos al Chañi. Al viaje terminamos organizándolo entre todos y a nosotros se fueron sumando Bernardita y Pilar ( ellas dos en particular no habían hecho Alta Montaña, fue su primera vez) así que entre todos nos encargamos de conseguirles el equipo, compramos crampones y alquilamos otros ( esa fue la gestión más difícil quizá). Nosotros con los años fuimos “ armándonos el equipo” tenemos unas buenas botas, buenas camperas y bolsas de dormir, también las carpas. Fuimos armando esto entre todos con el tiempo y el grupo está bastante cubierto, (salvo los crampones para todos).
El miércoles 27 de marzo partimos en dos vehículos, dos camionetas 4x4 hacia San Antonio de los Cobres que es un pueblito minero muy lindo, de la provincia de Salta que está a 3.700 metros de altura. Allí llegamos a la noche.
El día siguiente, jueves 28 lo pasamos allí, salimos a caminar, paseamos por el pueblo, visitamos un museo,fue un día recreativo y de ” aclimatar” a esa altura. Nos pasó que en esos días llovió mucho y nevó en el cerro, desde el pueblo se veían los cerros nevados, eso fue extraño porque en este sitio, a decir de los lugareños, no llueve casi nunca y nos tocó ese fin de semana mucha lluvia y nieve en las alturas.
El día viernes 29 partimos hacia el Tuzgle que era nuestro cerro de aclimatación y que es un estratovolcán que tiene 5.500 mts.de altura.
Con las camionetas pudimos llegar hasta los 4.700 mts.y de allí arrancamos a caminar, había muchísima nieve, el Tuzgle estaba completamente blanco y el grupo estaba en excelentes condiciones, veníamos los nueve juntos, llevábamos radio así que si por ahí nos separábamos un poquito nos íbamos hablando. Pero lamentablemente, subiendo nos sorprendió una tormenta, comenzó a nevar copiosamente y al escuchar el estruendo de los truenos nos dijimos : “ hasta aquí llegamos” (estábamos a 5.300 mts.)
Fue una sabia decisión emprender el descenso porque después estando abajo, ya llegando a las camionetas “ se caía el cielo”, fue impresionante lo que nevó, fue una experiencia hermosa, linda para todo el grupo.
Una experiencia fuerte, porque la instancia de volver, de abandonar el ascenso, siempre es difícil, yo siento que cada vez que hemos tomado esta decisión fue la apropiada y a pesar de no hacer cumbre el grupo estaba con los mejores ánimos, no nos sentimos frustrados porque sabíamos claramente que no se podía llegar, la idea además era aclimatar y habíamos estado a 5.300 mts., que era muchísimo, así que vino excelente la salida en cuanto a aclimatación y regresamos entonces a San Antonio de los Cobres.
El sábado 30 nos dirigimos en las dos camionetas al Primer Campamento, es un refugio antes del Chañi que se llama Flor de Pupusa ( 4.300 mts.), este sitio está al Sur de las Salinas Grandes, pasando una localidad que se llama El Moreno.Dormimos ahí, donde nos encontramos con otros grupos de montaña que también estaban subiendo, fue nuestra primera noche en carpa porque en San Antonio de los Cobres paramos en un Hostel. Nos cocinamos algo rico y algo a tener en cuenta muy importante para no apunarse es la hidratación por lo que siempre tomamos mucha agua, mate (llevábamos varios bidones de agua) esto siempre lo tuvimos muy presente, la hidratación fue “clave” para nosotros.
Hicimos noche aquí y volvió a agarrarnos una tormenta mientras dormíamos, llovió muchísimo y nevó en el cerro otra vez.
El sábado 31 Pilar ( la novia de Marquito) no se sentía muy bien por lo cual ella, junto con Marco que decidió acompañarla, tomaron la determinacion de quedarse en Flor de Pupusa, no subirían al Chañi, y si bien fue una pena para el grupo el separarnos también creo que fue la mejor elección.
Los siete restantes comenzamos a subir hacia el segundo campamento “ Jefatura de los Diablos” ( a 4.900 mts.), este lugar es una antigua ruina Inca, se pueden percibir vestigios de construcciones e incluso pedacitos de vasijas.
El refugio está a un costado de las ruinas. Nos encontramos con otro grupo que estaba bajando y que no había llegado a la cumbre, era gente de Tucumán y Salta, también en el lugar había un grupo de Buenos Aires y Córdoba que intentaría hacer cumbre con nosotros.
Estuvimos toda la tarde en este refugio, hidratando, aclimatando y comiendo una riquísima picada.Nuestro grupo fue tan divertido, la pasamos tan, tan bien entre nosotros, todos nos sentíamos así, con muchas expectativas para el día siguiente, estábamos felices de estar allí, el viaje completo fue una “ escapada divina”. Ese día en Jefatura de los Diablos la pasamos muy muy bien.
Nuestra idea el día de cumbre, era salir a las cuatro de la mañana, nos levantamos a las 03:00 hs., desayunamos, tomamos unos mates comimos algo liviano y encaramos la ascensión a las 04:00 hs.
En cuanto a la temperatura estaba bastante bien, sabíamos que el momento más frío sería cerca de las siete de la mañana y pensábamos llegar a esa hora al abra. Fuimos subiendo una cuesta hasta llegar al filo, este fue el momento más frío, porque empezaba a soplar el viento del otro lado y era además la hora más fría ya que había una sensación térmica de menos 15 grados. Al filo llegamos antes de lo esperado, a las seis de la mañana, cuando todavía no había salido el sol.
El grupo venía en excelentes condiciones pero comenzaba a haber bastante nieve por lo que dos compañeros estaban con mucho frío, uno en las manos y el otro en los pies, quizás al de los pies le entró un poco de nieve porque los tenía húmedos.Paramos a calentarlo un poco, aunque tampoco queríamos detenernos tanto tiempo, porque si te quedás quieto en esas condiciones te helás, por lo que debíamos seguir a un ritmo lento y constante, intentando no parar, sin embargo, tomamos la acertada decisión de detenernos unos segundos y pude prestarle a mi otro compañero unos guantes que llevaba de repuesto y que por suerte no precisé.
Comenzamos a caminar de nuevo cuando nos sentimos todos mejor y cuando el sol iba asomándose, pudimos disfrutar de esa belleza, no sólo una belleza por el calor que nos brindaba, sino también porque se veía todo el paisaje con mucha nitidez. El sol alumbraba con fuerza y tuvimos una vista completa, veíamos Las Salinas, los cerros de atrás, el Tuzgle en el que habíamos estado, el Nevado de Cachi… Era una vista muy, muy hermosa.
El terreno presentaba todavía mucha piedra y nieve así que estaba bastante estable, no hacían falta los crampones, seguimos por el filo, tranquilos, íbamos bien, ya estábamos calentando mejor, no hacía tanto frío y de a poquito íbamos subiendo. El otro grupo que quería hacer también cumbre, lamentablemente venía muy cansado y decidió descender, por lo que nos tocó seguir hacia la cumbre a nosotros solos.
Llegó un punto en el que había muchísima nieve y se veían claras las huellas del grupo que había intentado cumbre el día anterior y que había llegado aproximadamente a unos 5.600 mts. de altura, El tema es que había que abrir huella en la nieve y la pendiente era grande, es una barranca total hacia el lado izquierdo y por la derecha una pendiente bastante pronunciada con mucha nieve, así que al llegar al final de las huellas dejadas por el otro grupo debimos comenzar a hacer ese trabajo nosotros, esto fue bastante cansador, nos íbamos turnando,en general iba yo adelante y logramos ir bien, lentos pero firmes.
Ahí nos colocamos los crampones y de a poquito marchamos hacia la cumbre a donde terminamos llegando todos, los siete, felices, emocionadisimos, a las 11:00 de la mañana. La verdad es que es una cumbre hermosísima, muy particular por la forma que tiene, se alcanza ascendiendo todo el tiempo por el filo y se llega hasta una punta muy pronunciada, vertiginosa, en donde no tenés ni siquiera en donde sentarte por lo angosta y pequeña que es, esta cumbre no tiene la forma de una “mesetita”,como la mayoría de las otras que habíamos alcanzado, es una cumbre bastante “puntiaguda”.
Recuerdo el abrazo divino que nos dimos y que no parábamos de llorar conmocionados. Hablé desde la cumbre con Marco por radio, él nos estaba viendo. La verdad que fue maravilloso, divino…Así que después de unos minutos de emoción, de sacarnos fotos, de filmar algún video, decidimos dar la vuelta y comenzar a descender.
LLegamos hasta el punto en el que nos habíamos colocado los crampones al subir y allí nos los sacamos. La bajada fue excelente, llegamos a las 17.00 HS. a Jefatura de los Diablos (campamento 2), allí estuvimos un rato, descansamos, desarmamos luego el campamento y regresamos al campamento 1( Flor de Pupusa) donde nos esperaban Marquito y Pilar.
Subimos a las camionetas y nos dirigimos a Purmamarca ( nos quedaba más cerca regresar por ruta a Tucumán por ese lado, sin ir a San Antonio de los Cobres). Entonces fuimos a Salinas Grandes, bajamos por la Cuesta de Lipán hasta Purmamarca y descansamos allí, regresando al día siguiente a Tucumán.
Fue una expedición maravillosa, lo pasamos muy bien, el grupo fue fantástico,“se la remil bancó”, anduvo excelente, la experiencia de tanta nieve fue única,tanto en el Tuzgle como en el Chañi, incluso las tormentas… el haber podido tomar la decisión de regresar sin hacer cumbre son acontecimientos que nos hicieron crecer como grupo.
Agradecidos por tan inolvidable experiencia, aún no decidimos exactamente cuál será nuestro próximo objetivo pero es probable que el mes entrante organicemos una expedición a un cerro de la cadena del Muñoz, en Tucumán que se llama Morro del Zarzo de (4991 mts.).
(Testimonio de Bernardita Muñoz en su primera cumbre de Alta Montaña)
Hasta el Tuzgle fuimos, primero por la Ruta 51 y después por la ruta 40, hermosa la ruta, bellos los paisajes, maravilloso todo. Por esta ruta uno está rodeado de montañas y de pronto aparece “de la nada” el Tuzgle, las cosas que sentí cuando vi ese cerro no las puedo explicar con palabras, no esperaba encontrarme ese paisaje, fue una sensación única, increíble. Nosotros sabíamos que el Tuzgle iba a estar nevado, iba a tener un poco de nieve,pero no imaginamos nunca que iba a estar como lo encontramos, era tan imponente cómo se mostraba para nosotros ese cerro. Yo hasta entonces no había podido dimensionar las anécdotas de la montaña, hasta que las viví, había subido con el grupo a otros cerros menores y pensaba que venir aquí sería como caminar por los cerros de Tucumán, nunca dimensioné lo que estaba ahora viviendo. La nieve, el sentir la altura me hicieron comprender lo que estaba por experimentar. Caminar por ese sitio fue darme cuenta, comprender, abarcar con el Alma el privilegio de lo que estaba haciendo, estar en el Tuzgle me ayudó a amigarme con tanta nieve, enfrentarme con el frío y la “ incomodidad “ de estar en la montaña, creo que fue una de las cosas que más me gustó, que me sacó totalmente de la zona de confort y me puso a prueba en todos los aspectos. Estar totalmente incómoda, con frío, con cansancio. Sentí que la montaña “me dio vuelta” y eso me gustó, me sacudió.
Me maravilló la Alta Montaña, no necesité en ese momento ir hasta el Chañi para darme cuenta que las sensaciones que se palpan en este ámbito son ¡ tan distintas!. A mí siempre me gustó caminar, hacer cosas al aire libre, salir a dar vueltas por ahí, conocer sitios nuevos, pero la Alta Montaña tiene “otra cosa”, tiene algo que te atrapa y te vuelve adicto.
Yo le tenía mucho miedo a la altura, que me cueste respirar o que me duela la cabeza o los vómitos y la verdad que mi cuerpo se adaptó muy bien, tanto que me llevó a pensar “ estoy hecha para esto”, al menos esta vez sentí eso, aunque debo decir que lo que más sentí fue el frío, lo sentí muy fuerte pero también aprecié que valió totalmente la pena soportarlo.
Yendo hacia el Chañi tomamos la Ruta 79 que nos llevó hasta Flor de Pupusa y desde allí pudimos ver que estábamos en la base del cerro y no puedo decir lo imponente que se ve desde este lugar el nevado.
En principio, yo no iba a subir al Chañi, porque no tenía equipo suficiente y en verdad el destino me sorprendió maravillosamente cuando mi hermano decidió quedarse a acompañar a Pilar y me dio de su equipo lo que me hacía falta para seguir subiendo y con esta acción me dio también la posibilidad de ir hacia la cumbre con mis compañeros convirtiéndome en la más joven de esa cordada de siete.Me sentí tan feliz de tener esa oportunidad que pensé que si pasó era por algo, para algo.
Yendo al segundo campamento sí me pegó un poco la altura, tuve dolor de cabeza, llegué muy cansada pero llegamos temprano y pudimos descansar.Mientras descansaba escuchaba conversaciones de otro grupo, que hablaba de un abismo de 75 grados, de nieve hasta las rodillas y sentí un poco de miedo. Yo estaba acostumbrada a que me inviten al cerro y siempre “ me prendí” con mi hermano y sus amigos con naturalidad pero esta vez no pude medir la realidad con la que me enfrentaba. Me costó dormir, estaba ansiosa, sentía esa soledad y por instantes pensaba "¿ qué hago aquí?”, pude expresarle esto a Lucía y ella me contestó que claramente si estaba formando parte del grupo era por algo, porque algo me iba a enseñar la montaña, algo nuevo iba a aprender. Ahora puedo mirar atrás y ver que tenía razón ella, porque siento que yo repetiría mil veces la experiencia y estoy totalmente agradecida por lo que me tocó vivir.
Ahora puedo ver que el frío, el cansancio, el sentirme sola, el preguntarme ¿qué hago aquí? el cuestionarme “no voy a llegar” me hizo dar cuenta por ejemplo que se puede ir más allá, percibir más allá, conocer tus limitaciones y tus capacidades, conocerte.
Extrañaba la compañía de mi hermano y tuve la sensación de no saber si estaba bien lo que estaba haciendo.
Cuando empecé a subir me sentía fuerte, no me sentía cansada, creo que en esos momentos, que era de noche no se veía más allá nada y uno va concentrado pisando bien cada piedra, asegurándose de no caerse.
Cuando amaneció y pude ver, abarqué todo lo que me faltaba, delante nuestro iba otro grupo y las siluetas pequeñas me mostraban la distancia. En este momento comprendí que la cabeza me jugaba en contra, el viento me golpeaba fuerte, tenía frío y cada paso me pesaba horrores, tuve deseos de abandonar todo y volver y aunque sabía que cuando saliera el sol iba a cambiar todo, no quería saber nada pero a la vez me quería probar, quería demostrarme que no me iba a ganar la parte negativa de mi cabeza, era una mezcla de emociones, hasta que en un momento Evaristo Moyano que era nuestro “ líder” quien iba abriendo camino y se preocupaba por todos, me miró y me dijo : “mirá, yo creo que estoy sintiendo exactamente el mismo frío que vos, nada más que yo ya lo conozco, al frío lo conozco” y ahí yo hice un click y me dije que no era para tanto, no es un frío que me iba a matar, era solo frío, el cansancio que siento tampoco va a matarme, es solo cansancio y empecé a decirles a mis compañeros en voz alta, “ chicos es la cabeza, no nos dejemos engañar”, (así me motivaba en voz alta y motivaba a los demás, porque todos estábamos sufriendo un poco) y ahí sentí algo adentro mío que me empujaba hacia esa cumbre que ahora sabía que sí iba a poder hacer.
Por suerte al calentar el sol nos dimos cuenta que nada era tan terrible y empezamos a sentirnos mejor.
Yo pude percibir que la cumbre estaba más cerca, que lo peor había pasado, disfruté de caminar sobre la nieve y desde que empecé a disfrutar y a ver el paisaje empecé a llorar, no podía creer que iba a llegar, que ya estaba allí, saber que ya lo estaba logrando.
En la recta final ya no sabía si iba a hacer cumbre o no, pero tampoco me importaba. Para mí, estar ahí ya era “todo”.Quería que todo salga bien, que fuera una historia feliz.
El accionar de Evaristo fue admirable, estaba atento a todo y a todos, sabía que yo era la menos experimentada y me supo dar seguridad y confianza en mí, fue muy buen líder y es una persona centrada y creo que si él hubiese visto que en algún momento yo o alguien corría peligro lo iba a hacer saber y no íbamos a seguir. Tener un líder que sabe lo que hace te da tranquilidad en estas circunstancias extremas.
El último tramo fue difícil porque hay mucho ascenso en poca distancia, hacía dos pasos y tenía que parar a descansar, en cada paso se undía la nieve y entonces era como tener que hacer dos pasos, parece que nunca llegás pero a esa altura algo muy adentro mío me decía que lento pero seguro iba a llegar.
Alrededor de las once de la mañana hicimos cumbre ( fueron siete duras horas de caminata), pero que valieron totalmente la pena.
Cuando me enteré que estaba en la cumbre, porque iba concentrada en subir y no me di cuenta de que ya nadie seguía caminando, hasta que vi a Evaristo parado y le pregunté si habíamos llegado…entonces lloré, lloré y lloré y fue una de las sensaciones más maravillosas de mi vida, el hecho de sentir, ¡lo logré! con todo lo que me costó…no sé definir la sensación y sospecho que sólo puede imaginársela quien alguna vez la vivió.
No estuvimos ni diez minutos en la cumbre, pero allí todo tuvo sentido. llegar hasta allí nadie me lo saca y siento por ejemplo que si logré esto, haciendo un paralelismo, puedo lograr cualquier cosa que me proponga, lo que sea. Ahora sé que lo que sea, pasito a pasito, en algún momento voy a llegar a la cumbre, en lo que sea, me dio esa sensación, obviamente pararte a descansar, obviamente la cabeza puede decirte que no y todo lo que quieras, pero "vos metele” y en algún momento vas a llegar.
Si yo soy absolutamente sincera y me preguntás por qué hice este viaje, debo decirte que porque mi hermano Marquito me invitó y me parecía una buena idea, divertida, para hacer algo pero nunca dimensioné lo que estaba por hacer hasta que estuve ahí y comprendí y no sé explicar qué era lo que me impulsaba, me empujaba a permanecer, sentía que iba a ser de un gran significado en mi vida esa experiencia, no era el hecho de subir esa cumbre, sino saber que podría ahora subir muchas otras cumbres, no todas físicas.
Ahora estoy muy, muy agradecida, a lo que sea que me llevó a la montaña y a esa experiencia. También agradecida profundamente a las personas con quienes me ha tocado compartir este viaje, ha sido un excelente grupo, nos acompañamos cuando teníamos que acompañar, apoyado a quien había que apoyar, esperado a quien había que esperar, cuando hizo falta hacerlo, ¡eso fue increíble!.
Me llevo más que una cumbre, guardo dentro de mí un aprendizaje profundo.
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