A comienzos del siglo XX, el geógrafo alemán Walther Penck recorrió la puna argentina para realizar su carta geológica. Casi cien años después, en una entrevista exclusiva, su nieto Gerhard recuerdo el paso de su abuelo por estas tierras.
Lo tenía todo: juventud, profunda formación geológica, geográfica, topográfica y amor por las montañas. El entonces gobierno argentino lo eligió por ello; era uno de los pocos que podía relevar científicamente la zona cordillerana. Pues él lo hizo. Montado en un caballo, con básica indumentaria y peones de confianza,entre 1912 y 1914 exploró,cartografió y detalló miles de kilómetros cuadrados de la Puna argentino-chilena,incluyendo la ascensión de más de una treintena de nuestros picos andinos.
Tenía 24 años y el fulgor de la ciencia acariciaba Europa. Pero armó sus valijas y se vino a tierras remotas, a trabajar en un lugar que en ese momento parecía “el más desolado del planeta”. Luego, su país solicitó sus servicios en tiempos de la Primera Guera Mundial, como también lo hizo posteriormente la Universidad de Constantinopla en Estanbul. Se fue muy joven. La comunidad científica alemana enmudeció, al darse cuenta que una extraordinaria mente desaparecía en octubre de 1923, acusando sólo 35 años. Se dice que murió de las consecuencias de un melanosarkom.
Todos sus estudios e investigaciones pasaron a ser pilares de la ciencia en la región noroeste de Argentina y en otras partes del mundo. Pero Walther Penck dejó mucho más que sus obras, dejo también su linaje…
* Nace el 30 de agosto de 1888 en Viena
* Muere el 29 de septiembre de 1923 en Stuttgart
* Casado con Aenne Lamper, dos hijos
* Requerido por el Ministerio de Agricultura, Dirección Gral. de Minas, Geologías e Hidrología de Buenos Aires entre los años 1912 y 1924
* Trabajos en trigonometría, geología, geografía, hidrogeografía y topografía de 12.000 kilómetros cuadrados, comprendiendo desde Tucumán hasta la ciudad chilena de Copiapó, con énfasis en el bolsón de Tinogasta y Fiambalá
* Sus libros, tratados y publicaciones en revistas científicas son numerosos, pero los mayores fueron: "El análisis Morfológico" y "El Borde Austral de la Puna de Atacama", esta última obra fue publicada en 1920 en las "Clases Matemáticas Físicas de la Academia de Ciencias de Leipzig".
* Durante sus expediciones venció alturas entre los 4.000 y 6.000 metros, cerros entre los que se cuenta el Inca Huasi, el San Francisco y alguna cima secundaria del Bonete
* Por sus trabajos realizados, la famosa academia de Ciencias Naturales de Córdoba en Argentina lo nombró miembro honorario. En Alemania, la Asociación dela Geografía (Gesellschaft fur Erdkunde) en Berlín, le concedió la medalla de Karl Ritter poco después de su muerte.
“No puedo recordar cuantos años tenía, pero era pequeño. En mi habitación de juegos había una foto que colgaba en la pared, era de mi abuelo sentado en un caballo con un rifle en su espalda. Yo me sentía orgulloso de tener un abuelo como el ‘viejo Shatterhand’, el héroe en los libros de Karl May”, me dijo Gerhard cuando le pregunté a qué edad le empezaron a contar de su abuelo. Luego agregó: “En nuestra sala de estar teníamos su silla de montar y la usábamos como asiento. La silla que usó durante todos sus trabajos en la Puna Argentina”.
Gerhard, arquitecto de 48 años, radicado en Alemania, lleva los genes del insigne geólogo alemán Walther Penck. Tristemente, jamás lo conoció e incluso, su padre Helmut, apenas sí lo hizo.“Su temprana muerte dejó grietas en el mundo de la ciencia, no pudo representar las teorías geomorfológicas que hizo durante sus investigaciones en Argentina y posteriormente en Asia Menor”. Su trabajo principal “El Análisis Geomorfológico” fue publicado por su padre –bisabuelo de Gerhard- Albrecht Penck (científico que propuso la creación de una carta mundial en escala un millón), basado en los manuscritos que quedaron después de la muerte de Walther en 1924.
Fue recién en su juventud cuando el nieto realmente descubrió descubrió al abuelo. “En 1982 dos personas argentino-alemanas buscaron los descendientes de Walther Penck. Federico Kirbus, periodista muy interesado en su vida y el ingeniero forestal Enrique Funk, encargado por la comisión del gobierno para construir el camino al Paso San Francisco y quien estaba impresionado por los mapas tan precisos hechos por mi abuelo”, expresó. Y continuó: “Mi padre, Helmut, recuperó a su padre haciendo una copia escrita palabra por palabra de sus diarios. Ambos investigadores invitaron a mi padre para ir a la Argentina, pero debido a una enfermedad no podía hacerlo, así que fui yo: ‘te doy mis ojos y mis anhelos y tú me traerás todas las sensaciones’, me dijo mi padre antes de mi partida a Argentina”.
Gerhard llegó al país en 1985. “En más de un año encontré todo y más de lo que podría haber imaginado. Trabajé en la selva en Misiones en una aldea de guaraníes, luego en la Puna Jujeña en un pueblo llamado Cerro Bayo, donde obtuve material para mi tesis sobre el futuro desarrollo urbano de la ciudad de San Salvador de Jujuy’.
Tenía un perro y dormía sobre lapiel lanuda de ovejas en el piso, como pienso lo habría hecho mi abuelo. Fui a conocer el Paso San Francisco en el autobús de los trabajadores viales. Admiré el cerro San Francisco y el Incahuasi y me sentí muy orgulloso que mi abuelo consiguiera llegar a la cima de ambas montañas en el plazo de ¡sólo 4 días!".
Leyendo sus “Diarios de Investigaciones y Viajes a la Cordillera de los Andes”, doy cuenta que Walther dejó mucho corazón y se llevó mucha maravilla durante su tiempo en esta Cordillera: “…La noche es fresca, casi grandiosa. En las viñas abundan los bichos de luz. Como oscuras sombras se presentan nuestros equipajes.Las mulas pastorean. Al lado de una vela toma mate mi secretario Marcelino. Un perro se entretiene con los huesos.Yo me entretengo con el firmamento. Otra vez me saluda mi Orión. Es fabuloso. El silencio, el aire fresco, todo…”. Los diarios fueron traducidos por el ingeniero Funk y publicados en Catamarca en el 2003, más de 75 años después de que la pluma de Walther los creara.
Tanto Gerhard como Helmut investigaron sobre la vida del geólogo, intentando rescatar los pasos que dejó en tierra argentina, los amigos que tuvo, su inspiración por los Andes. Walther escribió diariamente, usando decenas de pequeños cuadernos. Todas sus aventuras, impresiones y observaciones científicas quedaron como recuerdo del archivo familiar. “Estudié con detenimiento el diario que él escribió en abril de 1915 durante la Primera Guerra Mundial cuando permanecía en el foso - me dijo Gerhard- y leí algo que me emociono”.
“Muchas veces tengo lindos pensamientos, y creo que estoy en la Puna, Dios, tengo sueños con ella (la Puna) y con Tino (Tinogasta). Necesito ir allá. El paisaje aquí tiene mucho de allí, en que puedo recordar lo que he visto. Alló como hombre libre, y aquí como servidor".
En 1955 una expedición de montañistas de la Asociación Tucumana de Andinismo (ATA), liderada por el reconocido profesor Orlando Bravo, rebautizó con el nombre de Walther Penck al por entonces Cerro Cazadero. Lo hizo “en homenaje al científico alemán que en los años 1912/13 fue el primero en levantar la carta geológica de la región y ascender a algunas de sus cumbres”.
Gerhard suena amable y sensible al teléfono. Me dice que los restos de Walther descansan en el cementerio de Stuttgart y confiesa que “pude entender a mi abuelo. En la Puna se trabaja duro, las noches son frías y los días calientes, el paisaje es indescriptible y estás casi solo, te sientes libre y deseas siempre regresar a la Puna. Y nunca puedes olvidarte de esta experiencia, el paisaje, la frialdad, la felicidad que sientes”.
De repente, un silencio en la línea. Luego, en un emotivo murmullo, Gerhard lo quiebra y me expone: “En muchas ocasiones regreso en sueños veinte años atrás hacia aquellos días que trabajé en Argentina, y en esos momentos, siento que mi abuelo y yo somos uno”.
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