Hablar de algunos temas vinculados con la sexualidad en la antigua sociedad andina es una temática muy extensa, rica y poco difundida, de la cual poseemos algunas referencias gracias a los escritos legados por los cronistas españoles e indígenas del siglo XVI y parte del XVII. En el presente artículo nos referiremos exclusivamente y de manera generalizada al tema de la prostitución en el tiempo de los Inkas.
Podríamos referirnos al matrimonio; el rol social y sexual de los esposos; las concubinas; la endogamia; la poliginia y poligamia; la vinculación del sexo con la religión; la diferenciación de las prácticas sexuales según las clases sociales; las vírgenes del sol; la homosexualidad; el adulterio; la prostitución; la sodomía; las licencias permitidas y reprimidas; los castigos relacionados con las transgresiones sexuales; el travestismo; la violación; el incesto; los motivos sexuales plasmados en el arte rupestre o en vasijas; la sexualidad de las deidades como el sol, la luna, las montañas; los mitos, ritos, tabúes y cuantiosos temas relacionados en forma directa e indirecta con la sexualidad.
Antes de empezar, cabe aclarar el concepto y situarnos en el momento histórico (siglo XVI-XVII) y cultural en el que se escribió sobre el tema. Prostitución, según el diccionario de la Real Academia Española significa: “Actividad a la que se dedica la persona que mantiene relaciones sexuales con otras, a cambio de dinero”. Huelga decir que en tiempos precolombinos no existía el dinero como tal, pero esa es otra problemática que no trataremos aquí; pensamos que los cronistas al hablar de prostitución, se habrán referido más a la forma de vida “promiscua” o “liberal” de algunas personas, que a la prostitución como la entendemos en el mundo occidental. Poco se sabe al respecto, y, como suele ser un tema tabú para la sociedad, no muchos investigadores lo abordan desde una perspectiva científica. Por ello trataremos de brindar algunas pinceladas de información, para saciar una curiosidad básica y alentar a algún lector a estudiar con profundidad este tema, que forma parte de la vida de toda sociedad humana, más allá del tiempo y del espacio.
De acuerdo a los cronistas europeos, las mujeres públicas vivían aisladas en los campos en unas chozas precarias, las que tenían prohibido el ingreso a los pueblos; las llamaban Pampayruna. El vocablo aparentemente significa tanto la morada como el oficio: pampa, es plaza o campo llano, y runa, persona, ya sea hombre o mujer (González [1608] 1952). Plaza, como lugar público, estaría significando que está dispuesta (la mujer) a recibir a cuantos quieren ir a ella (Ellefsen 1989). Existen otros vocablos aymaras que dan prueba que la prostitución estaba lejos de ser desconocida tales como kallanichi, anistokama, wakalla, tanta karpa, kachikarpa y wakchakña (Bertonio 1984).
El Inca Garcilaso de la Vega en su libro Comentarios Reales del año 1609 nos ilustra al respecto diciendo que “Los hombres las trataban con grandísimo menosprecio. Las mujeres no hablaban con ellas, so pena de haber el mismo nombre y ser trasquiladas en público, y dadas por infames, y ser repudiadas de los maridos si eran casadas. No las llamaban por su nombre propio sino pampayruna, que es ramera”. (Garcilaso 1968, IV, XIC).
El mismo autor señala que antes de la dominación inkaica existía en algunas etnias la prostitución religiosa de sodomitas. “Hubo sodomitas en algunas provincias, aunque no muy al descubierto, sino algunos particulares y en secreto”. (Garcilaso 1968, I, XIV). Por otra parte Pedro Cieza de León afirma que existían prostitutos en todos los templos inkaicos, inclusive en aquellas provincias donde la práctica sodomita no era habitual, al respecto comenta: “Verdad es que generalmente entre los serranos y yungas ha el demonio este vicio debajo de especie de santidad, y es que cada templo o adoratorio principal tiene un hombre o dos o más, según es el ídolo, los cuales andan vestidos como mujeres desde el tiempo que eran niños, y hablaban como tales, y en su manera, traje y todo lo demás remedaban a las mujeres. Como éstos, casi como por vía de santidad y religión, tienen las fiestas y días principales su ayuntamiento carnal y torpe, especialmente los señores y principales. Esto sé porque he castigado a dos: [...]. ..a los cuales hablándoles yo sobre esta maldad que cometían, y agravándoles la fealdad del pecado, me respondieron que ellos o tenían culpa, porque desde el tiempo de su niñez los habían puesto allí sus caciques para usar con ellos este maldito y nefando vicio y para ser sacerdotes y guarda de los templos de sus ídolos.” (Cieza 1945, LXIV).
Los documentos de los cronistas siempre deben ser tomados con reserva, debido a que están escritos bajo un halo moralizante e idealista, tanto a favor de los inkas como de la corona o la iglesia. Por ejemplo, Antonio de Herrera y Tordesillas, en su libro “Historia general de los hechos de los castellanos en las islas, y Tierra-Firme de el mar Océano” de 1601-15, en su catálogo de las penas judiciales inkaicas, no comenta nada respecto a que las prostitutas fuesen castigadas. Menciona en cambio algo que resulta curioso, el castigo al lenocinio, que en aymara recibe el nombre de sakeri, al respecto el autor comenta que “Al alcahuete le daban tormento públicamente, habiendo junta de gente, y si perseveraba en el vicio, le mataban” (Herrera 1945, V, IV, III).
Han transcurrido casi cinco siglos desde la llegada de las huestes de Pizarro y Almagro al corazón del imperio Inka, el golpe fue letal y un nuevo orden se impuso por la fuerza. Hoy, contamos solo con jirones de la rica historia precolombina, reflejada, como en este caso, a través de algunos documentos, o bien, en las inertes ruinas arqueológicas, silentes testigos de una efervescente sociedad que dominó gran parte del mundo andino.
Mail: info@culturademontania.org.ar
WhatsApp: +54 11 3060-2226
Instagram: @ccam_arg
www.facebook.com/ccamontania
Contáctate y comenzá
la aventura de integrarte
a la red cultural