Noticia publicada el 09/05/2013 -
Cuando Dios creó el sonido aún no existía la música, entonces decidió regalárselo al Mar que estaba recién concebido, y el Hacedor percibía que algo faltaba para que fuera aún más bellos, fue así que hasta hoy todos los que escuchan al Mar, se enamoran de él, incluso a sus sones los atesoran en caracolas para llevarlo tierra adentro.
La nueva tarea del Señor fue entonces buscarle un ámbito al silencio, que por entonces no era la ausencia de ruidos, tenía entidad y merecía un lugar.
Anduvo y anduvo en ese tiempo sin horas, cuando Cronos no estaba, de pronto se topó con una inmensidad que lo asombró, sin embargo era parte de su creación, pensó bautizarla y la llamó Himalaya, luego los hombres fueron inducidos a conocer ese nombre, esa decididamente debería ser la casa del silencio.
Allí los copos de nieve se hicieron perpétuos y aguardaron a los lamas, ellos llegaron un día en otros tiempos cargados con el bagaje de ciencia y paciencia, llegaron para quedarse por siglos mirando pasar ejércitos y pueblos, civilizaciones conquistando y naciones doblegadas, miraban sin estridencias, los lamas moraban los ancestrales dominios del silencio.
Un día, como otros, o como ninguno, ya que no existe la monotonía para las grandes almas, un lama, sentado, impasible y estoico, cavilante y paciente los vió.
La oncena de caminantes se acercaba desde el poniente, sagazmente percibió que eran hombres del Sur, de allende las grandes aguas, de un lejano y meridional país con nombres de sonidos de los timbales de argento…. y en el hogar del silencio se habló de Argentina.
El lama saludó a los romeros de las alturas, a su líder, militar él y al que llamaban Ibañez, uno a uno estudió sus facciones descubriendo sus caracteres, finalmente optó por uno de ellos y fue con quien platicó.
El hombre del Sur, sereno y estable ante tan preclaro interlocutor, escuchaba con la avidez del sabio que quiere saber, respondía punto a punto lo que exigía respuesta, el lama percibía una sensación que extrapolaba su aparente indiferencia, estaba contento, era el primer argentino que departía con él.
Hugo Benavidez, intendente de la expedición del teniente Francisco Ibañez a Nepal, estaba creciendo espiritualmente segundo a segundo y absorbiendo humildemente toda la sabiduría emanada del monje nepalés. Hugo cumplía parte de sus metas en la vida, ser mejor espiritualmente y poder así concretar hazañas como la que se avecinaba, en este caso junto a sus diez camaradas.
El asalto de los himalayistas argentinos al Dhaulagiri es el complemento de la historia del Visitador Médico que convivió con los lamas y que se acercó a la cima del mundo, el A.P.M. argentino que nos honró viviendo en Corrientes, donde terminó sus días.
Hugo Benavidez fue uno de los héroes que bajaron al impedido por la congelación de sus piernas, Teniente Ibañez el que dejó su vida en la cruzada en el lugar donde vive el silencio, las alturas del Himalaya.
A muchos, por entonces jóvenes, APM de Corrientes, el Señor Hugo Benavidez nos hizo el honor de acompañarnos en noches de substanciosas charlas plenas de anécdotas y saberes del exótico mundo de los sherpas.
También cumplió funciones gerenciales en la Cooperativa Farmacéutica Corrientes, desde ese puesto nos defendió de los embates de proveedores extra provinciales que saturaban Corrientes con productos medicinales provenientes de otras latitudes.
El Teniente Ibañez fue bajado con ambas piernas congeladas falleciendo el 30 de Junio de 1954 en Kathmandú. Hoy una calle recuerda su nombre en nuestra Ciudad y muy pocos historiografiadores lo mencionan tal cual ocurre con García de Cossio el primer constitucionalista argentino.
El Dhaulagiri se ubica geográficamente en dos países: Nepal y China, es la séptima cumbre del mundo en altitud, su cima recién fue alcanzada en 1960.
Los montañistas se autodenominan: andinistas, alpinistas, himalayistas, esas adjetivaciones devienen de las formaciones orográficas en que desarrollen sus actividades deportivo aventureras.
A.P.M.: Agente de Propaganda Médica sinonimia de Visitador Médico.
Fuente: www.corrientesopina.com.ar
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