Sus paredes de granito rojo atraen a deportistas de todo el planeta. Quieren declararlo reserva.
Hay que dejar atrás la impronta turística del Manzano Histórico por la ruta 94, cruzar los brazos helados del arroyo Grande, zigzaguear por caminos de montaña, pasar el puesto aduanero Portinari y caminar varios metros cerro arriba para vivenciar el imponente recinto de granito que forma el Cajón de Arenales, uno de los atractivos de Tunuyán que está en vías de constituirse en reserva privada de uso público.
Nota de fecha - 27/04/2013 -
Allí, en el seno de esas moles de roca rosada y naranja, en un raído refugio de madera, se teje una convivencia cosmopolita que pocos imaginan. Es que este rincón de la cordillera mendocina no sólo es elegido por escaladores de todo el mundo para practicar ascensos en roca, sino que ahora se está posicionando como sitio de formación para guías de montaña con aval internacional.
Días atrás, doce montañistas de distintos puntos del país y del mundo, con las mejores trayectorias en el rubro, estuvieron acampando casi una semana en Arenales para realizar un curso que les permita trabajar en cualquier lugar del planeta gracias a la acreditación profesional que expide la Unión Internacional de Asociaciones de Guías de Montaña.
Pese al frío que trae la caída de la noche, un joven que no habla una palabra en castellano y se pasea en sandalias afuera del refugio oficia de anfitrión soltando una sonrisa. Su novia, la parisina Carinne Sullivaun (32), relata con marcado acentro francés que lleva 12 años escalando y que se ha enamorado de la “tranquilidad y las buenas vías de ascenso” que esconde este rincón de Mendoza. “Nos quedamos dos semanas acá”, sentencia.
La destreza física que exigen estas paredes, agujas y torres de granito es lo que cautiva, aseguran los deportistas locales y extranjeros. “Si querés especializarte en roca, este lugar es uno de los mejores a nivel mundial”, señala José Quiroga, quien justamente por este motivo viajó desde Andorra, donde se desempeña como guía en un centro de esquí, para participar del curso.
Nuez, Cara del Inca, Carlos Daniel, El Sapo son algunas de las paredes que tientan a los deportistas y fueron los primeros escaladores en ganarles la pulseada quienes tuvieron el honor de elergirles el nombre. “Para mí la más difícil es la cara oeste del Grupo del Cohete, la pared roja”, sostiene Nico, quien junto a Lilen abandona por meses Usuahia para instalarse en este valle.
Mauricio Fernández fue uno de los que descubrió este tesoro granítico en 1988, lo sondeó con sus arneses y no quiso guardarse para sí esa magia, entonces se dio a la tarea de equipar las rutas y censarlas. El Cajón de Arenales ofrece más 200 vías de escalada tradicional e igual número de vías deportivas, todas equipadas.
Paradójicamente, en este rincón el amor por las cumbres y caídas allana todas las diferencias de idiomas, culturas y costumbres que genera la convivencia. Este espíritu es el que quieren conservar los miembros de la Fundación Arenales, quienes trabajan para confeccionar un marco regulatorio a fin de que cualquier deportista y amante de los paisajes de montaña tenga acceso libre y gratuito a estas 1.184 hectáreas que hoy son de propiedad privada.
La idea de convertir el lugar en una reserva privada de uso público es una figura bastante novedosa, que tiene contados antecedentes en la provincia y el país. Un ejemplo es la Reserva de Villavicencio o el Parque Nacional Monte León en Santa Cruz, cuyas tierras fueron adquiridas por un inversor extranjero y luego donadas a la Nación.
Hasta hace ocho años, la idea de conformar este sitio como reserva era sólo un sueño loco de este puñado de amantes del andinismo. Después de más de dos años de gestiones, en febrero pasado la Fundación logró que la Justicia le diera el aval para administrar el uso de estas tierras que posee. Entonces, apuró los trámites legales y el diseño del plan de manejo, que es quizá lo más importante.
“Queremos que la escalada deje de ser una actividad de élite y tenga un desarrollo social”, sostiene Rubén ?Yagua’ Rodríguez, presidente de la Fundación, quien destacó que “hay que defender el derecho natural de cualquier ciudadano a disfrutar de estos espacios cordilleranos y limítrofes, que cada vez más están quedando en manos de inversores extranjeros o locales y terminan cerrados”.
Este tesoro granítico de la Cordillera Frontal de los Andes, precisamente el Cordón Portillo, se encuentra estratégicamente entre dos reservas en las que la Provincia ha hecho foco en el último tiempo: la del Manzano Histórico y la del Portillo. Además, alberga riquezas únicas y especies de flora y fauna como el cóndor, que es necesario preservar.
De ahí que los gestores del proyecto deban también labrar convenios con distintos organismos e instituciones, como Recursos Naturales. Por estos días, además, están confeccionando baños secos para cuidar el medio ambiente. “El buen uso del lugar es algo con lo que se deberá comprometer el deportista”, cerró Rodríguez.
Fuente: www.losandes.com.ar
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