- Por Marcelo Scanu y Guillermo Almaraz -
Fotos: Guillermo Glass, Ernesto Samadjian, Nicolás Pantaleón
- Por Marcelo Scanu -
Quien alguna vez se aventure a conocer el desierto altoandino riojano (al igual que el catamarqueño, salteño y de otras provincias) conocerá lo que muchos – y me incluyo -, consideran el desierto de altura más desolado y agregaría, más despiadado del Planeta. Lagunas saladas rebosantes de flamencos rosados, salares blanquísimos, campos yermos de roca volcánica, altísimos cerros y volcanes, ruinas incas y refugios del siglo pasado, todo ello conjugado en esta zona única donde el nombre de los parajes demuestran su hostilidad: Hombre Muerto, Mulas Muertas, Burritos Muertos… Hasta un paso se denomina Comecaballos en alusión al último recurso de viajeros atrapados en la inclemencia del viento blanco.
El Volcán Veladero de 6436 msnm es una hermosísima montaña, de delicada geometría y poderosa forma. Omnipotente desde Laguna Brava y alrededores, es una montaña digna de respeto. Recordé la interesante ascensión de Guillermo y equipo y no dudé en pedirle esta nota.
Antes de disfrutarla, algunas curiosidades:
Cuando mi amigo Antonio Beorchia Nigris decidió ascender la pirámide del Veladero, este aparecía en el mapa del IGM con menos de 5400 metros. Corría el año 1986 y el grupo, de sanjuanino especialmente, era muy numeroso. Una anécdota interesante ocurrió en el refugio de Laguna Brava, construido en la época de Mitre y Sarmiento. Los varones salieron a buscar leña mientras las mujeres acomodaban para hacer el fogón. En eso estaban cuando cometieron la imprudencia de sacar una debajo de la cual descansaba el finado conocido como "El Destapao". Los gritos hicieron acudir raudamente a los compañeros para observar el dantesco espectáculo de los huesos y las botas del infortunado.
La ascensión fue complicada, más aun cuando sería sólo una excursión con 1200 metros de desnivel aproximadamente. Esta se transformó en una larga romería de gente que ascendía sin entender porque no llegaban a la cumbre. Recordemos que el pequeño detalle eran 1000 metros más de altura con respecto a lo consignado en el mapa. Algunos alcanzaron la cumbre, entre ellos Antonio, para observar las construcciones de los nativos. Como en muchos otros casos, ellos habían sido los primeros. El descenso, la noche al aire libre y otros pormenores inspiraron al amigo norteamericano Patrick Tierney, otro integrante, a expresar que "el clima de la zona Altoandina Argentina es lo suficientemente malo como para que la mayoría de la gente deseara estar muerta". Igual reincidiría en otra expedición a la misma montaña.
Muchos años después, estando con Antonio en su casa en San Juan, le comenté que hasta su ascensión, esa montaña era la más alta sin escalar modernamente de toda América, dato desconocido para él. También tiene algunas de las ruinas más altas del Planeta, solo las del Llullaillaco y del Incahuasi están a más altura.
También recordamos la expedición de 1987, mi primera expedición a la alta montaña. Salimos de Jagüé en mula, una semana tardamos en llegar a nuestro objetivo. Además de quien escribe estas líneas y Antonio contábamos con un lindo grupo consistente en el lamentablemente desaparecido Edgardo Yacante, Sergio Gino Job, Mario Muñoz, el escribano Gómez Crovetto y dos baqueanos, uno de carácter muy difícil.
Casi hice la mitad del viaje caminando tirando de la cabalgadura pues me era más cómodo. Incluso debimos cabalgar sobre nieve pues el año fue nevador (estábamos en Diciembre). Tal era la acumulación nívea, incluso dentro de la casucha de Mulas Muertas, lo cual nos obligó a dormir afuera. Sin armar las carpas, soportamos un viento atroz durante la noche. Ya en Laguna Brava revisamos el tambo inca, las plataformas ceremoniales y ascendimos al cercano Cerro Don Mario.
El intento, complicado por las circunstancias climáticas, también lo fue por la indisposición de Gómez Crovetto. Gino Job se quedó a acompañarlo pero el viento hizo trizas la carpa utilizada anteriormente por unos polacos (en el Everest!). Nosotros acampamos y de mañana salimos. Llegué a aproximadamente los 5600 msnm, Mario un poco más alto y Edgardo y Tony hasta los 6000 msnm.
El regreso tuvo igual de condimentos y anécdotas, lo cual redondeó una feliz salida. Otras veces regresé a la Laguna Brava, siempre teniendo a esta magnífica montaña nevada como referencia, tanto geográfica, como en cuanto a belleza.
- Por Guillermo Almaraz -
Durante la estación fría del año 2006 se lograron los primeros ascensos invernales del Pissis y Veladero, ambos por rutas nuevas, recorriendo las caras oeste y suroeste de los macizos.
Rolando siempre había teorizado sobre el primer ascenso invernal del Pissis y la primera travesía integral de todas las cumbres. Por nuestro lado a principios de 2006 habíamos decidido recorrer la cuenca del río Salado buscando acercarnos al macizo desde el SO y aunque tuvimos que postergarlo los planes de montaña pueden quedar archivados un tiempo, pero nunca se dejan de lado.
Darío Bracali y "Guiye" Glass fueron quienes amalgamaron el proyecto y nos invitaron a liberar todos nuestros sueños en esos valles y laderas. Con la excusa de colaborar con "Guiye" en la filmación de un documental volvimos a cargar todos nuestros bultos en las camionetas siendo conscientes que en realidad cargábamos una vez más todas nuestras ilusiones, anhelos y contradicciones, ésta vez con una cuota de abrigo extra debido a la época del año.
El punto de encuentro determinado fue Vinchina y partimos de Mar del Plata el 1 de septiembre para llegar a nuestra cita al día siguiente.
El grupo era numeroso y heterogéneo: desde el mar veníamos Rolando y yo junto con Eduardo Namur y Marcos Cocconi, en Buenos Aires se incorporaron Jonas Binkis, sonidista o un espíritu libre de la montaña y Paula Varela, guionista del proyecto. Por otro lado el grupo “norte” se reunía en Catamarca y estaba formado por Darío y Guille quien era el director del documental, Alejandro Giménez, Nico Pantaleón y Ernesto Samadjian, cámara poeta y fotógrafo.
Llegamos antes los del sur y recién nos cruzamos a la noche en el comedor elegido para cenar.
El plan a partir del día siguiente era avanzar hacía el paso de Pircas Negras en la frontera con Chile para luego de un período de aclimatación internarnos aguas arriba por el río Salado, es decir hacia el norte.
En la mañana del 3 comenzó la filmación y la distribución en los vehículos fue a partir de ahí digitada por el guión y en alguna medida casi todo lo que se hacía frente a la cámara debía ser meditado previamente.
Esa tarde llegamos ya sin sol a El Peñón donde nos quedaríamos tres días para aclimatar.
Dentro del refugio y frente al fuego comenzaron a surgir las historias y vivencias sobre todo de otros viajes a la cordillera. Leyendas, anécdotas y situaciones nos van envolviendo y las veladas se extienden hasta entrada la noche amenizada por el cuenco de Jonas.
Luego de la primera noche a 3650 m algunos síntomas de la altura afloran en algunos integrantes del equipo técnico, aunque, los toleran estoicamente y van tomando confianza en éste medio hostil que es la montaña.
Ernesto que se define como urbano y más allá de haber trabajado en un reality en la selva no tiene en su haber muchos encuentros con la naturaleza, va dejando esa personalidad y se transforma en “el Grosso”, un duro montañés que incluso da cátedra a los montañistas “experimentados”.
Algunas caminatas en busca de completar la aclimatación y un pequeño ascenso a un pico cercano al refugio son las actividades de los próximos días.
Luego de tres noches en el Peñón continuamos hacia el obrador de Vialmani ubicado en Barrancas Blancas a unos 20 km. del límite con Chile. La nieve ha cubierto todo y el viento la levanta en forma de torbellinos. Adivinamos la huella y en varios tramos debemos buscar recorridos alternativos ya que es imposible transitar por el trazado cubierto de hielo.
Con las últimas luces del día arribamos al obrador que está a 4042 m. Nos recibe el ingeniero Serer a quien habíamos conocido en Buenos Aires unos meses atrás cuando le habíamos solicitado a la empresa que nos permitiera alojarnos en Barrancas Blancas.
Al mediodía siguiente Eduardo prepara un asado, afirmando su condición de gourmet de montaña y lo comemos junto al personal de Vialmani.
Durante la tarde intentamos ingresar al valle del Salado con uno de los vehículos pero luego de avanzar escasos 2 km. la nieve nos bloquea.
En la noche del 7 al 8 de septiembre caen 20 cm de nieve y el paisaje ya blanco queda mucho más blanco. Las camionetas amanecen cubiertas por una gruesa capa de nieve y les cuesta arrancar. Todas nuestras especulaciones que a medida que nos acercamos a la primavera el clima cambiará para bien parecen destrozarse, las nevadas, el viento y el frío son cada vez más intensos. En el obrador el termómetro marca 15º bajo cero.
Pese al clima salimos con los tres vehículos para intentar liberar los sectores bloqueados por la nieve. Luego de varias horas logramos internarnos 24 km pasando sobre varios puntos de GPS de Jaime Suárez tomados en su expedición al Gemelos (Weekend 391)
Avanzada la tarde volvimos al obrador y luego de un intercambio de ideas se decide que aunque siga el mal tiempo se partirá al mediodía siguiente.
El 9 desde temprano avanzamos por el río Salado y luego por una quebrada que se abre hacia el NO, pero se torna imposible. Los vehículos no podrán avanzar más. Ante la situación se decide establecer un campamento base en las márgenes del río en un sitio próximo a una quebrada que viene del Veladero.
A partir de aquí el grupo se dividirá en dos con dos objetivos diferentes: Pissis y Veladero, en ambos casos se buscará lograr el primer ascenso invernal por una ruta nueva.
El grupo del Pissis partió al otro día y los acompañamos hasta el campamento 1 para facilitar la tarea del grupo técnico que filmaría esa parte. Esa noche dormimos a 4290 y al otro día compartimos los primeros 5 km de la etapa hasta el primer filo desde donde se veía el Pissis. Desde aquí en línea recta faltaban 42 km.
Mientras Darío, Rolando y Guiye continuaban su camino con Nicolás volvíamos hacia el valle para reunirnos con nuestros otros compañeros a preparar la partida hacia el Veladero. En 9 días nos reuniríamos todos en el punto en que se encañona el Salado.
Optamos por intentar la faz oeste del Veladero por una línea lo más cercana posible a un glaciar que desciende desde la pirámide de la cumbre para luego alcanzarla por el filo sur. El frío y el viento no disminuyen. Nos separan del objetivo unos 22 km.
Avanzamos las primeras horas por la margen de un arroyo y luego comenzamos a elevarnos por laderas de contrafuertes del Veladero. Luego de cinco horas establecemos el campamento en medio del vendaval en una plataforma a 4600 m y a casi 6 km del campamento del valle. Durante la noche parece que el viento afloja pero a la mañana siguiente nuevamente se hace presente. Continuamos ahora por una espacie de valle y ya con el Veladero a la vista. Luego del mediodía el viento se intensifica y comienza a volar mucha más nieve que el día anterior. Pese a las antiparras es difícil ver, la tormenta es fuerte y la visibilidad es nula. Durante la noche en nuestro campamento a 5075 m nos comunicamos con el teléfono satelital con el grupo del Pissis. Nos cuentan que han sufrido la misma tormenta y están a 5280 m La tormenta se intensifica y tapa todo con un manto blanco y helado. La temperatura desciende a 27º bajo cero.
La etapa comienza temprano y en la cumbre vuela gran cantidad de nieve formándose una estela blanca que magnifica la visión de nuestro objetivo. Avanzamos sobre el glaciar y en algunos tramos nos enterramos en la nieve blanda. A la tarde instalamos el último campamento a 5550 m. Calculamos que el grupo del Pissis también tiene que estar en su campamento más alto y por un momento imaginamos que quizá al otro día estemos todos en la cumbre a al misma hora.
Congelados salimos de las carpas antes del amanecer. Avanzamos enfundados en toda la ropa que tenemos y el viento nos golpea sin darnos tregua. Llegamos a los neveros que descienden hacia el sur y los cruzamos para montarnos en el filo. El viento se hace más fuerte y buscamos tirarnos hacia la ladera este. Avanzamos a buen ritmo y para descansar nos guarecemos entre unas piedras. La última parte es empinada, yo voy por las rocas y Nicolás opta por el hielo. Eduardo sigue mi camino. El frío es intenso, la respiración se congela en el pasamontañas que nos cubre la cara.
A las 13:23 estamos en la cumbre habiendo pasado unos metros antes por el santuario incaico. Una mirada al Pissis pensando en nuestros compañeros, al Bonete imponente y de frente, al Reclus y más allá el Gemelos. La visión desde esta atalaya es magnífica, gran parte de los Andes de Atacama brillan ante nuestros ojos cubiertos de su hielo invernal.
Poco después de las 14 comenzamos a bajar y a las 17:30 llegamos al campamento y comenzamos a hidratarnos. Dormimos contentos con el objetivo cumplido y la noche se hace apacible, como si el clima comenzara a cambiar, ¿será que se acerca la primavera?
El 16 de septiembre de 2006 pasado el mediodía, de manera asombrosa el grupo del Veladero y el del Pissis llegaron a las cumbres con minutos de diferencia pese a haber recorrido sin contacto sus respectiva rutas a la cumbre.
Aún más sorprendente es que en ese mismo período de buen tiempo, ese mismo día, dos grupos pertenecientes a la misma expedición coronaban el Aconcagua por dos rutas diferentes.
En otra de las grandes alturas de América, el Mercedario, también en esos días otro grupo buscaba alcanzar la cumbre, aunque sin éxito.
Otro ascenso en paralelo que nos llenó de sorpresa fue el que descubrimos al llegar a la cumbre del Veladero, cuando leímos el testimonio que encontramos. El del 13 de noviembre de 1998, mientras nuestro grupo coronaba el Pissis abriendo la actual ruta normal, el grupo de Jaime Suárez, Mirta Sarmiento, Hans Siebenhaar y Adriana Domínguez hacían lo propio en el Veladero.
El primer ascenso invernal de una montaña tiene a nivel estadístico cierta importancia. Entre las montañas más altas de América aún no se ha logrado el primer ascenso invernal del Bonete (6759 m), Tres Cruces (6749 m), Tupungato (6550 m), Muerto (6488 m) y Nacimiento (6436 m).
El primer ascenso invernal del Veladero probablemente haya sido el décimo a la cumbre. El primero absoluto lo realizó la expedición liderada por Antonio Beorchia Nigris el 9 de enero de 1986. Después ascendieron Reinhard y Tierney en 1988, Corona y Simoni (Italia) en 1990, luego Horacio Sánchez en solitario, el grupo de Jorge Llanos en 1996, los grupos de Alex Von Gotz en febrero de 1998 y Jaime Suárez en noviembre del mismo año, el de John Biggar en 2000 y el de Constanza Cerutti en 2003.
Veladero. Ruta Oeste | ||
C1 | S28 01 51.3 W69 09 35.3 | 4220 m |
Pissis. Ruta SO | ||
C1 | S28 01 08.6 W69 10 03.3 | 4290 m |
Agradecimientos: al ingeniero Serer, al arquitecto Paredes y a todo el personal de Vialmani. |
FICHA VELADERO
Ubicación: Andes de Atacama. Provincia de La Rioja. Se accede por el camino internacional que conduce a Pircas Negras.
Cumbre: 6436 m. (IGM)
Fecha de cumbre: 16-09-2006
Ruta: Oeste
Integrantes: Alejandro Giménez, Marcos Cocconi, Nicolás Pantaleón, Eduardo Namur y Guillermo Almaraz (los últimos tres hicieron cumbre)
Dificultad: Alta Montaña.
Equipo adecuado: Abrigo de alta montaña, zapatos dobles, crampones, piolet o bastones, GPS.
Época de ascenso: Lo ideal es de noviembre a marzo. La presente expedición realizó el ascenso en invierno.
FICHA PISSIS
Ubicación: Andes de Atacama. Límite interprovincial La Rioja - Catamarca. La ruta normal es por la ladera catamarqueña, ingresando por la ruta internacional al paso San Francisco. La presente expedición se aproximó por el camino internacional que conduce a Pircas Negras en La Rioja.
Cumbre: 6882 m. (IGM)
Fecha de cumbre: 16-09-2006
Ruta: Suroeste.
Integrantes: Darío Bracali, Rolando Linzing, Guillermo Glass.
Dificultad: Alta Montaña.
Equipo adecuado: Abrigo de alta montaña, zapatos dobles, crampones, piolet o bastones, GPS.
Época de ascenso: Lo ideal es de noviembre a marzo. La presente expedición realizó el ascenso en invierno.
- Por Guillermo Almaraz -
UNA MIRADA PERSONAL
Todavía hoy la región de los Andes de Atacama parece ser la más desconocida de toda la cordillera. Seguramente allí reside uno de los atractivos únicos de esta área, que en cierta medida parece conservada para el desarrollo de un montañismo puro, un montañismo de exploración.
Hace poco Iker Pou escribía luego de su visita al Nevado de Chañi “¿Para que me voy a rebuscar una línea más difícil cuando la que hubiera elegido abrir Lionel Terray la tengo delante para abrirla yo? Nosotros si bien escalamos fuerte lo hacemos por una búsqueda de belleza. Nuestra mentalidad es muy romántica”. El montañismo romántico busca la línea natural, el llegar alto y dar un paso mas alterando el rumbo normal que quizás nos llevaría por otro lado. Los Andes de Atacama aún hoy se conservan no solo con líneas naturales por escalar sino con macizos enteros por descubrir y transitar, quizás en una etapa anterior a la definida por el vasco.
Disfruté de las palabras de los hermanos Pou porque descubrieron según sus palabras “su dorado” justo donde yo tengo el mío, y lo he encontrado basado en muchas razones, pero sobre todo en dos: la omnipresente carga humana que tienen las montañas de la región, veneradas desde hace mas de 500 años y realzadas en la actualidad por las actividades humanistas como la historia, la arqueología o la biología y su aún vigente característica de desconocidas, dando actualidad a la definición del padre del andinismo Fritz Reichert cuando en su primer viaje andino en 1904, traspuso el cordón del Cachi adentrándose “al altiplano del despoblado, la región que en los mapas se indica como desconocido”.
Hace más de una década que recorro esta zona donde se encuentran los volcanes más altos del mundo y siete de las diez montañas más altas de América, junto con mis amigos formando inolvidables cordadas llenas de anécdotas.
Siempre con una visión de anteponer la exploración a la posibilidad de asegurar la cumbre, los recorridos que más disfrutamos fueron aquellos que requirieron de investigación previa y decisión al momento de realizarlos.
Invierno del 2006, noche estrellada y ventosa, 22 grados bajo cero, valle del río Salado, 4600 metros de altura y una sopa pastosa con gusto a poco. Rolando me alcanza una lata de cerveza pero no me puede sacar el mal humor. Esa tarde hemos discutido entre todos y se han dividido los grupos.
El plan original era el primer ascenso invernal del Pissis, pero ahora nosotros nos vamos al hermoso Veladero que con su brillante glaciar oeste nos llama en con un prometedor ascenso por una vertiente inexplorada y estética.
El objetivo Pissis perdió para nosotros el atractivo al haber tenido que renunciar al glaciar oeste que deberemos esperar para subir finalmente en 2009 y además está a mas de 50 km y hay mucha nieve. No creo que por mas que Darío halla subido el Gasherbrum II hace unas semanas, pueda con este clima terrible y la gran cantidad de nieve que hay. Rolando sigue riéndose de la situación y evidentemente está mas allá de todo, disfrutando cada minuto. Yo me voy a comer con mis amigos Nico, Eduardo, Marcos Cocconi y el Pájaro Giménez. Mañana ellos se irán por 9 días y nosotros intentaremos en 5 el Veladero. Ellos caminarán 52 km y nosotros 22. En la mañana los ánimos aún crispados se van tranquilizando y acordamos que Nicolás y yo los acompañaremos hasta el campo 1 y luego regresaremos para acompañar para abajo al equipo que filma el documental. En el alto donde se ve el Pissis por primera vez en esta ruta, nos despedimos con un fuerte abrazo por 8 días.
Dos años y unos meses después en nuestra ruta al Pissis por el oeste volvimos a estar allí y acongojados recordamos las locuras de Darío en esa expedición, añorando esos días que ya no disfrutaremos.
Lo que siguió fue realmente de acuerdo al plan: 3 campos de altura, un glaciar impactante, una tormenta que casi nos deja fuera de combate, frio como nunca y con la aclimatación y la preparación pertinente unos tiempos bajo el mal clima inigualables.
El 16 de septiembre se abrió el cielo y durante el primer día despejado, luego del mediodía con Nico y Eduardo logramos la cumbre del Veladero con los dedos helados de las manos y de los pies y con la sonrisa que casi se queda congelada al exponerla fuera del pasamontaña. A esa hora también nuestros amigos Roli, Darío y Guiye Glass hollaban la cumbre del Pissis y mas al sur y unas horas después llegaban a la cumbre del Aconcagua los integrantes de Argentinos al Himalaya y quedaba trunco un intento al Mercedario.
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