- Por Griselda Moreno - Fotos: Griselda Moreno |
Pensaba en ese extraordinario número de personas que conformaron el 1er. ascenso absoluto a la montaña más alta del mundo, el Monte Everest. Pensaba en la organización, en el manejo y en el control de toda esa gente, que según los datos históricos sumaban entre montañistas, sherpas y porteadores unas ¡400 personas!. El líder de aquella expedición, el británico Jhon Hunt, tenía tan claro el objetivo que le valió sacrificarse a sí mismo para alcanzar el fruto esperado durante décadas. La historia habla de que esa expedición, además de suponer la materialización de un sueño fue el ejemplo de una organización y trabajo en equipo impecable.
Salvando todas las diferencias, traigo a este texto la citada expedición, porque la concreción de la 1er travesía integral femenina de las 9 cimas del Cordón del Nevado de Cachi tuvo que ver con algo de eso. Por supuesto nos faltaron 391 personas, nuestro equipo se conformó de solo 9, pero que bien pudieron haber valido por las que faltaron para sumar 400.
Un par de días antes nos habíamos reunido con Christian Vitry, para quienes no lo conocen, un montañista apasionado y de trayectoria, Licenciado en Antropología, Orientación en Prehistoria y Arqueología. Además de haber incursionado en las faldas del Nevado de Cachi decenas de veces, la primera vez cuando solo tenía 14 años, es quizás uno de los conocedores más profundo que tiene este cordón que cuenta con un libro de su autoría. Esa reunión fue importante, porque despejamos dudas, porque reafirmamos las ideas que teníamos al respecto de cómo encadenar las cimas, cuáles y donde serían aproximadamente los campamentos más apropiados, hasta donde podíamos tener agua, cuál sería el esfuerzo de cada jornada, el peso que tendríamos que cargar, por supuesto, todo supeditado a posibles cambios, de acuerdo a los imponderables del clima, a cómo nos fuéramos sintiendo, a los que nos ofrecería cada día la montaña. En este aspecto, las buenas decisiones tomadas a partir de posibles situaciones serían concluyentes.
Desde mucho antes de esa reunión, habíamos planeado que la expedición tendría dos grupos de apoyo vital. Queríamos pensar algo que nos permitiera tener al menos dos puntos claves de evacuación y tener gente preparada para atender cualquier emergencia. Queríamos un plan que también nos permitiera pensar en la probabilidad de cumplir el objetivo aunque alguna de nosotras tuviera que descender.
Las nueves personas que hicimos parte de esta historia fuimos divididas en tres grupos: el “Equipo Integral” de carácter plurinacional integrado solo por mujeres y que haría la travesía estaba formado por Denys Sanjines (Bolivia), Lixayda Vazques (Peru) y Karoline Kaasa Dahl (Noruega) y Griselda Moreno (Argentina). Y dos equipos mixtos de soporte que se quedarían en los campamentos bajos: "Equipo Kühn" formado por Mercedes López (Argentina) y Martín Aviles (Bolivia) apostados en el Campamento Isla de Piedras (4775msnm) y el "Equipo La Hoyada" formado por Mariela del Valle Flores (Argentina) Norma Bonmamn (Argentina) e Igor Madueña (Bolivia) localizados en el campamento Piedra Grande (4.200msnm). La localización de los equipos de soportes daba la chance real de estas vías de evacuación pensadas, una vía sería por el anfiteatro de Khun y la otra sería por la Laguna La Hoyada.
Los representantes de Bolivia son expertos rescatistas y paramédicos que vinieron de su país para apoyar todas las etapas de la 2da edición del proyecto Mujer Montaña. Mercedes y Mariela son excelentes conocedoras de la zona, por lo cual la orientación a los grupos de soporte era sobre todo brindada por ellas. Además, el equipo La Hoyada, guardaba la misión de apoyar con el abastecimiento de un depósito de agua y comida cerca de la cima de la cumbre Melendez, cuando el equipo femenino que caminaba las altas cumbres llegara a la mitad del recorrido.
A lo largo de toda la expedición y como equipo técnico para llevar a cabo lo planeado, cada grupo estaba abastecido de un doble sistema de radiocomunicación para triangular toda la información, el cual fue fundamental para coordinar las diferentes acciones pensadas. También teníamos un teléfono satelital gestionado a través del Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM - Salta).
El domingo 4 de Mayo dio inicio la expedición. Con el apoyo logístico de la Municipalidad de Cachi partimos temprano de Salta a uno de los pueblos más pintorescos e históricos que tiene la provincia. Recuerdo el momento en que todos estuvimos dentro de la combi, era mirar el grupo y sentir mucha confianza en este equipo humano. Como saber que el plan, la idea, la estrategia que habíamos preparado estaba en nuestras cabezas, pero sobre todo, el estimulo y motivación que venía del corazón.
Subiríamos las cumbres de Libertador General San Martín (6.380); Hoygaard (6.100); Meléndez o La Hoyada (6.150); San Miguel de Palermo (6.030); Pellicelli (6.000); Pilar de las Pailas (5.960), Di Pasquo (5.600); Peñón Blanco (5.500) y La Pirámide (5.300).
La traffic nos dejó en el puesto de Liquin a algunos kilómetros de otro puesto llamado Huayco Hondo, lugar donde usualmente se comienza el ascenso en sí. Los nueve, junto a tres porteadores (ya que había que trasladar equipo de rescate y medicina) iniciamos camino hacia el primer campamento, Piedra Grande, localizado a 4.200msnm.
“Mi primer encuentro con la montaña fue mágico, me encantaron los picos y rápidamente me hice una idea de por donde iríamos y en qué orden haríamos la travesía” (Lixayda Vasquez).
Creo que cuando dimos esos primeros pasos supimos que no había marcha atrás, las ilusiones y la convicción del objetivo se metieron en el estómago y dieron rienda suelta para vivir la montaña con toda el alma.
“Desde lejos, el Nevado de Cachi se ve como un cordón de altos picos con nieve, pero alcanzable, no técnico. Sin embargo había que pensar que solo un par de equipos habían alcanzado lograr las nueves cimas en una sola expedición, hombres fuertes con experiencia de montaña. El reto de ser el primer equipo femenino, era demasiado tentador y emocionante” (Karoline Kaasa Dahl)
Llegamos tarde al 1er campamento, casi teníamos la noche encima y un viento importante que nos llevó a pensar si los nueve días que teníamos por delante serían así. Armamos carpas rápidamente, despedimos a los porteadores, ya que solo nos ayudarían hasta allí y comenzamos a cocinar mientras conversábamos bastante en alto sobre varias cuestiones. Quizás las conversaciones de este tipo llevan a develar y descubrir la calidad de compañeras/os que tenemos. El carácter de cada una se imponía claramente, lo que opinaba cada una era importante, decidir en consenso y bajo las alas del cariño y respeto fue esencial.
“Desde la 1era etapa de este evento todo el empeño puesto en sus protagonistas y organizadoras fue incesante, cada siguiente paso había sido planificado al detalle. Qué responsabilidad tuvimos todas! y que encrucijada de vida asumir tales compromisos!. Este desafío se venía grande, el trabajo era arduo pero valía cada segundo.” (Denys Sanjines)
Al día siguiente, con menos viento y optimistas en que hubiera una larga ventana de buen clima partimos hacia el campamento 2, Isla de Piedras (4775msnm) con ayuda en el porteo de las tres personas (Mariela, Norma e Igor) que se quedarían en Piedra Grande. Esa misma jornada, ellos regresarían a su puesto, así lo dictaba el plan. Al día siguiente hicimos lo mismo, rumbo al campamento 3 (5.110msnm) nos acompañaron y ayudaron en el porteo Mercedes y Martín. A partir de allí, el camino solo lo haríamos nosotras 4, quienes formábamos el grupo integral. Teníamos 6 días para ollar las nueve cimas y regresar al punto de inicio para encontrarnos con todo el grupo de nuevo.
Dentro del plan había días más duros que otros, el 4to día era uno de ellos, pero no sabíamos que se teñiría de tristeza. Este día teníamos que subir al campamento 4 (5.650msnm) y localizarlo sobre el Anfiteatro Khün, un tramo pesado, abrupto y un poco incomodo, considerando que nuestras espaldas cargaban mochilas de más de 20kilos. Este anfiteatro que brinda una vista maravillosa, fue bautizado en 1984 por Jorge González y Christian Vitry, inspirados quizás en la historia de Franz Khün, un estudioso de origen alemán, que había explorado esta ruta en el año 1910.
Logramos visualizar un posible campamento poco después del mediodía, dejamos las mochilas y emprendimos camino a la 1era cima, San Miguel de Palermo (6.000snmsn). Habíamos leído que esta cima era una de las más lindas de todo el cordón, “su recortada silueta y abrupta ladera, le confieren las aéreas características que son del agrado de cualquier montañés” – dice Vitry en su libro. Podríamos saberlo una vez que termináramos la travesía, pero podía instruirse por lo que se veía, por la oportunidad que tuve de subir al promontorio próximo a la cima y admirar como subían mis compañeras paso a paso hacia la misma estampadas en un escenario sorprendente.
“Luego de 4 días de aproximación, llegamos a la primera cumbre las cuatro, un tanto cansadas luego de trepar el anfiteatro Khun con las mochilas bastante pesadas. Para mí, acostumbradas a montañas técnicas, era difícil creer que hacía un 6 mil y que llegaba caminando sin equipo técnico adicional. Por supuesto que el tema de la altura era una dificultad por sí misma, sabíamos que nuestros campamentos durante la travesía se mantendrían generalmente a mas de 5700 msnm, y el solo hecho de vestirse nos dejaría sin aliento” (Lixayda Vasquez)
Estando en la cima, sacando fotos y riendo de felicidad, hablando de la impactante “canaleta argentina” nominada así el 25 de enero de 1986 cuando se realizara la primera ascensión por parte de los salteños Antonio Zuleta, Emilio Gonzales Turu y Christian Vitry, y que conducía a donde estábamos paradas por la cara sur de la montaña, Denys dio signos de una tos que nos llamó de alguna manera la atención.
A veces la montaña nos pone donde debemos estar, simplemente suceden cosas que a veces nos resultan inexplicables en ese momento, pero luego, uno entiende porque sucedieron. Denys descendió la montaña normalmente, haciendo bromas como es su estilo. Karoline y yo nos habíamos adelantado para empezar armar las carpas, el sol caería rápidamente y el frio empezaría a protagonizar lo que quedaba del día. Hidratamos, cenamos y nos comunicamos por radio con la gente de los campamentos bajos. Teníamos tres horarios de comunicación con ellos: 9:00, 14:00 y 21:00hs. La tos de Denys había crecido un poco, pero tampoco para pensar que se trataba de algo más que un enfriamiento de garganta. Reposo e hidratación podrían reponerla nuevamente. Incluso conversamos la posibilidad de al día siguiente si aún estaba con molestias en la garanta, se quedara descansando en el campamento y no subiera a la 2da y la 3era cima, porque también sería un día pesado.
A las 23:00hs comenzó una noche interminable. Su tos se complicó intempestivamente generando alarma en la propia Denys y por supuesto en nosotras. La calmaba tomar líquidos calientes, lo hacíamos cada media hora o 45 minutos, luego de ese tiempo la tos comenzaba junto con un proceso de expectoración importante. Lixayda bien entrenada en primeros auxilios revisaba a Denys y evaluábamos la situación. No presentaba signos de cianosis, no tenía dolores de cabeza, ni nauseas, tenía esa tos que complicaba un poco su respiración y la asustaba. Luego de pensar las posibilidades, bajar los 1000 metros al campamento donde se encontraba el grupo khun de soporte vital era riesgoso, el descenso empinado sobre todo de la sección del anfiteatro a la madrugada no lo veíamos posible por los riesgos que esto acarreaba en sí y más aún con una compañera que había empezado a debilitarse. Lo mejor era esperar unas horas hasta las primeras luces del día y entrar en comunicación para dar aviso de la situación planteando como sería la operación de su evacuación.
La carpa que compartíamos con mi compañera y amiga de proyecto olía a mucha tristeza. La fría noche había cristalizado las paredes de este hogar y el frio se sentía en el aliento. El rostro de Denys me decía tantas cosas, entre ellas la profunda desazón de no poder continuar, ¿qué decir cuando en lo hondo una persona siente que un objetivo, un sueño se frustra? A veces hay que actuar con frialdad y más aún en situaciones donde la persona comprometida no está en condiciones de decidir. Indudablemente su cuerpo le daba claros mensajes, su único camino era el descenso.
“Nací a los 3600 metros, chica andina de sierra, aclimatada desde chiquita, enamorada de la montaña y con la dicha de poder visitar su morada diariamente. Ahora adulta, una “mujer montaña” viviendo un sueño de vida lleno de sorpresas. Después de 12 años de montañismo, por primera vez en toda mi carrera, me dio un principio de edema pulmonar. Atípico, me dirían después los médicos, pero me obligo a bajar de esta travesía de ensueño. ¡Qué inesperado fue!, ¡Que desconcertante! Fue un descenso silencioso y nostálgico, donde me preguntaba, ¿qué lección me estaría dando la montaña esta vez? Descendí lentamente campamento tras campamento, me detuve, mire atrás, admire aquella cumbre alcanzada y recorrí imaginariamente la travesía integral. Que duro que se venía venir para la expedición, pensé en cada una de nosotras, las de arriba y las de abajo y entendí el gran compromiso que cada una de nosotras había asumido con el proyecto, todas estábamos allí, trabajando en equipo como amigas y montañistas”. (Denys Sanjinés)
A las 6:00 de la mañana Denys recibió la primera aplicación de dexametasona. A las 9:00 de la mañana me comunicaba por radio con Martin y Mercedes del equipo de soporte vital Khun para anunciarles lo sucedido y lo que haríamos:
-Martín iniciaría el camino lo más rápido posible hacia donde nosotras estábamos y vendría con lo necesario para atenderla.
-Lixayda -más preparada paramédicamente - bajaría con Denys hasta el punto donde Martín las encontrase, y regresaría al campamento.
-Karoline y yo iniciaríamos el camino de la jornada planeada para el 5to día: la cumbre Hoygard (6.180msnm) y la cumbre El Libertador (6380msnm)
-Lixayda intentaría alcanzarnos una vez que dejara a salvo a Denys.
Despedirnos y en particular despedirme de mi amiga fue doloroso. Sentí que algo de mí se iba con ella, en ese momento estaba tan débil como ella, el stress emocional que habíamos pasado me había dejado sin fuerzas. Pero tuvimos que poner el corazón en dirección al objetivo, seguir lo planeado, estábamos preparadas para enfrentar logísticamente lo que estábamos atravesando, pero uno no sabe cuán duro emocionalmente puede ser hasta que se vive.
A las 10:15 de la mañana del 5to día Karoline y yo salimos rumbo a la cima principal, mientras Denys y Lixayda se alistaban para bajar. El clima nos acompañaba, apenas una brisa y el cielo azul brillante. Pero mi cuerpo estaba tristemente machucado, Karoline se sentía bien, sería ella quien entonces me diera los ánimos y la fuerza para alcanzar los objetivos de esa jornada. Pasaron un par de horas y por radio me comunicaba Lixayda que Denys ya estaba en descenso junto a Martín y que ella iniciaba el regreso al campamento para al menos intentar llegar a la cumbre Hoygard. Martín había literalmente volado para encontrar a las chicas, su fortaleza y amplia visión de lo que hacíamos lo ponía en un compromiso inquebrantable.
“Renuncie a la cumbre más alta donde Gri y Karo si pudieron llegar, ese día la cumbre para mí fue que nuestra compañera estuviera a salvo”.
Karo y yo llegamos a los 6380msnm de la cima principal casi a las 16:00hs Nos había tomado 5 horas y 45 minutos llegar. Teníamos 3 horas para regresar con luz al campamento. A Lixayda no le había alcanzado el tiempo, el tramo de la cumbre Hoygard a la principal es un tramo largo aunque no lo parezca, pero además psicológicamente es un poco difícil, ya que hay descender para volver a subir. Poco después de las 19:00hs estábamos de nuevo en el campamento, ahora el camino lo seguiríamos solo tres.
“Perder un miembro del equipo fue difícil emocionalmente, pero reforzó al mismo tiempo las ganas de lograr la travesía”. (Karoline Kaasa Dahl)
Solo queríamos que llegaran las 21:00hs para tener noticias de nuestra compañera. Me tranquilizaba enormemente saber que Mercedes estaba con ella, conteniendo su tristeza sobre todo. A lo largo de todos mis años en la montaña, nunca nadie me ha dado tanta confianza como ella para atender este tipo de situaciones. Su sensibilidad y palabras oportunas les han conferido a todas nuestras salidas ese elemento indispensable en las expediciones.
Nos dormimos con las estrellas, sabiendo que Denys estaba cuidada y abrazada. Nos dormimos apretadas y calentitas, ahora éramos tres, en una carpa de dos.
El 6to día levantamos campamento. Teníamos que avanzar y trasladarnos, localizar un lugar entre las cumbres Melendez y Pailas. Esa jornada teníamos que conseguir la 4ta cima.
Me levanté pensando en las palabras de mi amiga Mariela cuando días antes nos habíamos despedido en el 2do campamento. Ella me dijo que presentía que esta integral se iba a lograr “todas las energías van para un solo lugar, tanto las montañas como quienes aguantamos desde abajo las acompañamos en cada paso y en cada preocupación que suceda allá arriba”.
Iniciamos camino con todo a cuestas. Había que subir a los 6000msnm nuevamente y hacer una travesía por el filo. Luego de algunas horas localizamos campamento a los 5.900msnm en un lugar accidentado, donde teníamos que trabajar la plataforma para armar la carpa. Cómo habíamos hecho anteriormente, dejamos las mochilas y fuimos por la cumbre Pilar Las Pailas (5.690msnm). Desde ese punto final se puede apreciar la razón de llamarse pilar, según lo leído “junto con el San Miguel de Palermo (la 1era cima hollada) forman las columnas de ingreso al anfiteatro de Khun….como así también, los dos únicos brazos o cordones que se desprenden de la columna principal de Nevado de Cachi, ubicada en sentido norte-sur”. La panorámica desde aquí es muy didáctica, ya que se puede apreciarse muy bien la travesía de las cimas. Paradas allí en las rocas finales de esta cumbre nos alegraba saber que dentro de los integrantes de la 1era expedición de esta cumbre llevada a cabo en 1987 había dos mujeres: Flavia Elpeza y Teresa Dragone.
Mientras nosotras hacíamos cumbre, Mariela y Norma no estaban tan lejos. El equipo La Hoyada que había subido a dejar provisiones como el plan lo establecía, acampaba por la zona de la Laguna. Incluso Mariela nos diría después por radio que nos había visto como figuras pequeñitas caminar por filo del Pilar de Las Pailas.
Las tres nos llevábamos muy bien, asumíamos en silencio los roles y lo que cada una tenía que hacer.
“Debíamos construir los lugares para nuestro campamento en medio de las pedregosas morrenas de bastante inclinación, era momento de construir plataformas de retención, remover la mayor cantidad de piedras posibles y hasta hacer muros protectores, estas tareas se hacían con una sincronización increíble sin pactarlo y sin segundos que perder, pues la urgencia de tener un lugar libre de frio y de viento era trascendental” (Lixayda Vasquez)
“Habíamos encontrado tal concordancia, que sabíamos hasta como acomodarnos para dormir. Poder entrar cada noche en un carpa, sentirnos seguras, calentitas, comer, hidratar, charlar, eran momentos de alivio y alegría luego de jornadas tan duras, y nos preparaba para un nuevo día de espectacular montañismo”. (Karoline Kaasa Dahl)
Yo sentía que la luna nos acompañaba, crecía e iluminaba cada vez más junto a nosotras. Se avecinada la luna llena de tauro, también conocida como la luna llena de mayo, la luna llena de buda o Wesak, que según dicen marca el punto culminante de la bendición espiritual al mundo. Mis recuerdos de está luna llena se remontan al Himalaya, donde hay una ceremonia especial en un valle del Tibet, donde a partir de la meditación y la oración, las personas espirituales de todas las religiones y tradiciones se vinculan en mente y corazón. Quizás algo de todo esto nos estaba acompañando, porque de alguna manera sentíamos que nuestra Pachamama nos ayudaba a caminar.
La 5ta cima marcaba más de la mitad, y nos animaba de una manera desbocada. Pensaba en Denys, sabíamos que había iniciado el descenso a Cachi, mientras más abajo estuviera, mejor se recuperaría. Mercedes estaba con ella. Martín se había unido al grupo de Piedra Grande, pues nosotras ya habíamos pasado al abrigo del posible 2do punto de evacuación. Pensaba en Martín e Igor y su tremendo compromiso y profesionalidad para con el proyecto. Cada vez que nos comunicábamos por radio recibíamos de su parte palabras de aliento y cariño.
Llegamos a La Cumbre Melendez o también Hoyada con algo de viento, una gran parte del ascenso lo hicimos con crampones. En esta cima, a la que algunos también he sentido llamar la cima arqueológica, Christian Vitr explicaba “he identificado y relevado un rectángulo ceremonial (pircado de escasa altura de 12x6 metros) donde hace 5 siglos las etnias locales practicaban ritos y ceremonias religiosas paras sus divinidades”.
Quizás por este especial atractivo visitar esta cumbre sea singular.
El séptimo día implicaba llegar a esta arqueológica cima pero también a la siguiente, en el medio, teníamos que recuperar el depósito que nos habían dejado. Hayamos el paquete fácilmente, varias botellas de 2 litros de agua congelada y una bombona de gas. El descenso de la Melendez al ascenso a la Cumbre Pellicelli (6.000msnm) supuso el magnífico encuentro de un paisaje de cuento: La Laguna La Hoyada y su pequeña vecina La Laguna Blanca nos dejó de boca abierta y con el corazón ¡muy amplio! ¡muy lleno!
Desde esta 6ta cima que cumplíamos se apreciaba todo lo que nos quedaba, las tres cimas menores, pero no por eso menos complicadas. Cuando superamos la mitad de las cumbres del total objetivo algo en nuestro interior nos hacía sentir que podríamos conseguirlo. Estábamos fuertes y decididas, el compañerismo y amistad había generado una confianza en el equipo tal que generaba este sentimiento de victoria anticipado. Por supuesto con respeto, quizás solo era el anhelo, quizás queríamos conseguirlo para honrar a cada persona de esta expedición que indudablemente subía y pisaba con nosotras cada cima.
“Cuando empezamos a contar con varias cimas, tenía las esperanzas cada vez más real de que lo íbamos a lograr. Cada vez que subíamos a una cima era una experiencia única. Cada cima su característica y su manera de escalar y cada una nos brindaba una vista variada de hermoso paisaje” (Karoline Kaasa Dahl)
Nuestro campamento entre la cumbre Pellicelli y la cumbre Di Pascuo (5.400msnm) era aventurado. Por lo expuesto que estaba ante lo vientos, además de armar una plataforma a fuerza de pico y pala de piolet construimos un pircado alrededor que los propios incas se hubieran sentido intimidados. Luego de buscar a lo largo de una hora un posible sitio, no nos quedó más que localizarlo sobre el filo de la travesía.
Tuvimos un atardecer maravilloso y el viento que prometía soplar a lo largo de la noche, simplemente enmudeció.
“Teníamos tanta confianza con el avance de la expedición que se nos ocurrió que podríamos hacer las 3 últimas cumbres en el octavo día. Pero no fue así, precisamente estas cumbres más pequeñas fueron las más difíciles de superar por el terreno pedregoso, la exposición e inestabilidad que tenían, los vientos que a partir de ese día eran mucho más fuertes. Además, todo debíamos hacerlo con una mochila que pesada y sumando que ya teníamos una semana de actividad. La travesía iba cargada de tensión, cada paso debía hacerse con muchísima concentración y cuidado, siempre cuidándonos las unas a las otras, y coordinando los pasos y tiempos para pasar ciertos tramos en las aristas expuestas. Las ráfagas de viento nos hacían perder equilibrio y todo lo que tocábamos se desmoronaba. En un momento me sentía como en una guerra y que las ráfagas de viento eran ametralladoras, debíamos de esperar el segundo exacto en que se calmaba un poco para cruzar lo más rápido posible estos tramos. Luego nos reiríamos de esta experiencia pero en su momento debíamos estar muy concentradas”.(Lixayda Vásquez)
Antes de partir a esta expedición, nuestro amigo Emilio Gonzales Turu, nos había marcado y reiterado el sumo cuidado en esta parte de la travesía. Pero hasta no estar allí, no supimos lo expuesto y peligrosa que era. Nosotras queríamos seguir la lógica de la travesía, podíamos optar por poner un campamento en la base de las montañas, aunque tuviéramos que descender, luego se llegaba a las cumbres por rutas más accesibles y sin peso mediante. Pero nosotras queríamos hacerlo de este modo.
Veinte años atrás, del 22 del octubre al 2 de noviembre de 1984, se lograba por primera vez encadenar las 9 cimas de este cordón. Lo consiguieron Rodolfo Ramos Cointte, Roberto Tercero y Alejandro Lewis. Algunos problemas en la logística, hizo que la travesía se demorara más de lo pensado, completando 12 días para conseguirlo. En el verano de 1998, Ariel Mazzei y Daniel Cedrón completaron las 9 cimas en 7 días. Hasta la última edición (la 3era) del libro El Nevado de Cachi de Christian Vitry, estás eran las dos únicas expediciones documentadas. Las dos expediciones fueron distintas entre sí, y la nuestra venía siendo distinta a las dos anteriores. En el verano del 2013 Gustavo Lisi junto a Miguel Olivos logran unir los cordones Cahi y Palermo en una travesía de 13 cimas sin precedentes.
El 8vo día, pudimos encadenar en una jornada de mucha lucha y tensión las cumbres Di Pascuo y el Peñon Blanco (5.400msnm). Esta última, considerada la cumbre más técnica de todo el cordón, “como un dedo señalando al cielo, se eleva unos 80 metros en su parte final, confiriendo al paisaje una extraña belleza, poco común en los redondeados perfiles cordilleranos” cuenta Vitry en su libro.
La ventana de buen tiempo comenzaba a alertarnos que pronto dejaría de ser bueno. El viento protagonizó la tarde del 8vo día de una manera amenazante que nos llevó a descender más de lo querido para encontrar un campamento resguardado de los posibles embates furiosos del viento de la noche. Nos quedaba la última cima y con ella llevar nuestras ilusiones a lo más alto.
Ver a través del lente de la cámara a Lixayda y Karo paradas sobre la última cumbre La Pirámide (5.300msnm) con los bastones en alto rebosantes de alegría me emocionó en lo más profundo. Solo quería llegar, abrazarlas y gritar junto a ellas la dicha de haberlo logrado. Quería llamar a Denys y decirle que nuestras cumbres eran también de ella y de todo el equipo.
“El noveno día al llegar a la cumbre La Pirámide, nos comunicábamos con nuestras/os compañeros que ansiosos aguardaban nuestras noticias, la emoción me quebró y quise hacerles participe mediante la radio y se me escapo un “estamos en la cumbre… lo logramos carajo!” fue realmente un momento muy emotivo, entendí que no existe montaña fácil y que todas merecen el esfuerzo y concentración necesarios para conseguirse.” (Lixayda Vasquez)
De la cumbre sobrevino un lento y fatigoso descenso al punto donde todo había iniciado. El largo camino restante anunciaba que se avecinaría la noche antes de un posible reencuentro con el resto del grupo. Mercedes y Denys desde el pueblo de Cachi habían organizado estar a las 19:00hs en el puesto de Liquin, allí nos esperarían. Había conversado con Mercedes por Satelital en la mañana del noveno día unos minutos antes de partir a la cumbre para coordinar el encuentro y decirle que estábamos bien.
La noche nos atrapó y con ella el terreno de regreso fue confuso. El viento no nos dejaba entrar en comunicación con quienes nos esperaban cerca de Huayco Hondo. Las señales de luces de las linternas no eran visibles. Me preocupaba su preocupación, eran las 22:00hs y nosotras seguíamos caminado. A la distancia pudimos al fin ver una linterna, era Juan Liquin, que había llegado con su camioneta hasta Huayco Hondo, Mercedes la había contratado para que no tuviéramos que caminar los kilómetros hasta donde la traffic podía llegar.
¡Qué alegría interminable fue encontrarlos al fin!
“Quién diría que la enorme planificación, compromisos y respeto a la montaña asumidos en esta 2da edición, habrían sido útiles en mi propia evacuación. Que contenta estuve cuando entendí que habíamos logrado nuestro objetivo! el proyecto había generado desde su creación, un compromiso social, medio ambiental, deportivo y responsable; sonreí mucho cuando recordé cada momento vivido y me alegró saber que volvería a casa tranquila y entera. Me sentí muy segura, agradeciendo a la feminidad por no habernos permitido olvidar ningún detalle. Estar allí con amigas fue los mas valioso, pues gracias a su apoyo podría besar a mi hijo nuevamente”. (Denys Sanjinés)
He sentido decir que los éxitos en la montaña son de aquellos que logran las cumbres. No puedo estar de acuerdo con eso. Además de parecerme corto, egoísta y de pensamiento obtuso, jamás podríamos pensar y mucho menos sentir que el éxito de esta expedición solo perteneció a quienes pisamos las cimas. Esta expedición estaba absolutamente despersonalizada, la expedición en sí cumplía un objetivo, cada una poniendo lo mejor, cada una aportando su experiencia de vida en la montaña. El objetivo de esta integral femenina era que al menos una de nosotras pudiera ollar las 9 cimas, no importaba quien, el grupo apoyaría a esa o esas mujeres que lo hicieran.
El mensaje de Mujer Montaña para esta tercera etapa no tenía que ver con protagonismos individuales, sino con el esfuerzo, valor, compromiso, convicción del equipo, nueve personas, 4 de ellas poniendo su corazón en tierras más altas y 5 de ellas en las más bajas. Para quienes formamos el equipo integral, saber que los equipos de seguridad estaban para respaldar cualquier imprevisto significaba no solo confianza, sino, mayor valentía.
No hay anónimos en esta expedición, todas y todos tienen nombre y apellido y hoy nos sentamos en igualdad en la tribuna de la alegría al saber que lo realizado fue un trabajo en equipo de extraordinario desempeño y que esta historia, más allá de quedar registrada en la historia del montañismo salteño, argentino y latinoamericano, encontrará en el futuro el eco de lo que quiso trasmitir.
“Ahora más compañeras que nunca y con la alegría de una edición exitosa, nos llenamos de energía para soñar en una siguiente aventura” (Denys Sanjinés).
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