Los nombres geográficos o topónimos suelen ser el reflejo de lo que están significando, expresando la relación existente entre el hombre y la naturaleza. Las diferentes culturas ordenan sus espacios y los resignifican permanentemente, pero siempre prevalece un sentido práctico en el proceso de construcción de paisajes. Tomemos como ejemplo algunos topónimos de nuestra geografía: “Yacochuya” agua cristalina; “Cachiñal” camino de la sal; "Muñano" (originalmente muñayoc) lugar donde hay muña muña (vegetal andino usado como infusión). En castellano la situación no es diferente, tenemos así cerro Negro, volcán Blanco, cerro Colorado, cerro Overo, río Blanco, río Bermejo, río Seco, río Ancho, Barro Negro, Ciénaga, Lagunilla y los ejemplos siguen.
Las interpretaciones atribuidas al topónimo Llullaillaco son muy variadas y a veces sin sustento alguno que las justifique.
Del diccionario quechua de Gonzalez Holguin se puede obtener una posible interpretación: Llullu se refiere a "una cosa tierna que nace o crece antes de endurecerse", según el investigador Johan Reinhard "Esto podría referirse a Llullaillaco como un volcán activo, donde la lava fluye como agua y luego se endurece". Otros autores interpretan el término “llulla” como “yuya” que significa memoria, recuerdo, razón por la cual interpretan al topónimo como “agua de la memoria o del recuerdo”.
El investigador Dick Edgar Ibarra Grasso propuso como interpretación del topónimo el de "Montaña del Diablo", ya que este ser, es exclusivamente mentiroso. Para él "yacu" (agua) no forma combinación normal con la raíz "Llullay" (infinitivo del verbo mentir), razón por la cual se debe buscar el significado en "llacu" y no en "yacu". "Lla" es una partícula que significa que "se hace exclusivamente una cosa". Llullaylla significaría entonces "exclusivamente mentiroso"; "cu", opina el investigador, "es partícula que significa el estado". Al respecto, cabe mencionar que el “diablo” es un concepto de la cultura occidental judeo cristiana, nada tiene que ver con la cosmovisión andina prehispánica que intentamos analizar.
El cronista mestizo Felipe Guamán Poma de Ayala, en su obra "Nueva Crónica y Buen Gobierno", de fines del siglo XV y descubierta en 1908, en la sección destinada a "Ritos y Ceremonias" se refiere a los "Hichezeros de Zueños" (p.253), que eran llamados LLULLALAICA UMU; entre otras cosas dice "otros hichezeros hablan con los demonios y chupan y dizen que sacan enfermedades del cuerpo y que saca plata o piedra o palillos o guzanos o zapo o paxa o mays del cuerpo de los hombres y mugeres. Estos dichos son falsos hichezeros; engaña a los yndios ydúlatras." (op.cit.).
Estos “hechiceros de los sueños, brujos mentirosos, falsos o hechiceros del fuego”, realizaban sus actividades en los adoratorios o lugares sagrados, tales como apachetas, montañas, vertientes u otros lugares del espacio geográfico consagrados socialmente para tal fin.
"El Llullallaica Umu basaba su inspiración en el fuego; y como sacerdote presidía las ceremonias dedicadas al sol, la luna y el lucero.[...] ...trabajaba en las cuatro áreas del imperio y realizaba sus ofrendas a través del fuego, posibles luminarias encendidas en las montañas o en las pampas de la Janca,..." (p.33).
Si el Llullallaica Umu presidía las ceremonias dedicadas al sol, realizaba sus ofrendas en las montañas y apachetas, y encendía luminarias en los cerros, no es tan descabellado pensar que el topónimo Llullaillaco, se refiera a esos hechiceros de los sueños, aparentemente, tan importantes para los rituales precolombinos.
Por último y basados en investigaciones arqueológicas y ambientales realizadas en el terreno, proponemos justificar el topónimo de manera literal y pragmática como suelen ser la mayoría de nombres geográficos en el mundo andino. Las investigaciones que realizamos en diferentes sectores de la base del volcán evidenciaron la ausencia de vertientes, sin embargo, entre los 5.400 m y 5.800 metros sobre las laderas oriental y meridional, se localizaron varias surgientes manifestadas a través de cuerpos de agua de escasa profundidad y algunos cauces provenientes del deshielo con abundante agua, pero de corto recorrido. A este sector acotado altitudinalmente lo denominamos “cota de agua”.
Esta forma de manifestación del agua permite inferir acerca el significado del topónimo, "Llulla" significa mentira, cosa engañosa, y aparente y vana o falsay “yaku” o “llaco” quiere decir agua.
Las montañas son grandes reservorios de agua, pues es allí donde se producen las precipitaciones en forma de nieve, y desde donde brotan las vertientes que, en el caso del Llullaillaco están ausentes, brotando el agua a través de pequeños cuerpos y cortos cauces en un lugar poco común. Cabe destacar que la disposición de los sitios arqueológicos en el sector oriental está totalmente relacionada con la particularidad hidrogeológica de la montaña.
Esta hipótesis se complementa muy bien con interpretaciones y leyendas registradas en el actual territorio chileno. Algunos cronistas que transitaron por el Despoblado de Atacama durante los siglos XVI y XVII mencionaron en las proximidades del mítico volcán el topónimo Anchallullac, que significa “muy mentiroso”.
La investigadora chilena Dra. Cecilia Sanhueza junto a otros colegas trabaja desde hace varios años en la región del “Despoblado de Atacama”, habiendo reunido una valiosa información bibliográfica y de campo como la de Achallullac.
Anchallullac es un curso de agua de características singulares que llamó la atención de algunos cronistas que transitaron la zona entre los siglos XVI y XVII.
Gerónimo de Bibar, cronista de Pedro de Valdivia, relata en 1558: “Sécase este río de tal manera y suerte que dicen los indios, que mal lo entienden, que vuelve el agua arriba a la contra de como ha corrido. Por lo tanto, le llaman los indios Anchallulla, que quiere decir gran mentiroso".
Mariño de Lobera en 1595 dice: “a ciertas horas del dia viene de monte a monte, y cuando se le antoja se seca de repente”.
Juan López de Velasco entre 1571 y 1574 comenta sobre: “un arroyo pequeño que se dice Auchillulca, que quiere decir “muy mentiroso”, porque a ciertas horas del día llega el agua dél al camino del Inga, a causa de que se hiela en su nacimiento y sólo corre cuando hay sol”.
Antonio Vásquez de Espinosa comenta en 1628 que: “…vienen corriendo las aguas de la nieve con grande auenida, y furia en grande abundancia […] la cual se lleua quanto halla por delante, esta es cierta, y ordinaria todas las madrugadas, y dura por el tiempo referido, y como a los que no saben la tierra les a sucedido desgracias, le an puesto a este valle por nombre Hatunllulla, que quiere decir gran mentiroso y engañador”.
En 1674 el padre Diego de Rosales lo menciona como el río que sigue al sol “…Porque assi que el Sol se retira de nuestro horizonte, esconde el rio repentinamente sus aguas sin que se halle una gota de agua en toda su caxa, y al punto que vuelue a nacer el Sol repite tambien el rio su curso. […] por estas mudanzas, o engaños que haze a la vista de los indios, le pusieron un nombre, que significa engañador, llamandole Anchallullac, que en el lenguaje Peruano quiere decir grande engañador”.
Los investigadores chilenos consideran que Anchallullac puede ser el Río Frío, que tiene buena calidad de agua, está próximo a un tambo Inca, por las noches se congela y hacia el nororiente se destaca, imponente en el paisaje, la silueta del volcán Llullaillaco. Tanto el volcán como el río Anchallullac fueron referentes simbólicos de importancia para los indígenas prehispánicos de la región de Atacama.
Como mencionamos más arriba, nuestras investigaciones en Argentina nos indican que esta montaña no posee vertientes o ríos como se podría esperar de cualquier cerro que tiene nieve todo el año. El agua, que hasta hace poco se creía inexistente, surge por arriba de los 5.000 metros en forma de numerosas lagunillas y arroyos de pocos metros de longitud. De esta forma, el significado de “aguas mentirosas” se comprueba con fenómenos naturales tangibles y se complementa perfectamente con los históricos relatos de Ancallullac en el actual Chile.
Solo resta decir que muchas veces la sacralidad de una montaña poco tiene que ver con su nombre “doméstico”. Puede tratarse de un adoratorio muy importante –de hecho el Llullaillaco lo es- y no tener un nombre “sublime”; si un cerro es blanco seguramente así se llamará, y si esconde el agua en uno de los desiertos más áridos del planeta, posiblemente su nombre se relacionará con ello.
Los seres humanos necesitamos organizar y ordenar el espacio que habitamos, nombramos y significamos cada elemento que nos rodea de una manera práctica, somos constructores de paisajes a través de una narrativa del espacio geográfico que sirve para ubicarnos en el mundo.
Otros nombres utilizados: Llullayllaco, Llullaiyaco, Llullaillacu, Llullaillaku, Llullay-Yacu, Llullay Yacú, Llullayacu, Yuyay Yaco, Yuya Yacu, Lullaillaco, Llullaiuaco, Llullaico, Llullaillabur.
ALTURA: 6.739 metros
PROVINCIA: Salta (Argentina) – II Región de Antofagasta (Chile)
POSICIÓN DE LA CUMBRE O CUMBRES:
Latitud: 24°43'12.60"S
Longitud: 68°32'12.62"O
El volcán Llullaillaco se encuentra ubicado en el extremo occidental de la provincia de Salta, Departamento Los Andes, República Argentina. Forma parte del grupo de montañas que marcan el límite internacional entre Argentina y Chile. Desde el punto de vista morfoestructural, se encuentra emplazado en la región de la Puna, que es la continuidad del desierto de Atacama (Chile) y el Altiplano de Bolivia, constituyendo uno de los lugares más áridos del planeta.
Fisiográficamente posee una forma elíptica con el eje mayor en sentido este-oeste y un diámetro de aproximadamente 20 Km. Se trata de un estrato-volcán del cuaternario formado por el apilamiento de coladas lávicas y piroclásticas, conformando un voluminoso edificio de lavas dacíticas calcoalcalinas ricas en potasio, sobre las rocas del antiguo basamento de la Puna. Se lo considera en estado de latencia debido a los registros de actividad eruptiva registrada en 1854, 1868 y 1877.
Dada a la extrema aridez de la región, este volcán carece de glaciares, poseyendo solo algunos planchones de nieve por encima de la cota de 6.000 metros de altura.
Nuestras exploraciones en diferentes sectores de la base del volcán no evidenciaron la presencia de vertientes de agua, sin embargo entre los 5.400 m y 5.800 metros, sobre las laderas oriental y sur, localizamos once surgientes manifestadas a través de ocho cuerpos de agua de escasa profundidad (profundidad máxima 0,80 m) y tres cauces provenientes del deshielo con abundante agua, pero de corto recorrido –entre 10 y 30 metros de longitud- perdiéndose abruptamente en el interior del suelo, debido seguramente a la permeabilidad del terreno. A todo este sector bien acotado altitudinalmente lo denominamos “cota de agua” y opinamos que esta particularidad hidrogeológica está relacionada con el significado del nombre Llullaillaco.
En el año 1952, una expedición del Club Andino Chile realiza la primera ascensión deportiva al Llullaillaco, dando luego la noticia de la existencia de ruinas arqueológicas en la cumbre. El andinista chileno Bión González León, investigador y pionero de la arqueología de alta montaña en su país, asciende al volcán y relata lo siguiente: “...la parte más alta tenía una grieta donde dejamos los testimonios de esta ‘primera ascensión deportiva’, como la calificamos siempre, ya que en el extremo más bajo de la cima había un atado de leña. También en la parte más alta del bloc había dispuestas piedras formando una pirca precaria, pero estaba la mano del hombre. Mis conocimientos arqueológicos eran por entonces nulos: alguna idea tenía del encuentro de atados de leña, por el relato de la ascensión al cerro Tórtolas, pero nada más. Así muy simplemente miramos los leños sin darle importancia alguna. Lo mismo sucedió con la pirca a medio hacer del otro extremo de la cumbre. Días más tarde, cuando volvíamos a Antofagasta y conversamos detalles de la ascensión y en especial los instantes vividos en la cima, Harseim me dijo que al colocar la caja metálica con los testimonios en la grieta de la cumbre, le había parecido ver en el fondo un trozo de cuero, pero no lo comentó hasta ese momento”. La caja metálica y la libreta de cumbre son exhibidas en el Museo de Arqueología de Alta Montaña.
Esta ascensión deportiva dio a conocer el sitio arqueológico más alto del mundo y, como veremos, el Llullaillaco atrajo a numerosas personas interesadas no sólo en enfrentar el desafío de su altura como reto deportivo, sino también por el componente cultural, que fue y será motivo de gran admiración y respeto a los hacedores.
Poco tiempo después de la expedición chilena, un militar alemán, se lanzó en pos de la cima del Llullaillaco motivado por el Doctor Rolf Dangl, médico de la minera La Casualidad, ubicada cerca del volcán. En 1950, el doctor Dangl había realizado la primera ascensión al volcán Galán, ubicado en Catamarca. Asimismo había intentado subir al Llullaillaco antes de la expedición de los chilenos; de su relato se puede inferir que llegó hasta el portezuelo, a una altura de 6.500 metros, donde se encuentran unas importantes ruinas que él describe. Rolf Dangl fue también quien motivó al austriaco Mathias Rebitsch que, a raíz de sus trabajos y ascensos se convirtió en el indiscutido pionero de la arqueología de alta montaña.
En el año 1953 el alemán Hans Ulrich Rudel, guiado por el suboficial argentino Guillermo Poma y el andinista jujeño Francisco Solana, observan construcciones abovedadas a 5.500 m sobre la cara Norte. En la cumbre misma fue visto “un portal rústico” con pilares de piedra y un tronco de madera a modo de dintel. El portal medía 1,50 m de ancho por 2,20 m de alto. En esta expedición muere el camarógrafo a raíz de un fuerte vendaval que lo hace caer al vacío. Rudel presentó una carpeta al Presidente Juan D. Perón, quien apoyó económicamente al alemán para que pudiera proseguir con las exploraciones arqueológicas y además rescatar al oficial del ejército alemán que había muerto. En 1954 Hans Rudel, miembros del ejército argentino, andinistas jujeños y alpinistas alemanes realizan un minucioso trabajo de prospección y relevamiento. Se dice que Rudel publicó un libro sobre el Llullaillaco, pero a la fecha, nada sabemos de él ni de las filmaciones realizadas. Como dato curioso se puede agregar que Rudel tenía una pierna ortopédica y se sabe que este militar de la Alemania de Hitler fue un reconocido y condecorado aviador.
En el año 1955 Giulio Ravizza con otra persona (Josin), descubren a 6.300 m unos tirantes de madera de cactus de 2,50 metros, que cumplieron funciones de vigas para techo. En un portezuelo bajo la cumbre encuentran un “refugio con los techos hundidos”.
Los primeros años, a partir de la primera ascensión, fueron de descubrimiento o reconocimiento de las estructuras arqueológicas ubicadas en diferentes niveles de la montaña, pero ninguna de las expediciones fue específicamente a estudiar arqueológicamente el área. Fue recién a fines de la década de 1950 cuando se organizó por primera vez una expedición con fines arqueológicos.
En el año 1958, el austriaco Mathias Rebitsch realiza la primera documentación científica de los sitios arqueológicos del Llullaillaco. No puede salir de la admiración que le provoca ver esas ruinas a tal altura, tal como lo denotan sus relatos; explora minuciosamente los diferentes sitios y encuentra restos de cerámica, marlos de maíz, estiércol de llamas, leña carbonizada, y restos de fogones. Observa y confirma las estructuras descubiertas años atrás. Rebitsch había excavado en la cumbre del volcán Galán (Catamarca) y extraído algunas estatuillas de plata, las primeras que se conocieron en territorio argentino en el año 1956.
En 1961 Mathias Rebitsch realiza la segunda y más importante campaña arqueológica, acompañado por Luis Vigl, Benjamín Dixon, Frank Memelsdorff, Ricardo Mendieta, Gerardo Watzl y Jacqueline Watzl. La expedición fue avalada y promovida en nuestro país por el CONICET, la Federación Argentina de Skí y Andinismo, el Centro Andino Buenos Aires y la Dirección de Fabricaciones Militares. Tres meses estuvieron los exploradores en la gigantesca montaña y realizaron un relevamiento integral y científico de los sitios. Entre los descubrimientos realizados se mencionan: restos de techos bien conservados, pastos secos, estiércol, restos de cerámica, carozos de frutas, mazorca de maíz, una sandalia de pasto, una estera tejida en hierba, un pedazo de tela marrón oscuro, de tejido tosco, un tronco que supera los diez centímetros de diámetro (en la cumbre), restos de una angosta escalinata y un depósito de leña. Todo el material fue donado al Museo Etnográfico de la Universidad de Buenos Aires, donde aún permanece. Rebitsch publica un libro en su país y algunos artículos en revistas científicas argentinas, legando una valiosa información que todavía resulta de gran utilidad para la ciencia.
En 1971 el Dr. Orlando Bravo, de Tucumán, junto al baquiano Celestino Alegre Rojas, que en años anteriores había descubierto el cementerio de la base del Llullaillaco, realizan exploraciones y excavaciones a 4.900 metros.
En el año 1974 Antonio Beorchia Nigris del Centro de Investigaciones Arqueológicas de Alta Montaña (CIADAM) localiza el cementerio y da a conocer al mundo científico los planos del mismo.
En los años 1983, 1984 y 1985 el antropólogo norteamericano Johan Reinhard, complementa las investigaciones de Rebitsch y los que le sucedieron, descubre un tambo a 5.200 metros y hace los planos de todas las estructuras conocidas. Publica toda esta información en varias revistas científicas. Reinhard deja planteado en su trabajo la importancia de la plataforma rectangular de la cumbre, manifestando la posibilidad que en la misma hubiera alguna ofrenda humana. Esta hipótesis fue el punto de partida de la expedición que organizara el investigador norteamericano en 1999.
El Dr Johan Reinhard había estudiado y recorrido minuciosamente el volcán Llullaillaco durante la década de 1980, a fines de los ’90 consiguió un subsidio de National Geographic Society y presentó su proyecto a la Dirección de Patrimonio Cultural de la Provincia de Salta, contando con la codirección del arqueólogo peruano José Antonio Chávez, con quien venía trabajando en Arequipa en el sur de Perú.
El proyecto fue aceptado por las autoridades provinciales, quienes declararon de Interés Provincial a la expedición y brindaron apoyo logístico.
El viernes 26 de febrero de 1999, partió de la ciudad de Salta el equipo de investigación, bajo la dirección de Johan Reinhard, e integrado por Gordon Witsie (Fotógrafo Nacional Geographic Society), María Constanza Ceruti (arqueóloga argentina), los peruanos Rudy Perea, Jimmy Bouroncle, Orlando Jaen, Arcadio Mamaní, Ignacio Mamaní y Edgar Mamaní Beserra y los colaboradores de la Provincia de Salta Adriana Escobar, Sergio Lazarovich, Alejandro Lewis, Antonio Mercado y Christian Vitry.
El miércoles 17 de marzo el peruano Arcadio Mamaní descubrió en el sector Sur de la plataforma el enterratorio del niño y su ajuar. Ese mismo día, pocos metros más al norte, el salteño Antonio Mercado y el peruano Ruddy Perea localizaron el cuerpo de la jovencita hoy conocida como la Doncella. El enterratorio de la niña del rayo fue descubierto dos días después por el peruano Orlando Jaen.
“Esto es increíble, gritó, y todos nos reunimos para ver que había encontrado una hilera de tocados de plumas multicolores, cuatro estatuas femeninas enterradas. Al seguir excavando hallamos un bulto revelador. Consternados, vimos que la envoltura exterior estaba calcinada: la descarga de un rayo había penetrado más de un metro en la tierra y alcanzado a la momia.” J. Reinhard.
Al volcán Llullaillaco se puede acceder tanto desde Argentina como desde Chile. La primera ascensión se realizó por el flanco chileno, por donde existe un refugio de la CONAF (Corporación Nacional Forestal – Chile) y dentro del esquema de rutas se la puede considerar como la “Ruta Normal”.
Hay básicamente cinco rutas de ascenso, dos por Chile y tres por Argentina, existiendo variantes en algunas de ellas, en esta ficha solo describiremos las rutas principales.
Se trata de la ruta empleada por los primeros ascensos del lado argentino. La segunda ascensión al Llullaillaco la realizan Rudel, Morghen y Dangl en, quienes parten desde la mina La Casualidad en marzo de 1953.
Esta ruta fue utilizada durante la década de 1950 por varias expediciones y finalmente “abandonada” como ruta de ascenso.
Se accede desde la Mina La Casualidad (actualmente abandonada) pudiendo llegar a una altura cercana a los 5000 metros en vehículos de doble tracción (24°44'54.55"S - 68°29'53.64"O – 4990 m). En ese lugar no hay agua, por lo que hay que tener la precaución ya que no siempre hay planchones de nieve como para derretir y hacer agua.
Desde este punto se asciende faldeando la ladera del volcán hasta un abra donde se monta un campamento intermedio (24°43'57.95"S - 68°31'47.50"O) entre los 5.800 m y los 5.900 metros.
Desde este punto se accede a la cima a través de una quebrada que normelmente tiene nieve o hielo, por lo que el uso de grampones es necesario. En épocas secas puede perder bastante nieve y quedan solo planchones aislados sobre el sector oeste.
Esta ruta fue empezada a utilizar a mediados de la década de 1950 por Alonso y Onass, luego de eso transcurrieron dos décadas hasta que se volvió a utilizar. Se accede desde la Mina La Casualidad pudiendo llegar a una altura cercana a los 5000 metros en vehículos de doble tracción (24°44'54.55"S - 68°29'53.64"O – 4990 m). En ese lugar no hay agua, por lo que hay que tener la precaución ya que no siempre hay planchones de nieve como para derretir y hacer agua.
Desde este punto se hace un campamento intermedio entre los 5.600 m (24°43'41.69"S - 68°30'52.78"O) y los casi 6.000 m (24°43'21.53"S - 68°31'18.92"O), dependiendo de las condiciones del grupo. En el campamento intermedio siempre hay planchones de nieve o hielo para derretir.
Desde este último campamento se sigue por un filo que conduce al Portezuelo Sur y de allí a la cumbre. El tramo más difícil es desde el campamento intermedio hasta el portezuelo Sur, luego el terreno es más firme y con menor pendiente.
Se trata de la conocida como “Ruta Arqueológica”, ya que por este sector se encuentran las ruinas incas desde la base hasta la cumbre. Esta ruta fue utilizada por primera vez a mediados de la década de 1970. Conocida por la familia de baquianos de apellido Alegre, quienes guiaron al Dr. Orlando Bravo de la Universidad de Tucumán. En esta expedición integrada también por Nacul y Maisano se da a conocer la existencia del Cementerio prehispánico del Llullaillaco. Expediciones posteriores, como las de Antonio Beorchia Nigris y de Johan Reinhad completarían la información de más sitios arqueológicos diseminados por esta vertiente.
Se puede acceder tanto desde La Casualidad como de Socompa hasta el Cementerio que se encuentra a una altura de 4.900 metros en vehículo doble tracción (24°41'54.30"S - 68°29'18.40"O). En este lugar no hay agua y a veces tampoco planchones de nieve o hielo para derretir, por lo que hay que asegurarse el abastecimiento del líquido elemento durante los primeros días.
Desde este punto se puede hacer uno o dos campamentos intermedios, siendo aconsejable la realización de dos. En tal caso, el primer campamento se monta a los 5.400 metros (24°42'30.57"S - 68°30'31.38"O) donde casi siempre suele haber planchones de nieve y en ocasiones algunos pequeños arroyos de agua corriente.
El segundo campamento se lo instala en la laguna a 5.900 metros (24°43'1.04"S - 68°31'8.59"O), donde siempre hay planchones de nieve para derretir y ocasionalmente la laguna tiene agua.
Desde este campamento se asciende a la cima, siendo el tramo más difícil y cansador hasta el Portezuelo del Inca (6.550 m) debido a que el terreno es blando y con bastante inclinación.
Esta ruta fue realizada por primera vez en febrero de 2021 por Adrián Gandino, Gerardo Casaldi, Federico Sánchez y Christian Vitry.
Se llega a la base ubicada a una altura de 5.050 metros por medio de un camino vehicular que se conserva en buen estado (24°46'10.68"S - 68°32'9.92"O). Se debe transportar agua porque no hay en la base y escasamente en determinados sectores de la quebrada. Hacia el Norte, a unos 2,5 Km hay una enorme colada volcánica de color oscuro que define dos quebradas para acceder al volcán, en esta ruta se debe optar por la de la izquierda u Oeste (24°44'49.36"S - 68°32'24.22"O) que se inicia a una altura de 5.500 metros.
Se transcurre por la quebrada de manera dificultosa debido a las rocas de gran tamaño y prácticamente no hay lugar para instalar carpas. El campamento de altura está a 5.800 m (24°44'14.97"S - 68°32'28.06"O). Luego del campamento de altura se accede a la base de la canaleta que se localiza a unos 200 metros de distancia (24°44'8.04"S - 68°32'30.50"O) y a una altura de 5.840 metros.
Hay hielo y nieve dura, ambos de buena calidad, la inclinación máxima es de 55º, si se tiene experiencia no es necesario encordarse. Antes de finalizar la canaleta y tras escalar 900 metros, a una altura de 6.400 metros (24°43'36.51"S - 68°32'29.08"O) se realiza una travesía para pasar a la canaleta vecina o central. En esta segunda canaleta se realiza una escalada de 650 metros hasta llegar al filo cumbrero. La última parte hasta la cima vuelve a ser dificultosa por la fuerte pendiente y las grandes rocas.
Por esta ruta se realizó la primera ascensión en enero de 1952 por Bión González y Harseim. Toda el área está protegida por la existencia del Parque Nacional Llullaillaco y posee un refugio de la CONAF (Confederación Nacional Forestal – Chile) ubicado en la quebrada Las Zorritas a una altura de 4160 metros (24°37'18.11"S - 68°35'13.37"O). En este lugar discurre el arroyo homónimo que tiene agua gran parte del año. Desde este lugar se realizan dos campamentos. Existe una huella minera que asciende hasta los 4.580 metros (24º 39’ 56” S – 68ª 34’ 15” O) que se puede hacer sólo con vehículo doble tracción. El primer campamento se instala a los 4.600 m aproximadamente (24°40'8.49"S - 68°34'19.04"O), no hay agua y no es segura la presencia de planchones de nieve en el lugar.
El segundo campamento se instala a una altura de 5650 m (24°41'59.00"S - 68°32'50.20"O), en este lugar hay planchones de nieve o hielo para derretir. Desde este punto se parte a la cima bordeando una colada basáltica hasta la cima.
Esta ruta fue realizada por primera vez en 1995 por R. Villarreal. Hay un camino bien marcado que sale del refugio de la CONAF en la quebrada Las Zorritas en dirección Sur. La zona tenía campos minados y, aunque el gobierno de Chile las ha quitado, se debe circular con precaución debido a la posibilidad de que algunas minas hayan permanecido enterradas. Se accede directamente por el Oeste (24º 40’ 29” S – 68º 36’ 57” O), desde una altura de 4.350 metros, y se realizan dos campamentos intermedios. Se trata de una ladera sumamente árida y con pocos planchones de nieve para derretir, salvo por arriba de la cota de los 5.800 metros.
La puna es un enorme bloque del antiguo basamento cristalino levantado a gran altura por la orogenia del terciario, es una peniplanicie ondulada surcada por cordones montañosos orientados según los meridianos, algunos hasta 2.000 metros sobre el nivel de la puna, la cual oscila entre los 3.500 y 4.000 metros sobre el nivel del mar, conformando en su interior valles sin desagües.
En general, las montañas interiores poseen un relieve áspero a causa de la intensa meteorización bajo un clima árido, frío y ventoso, las formaciones volcánicas dominan el relieve al occidente Volcán Socompa (6.051 m.), Volcán Llullaillaco (6.739 m.), Volcán de Azufre (5.680m.) que constituyen grandes masas aisladas y cónicas, cuyos perímetros están circundado por escorias.
En los fondos de las cuencas se depositan extensos salares como el de Arizaro (de mayor superficie 4.700 km2), Rincón, de Pocitos entre otros de menor importancia en la provincia de Salta, que constituyen parte de la riqueza minera del suelo puneño.
Su clima, denominado "la Puna Desértica" según Ángel Cabrera está determinado por la existencia de las últimas barreras orográficas del este que impiden el paso de vientos húmedos proveniente del Atlántico, con diferencias de temperatura diarias y estacionales, de elevada heliofanía (85% de sol en los meses invernales), escasa precipitaciones que a veces sobrepasa los 100 mm al año y heladas muy intensas.
Las condiciones climáticas de altura condicionan la economía del lugar.
El invierno es la temporada más crítica con vientos y nieve. Su clima es frío con temperaturas mínimas en invierno de hasta 15º bajo cero. El verano es cálido con un promedio de 15º y máximas de 25º.
El clima es un fenómeno curioso en esta región dado que quien visite La Puna experimentará las 4 estaciones del año (otoño, primavera, verano e invierno) en un solo día debido a la gran amplitud térmica del lugar, se pueden percibir temperaturas de más de 20º C por la tarde y menos de – 5º C por la madrugada.
De noche las temperaturas son invariablemente bajas, con vientos continuos y ventiscas frecuentes; las lluvias son escasas. Tiene un clima seco, ventoso y de gran amplitud térmica, con cálidos días soleados y noches frías. Durante la mayor parte del año su clima es agradable, sin temperaturas extremas. El clima predominante es el Árido Andino Puneño, cuyas características son la sequedad y el frío moderado durante el verano, hasta alcanzar un intenso frío de invierno, con temperaturas mínimas que pueden alcanzar los -30º C y medias anuales de entre 15º a 20º C. (PROFODE, 2009). Entre los cursos de aguas se encuentran, el río San Antonio, el de Los Patos, de los Pastos Grandes, las aguas de deshielo conforman las llamadas " Vegas" como la de Taca - Taca, Rincón, Incahuasi, Cori, Chascha, Arita, etc. formando pequeños oasis de verdor.
En el área de la Puna las condiciones climáticas inciden substancialmente en la vegetación, la falta casi absoluta de pluviosidad determinan un tapiz vegetal que corresponde a la "provincia de Puna": estepa arbustiva, estepa herbácea con asociaciones compuestas por añagua, lejía y tola (Parastrephia lepidophilla), añagua y rica–rica, iros, muña–muña, vira–vira, chachacoma entre otros. Existen algunas zonas donde los suelos carecen de cobertura vegetal.
La fauna corresponde a la subregión Andino Patagónica, distrito Andino, representada principalmente por camélidos: llamas, vicuñas y guanacos.
Entre los carnívoros se destacan el zorro, zorrino real y gato lince y entre los roedores, "el oculto" (especie de topo), cuis enano, ratón común, chinchilla entre otros.
Entre las aves, figuran el avestruz cordillerano (suri o ñandú petiso), perdiz del cerro, gallineta común, tero serrano, parinas (flamencos). Los reptiles están representados por lagartijas o " chelco" y serpientes.
Los burros están incorporados al paisaje puneño desde hace 50 años, compitiendo por las pasturas con el resto de los herbívoros.
La edad geológica o de conformación del volcán Llullaillaco se remonta a 1,5 millones de años (Gardeweg et al. 1984). Se asigna así el primer evento al Pleistoceno y el segundo al Pleistoceno-Holoceno. Repetidamente se han consignado referencias de actividad volcánica histórica por lo que se lo considera en estado de latencia debido a los registros de actividad eruptiva registradas en 1854, 1868 y 1877 (Alonso, 1999).
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