La revista ha incorporado esta sección de plantas con propiedades medicinales que se encuentran en la montaña, con el propósito de aportar información para su conocimiento a los efectos de contribuir al compromiso con el medio ambiente.
Silybum se refiere al nombre dado por Dioscórides a ciertos cardos comestibles; marianum hace referencia a la Virgen María. Cuenta la leyenda que cuando María trataba de ocultar al Niño Jesús de los perseguidores que había mandado Herodes, se derramó leche de su seno que tiñó de blanco las hojas de este cardo. Lo conocemos popularmente como Cardo Mariano.
Otros Nombres: Es también conocido como cardo lechoso, cardo lechero o cardo lechal, milk thistle en inglés, por las venas blancas que presentan sus hojas y que cuando son quebradas emanan un líquido lechoso, blanco y algo pegajoso.
Familia: Asteraceae
El cardo mariano es oriundo de la región mediterránea y aunque es originaria de Europa, también se puede encontrar en el sur de Rusia, Asia Menor y el norte de África. También crece en el norte y sur de América y en el sur de Australia.
Crece en descampados, márgenes de caminos y de vías férreas, pudiendo formar barreras a veces impenetrables.
Se puede encontrar en estado silvestre, por encima de los 700 metros de altitud. Esta planta, uno de los cardos más grandes y elegantes, prefiere suelos frescos y taludes pedrosos, secos y soleados, los bordes de los caminos y las praderas. Se ha plantado como ornamental y como protector agrícola, y en los últimos años se han dispuesto campos de cultivo para el aprovechamiento de sus frutos con fines comerciales.
Descripción:
El Cardo Mariano es una planta muy robusta, que puede alcanzar una altura de dos metros o incluso más, y tiene una vida de dos años, momento en el cual se seca y muere.
De raíz pivotante, fuerte, larga, gruesa y fibrosa. El tallo erecto, alcanza de 1 a 1,5 m de altitud. Sus alargadas hojas, alternas, grandes, sin estípulas están jaspeadas en tonos verdes y blancos, a lo largo de los nervios, bordeadas de espinas amarillas duras y puntiagudas. Los tallos ramificados llevan en la extremidad un capítulo redondeado, de flores color rojo púrpura, rodeado de brácteas espinosas que están curvadas hacia atrás. Los frutos (akènes) son oviformes, de color marrón claro y están rodeados de una envoltura. El capítulo está ligeramente inclinado, con sedosos pelos blancos = pappus, del griego pappos (hombre de pelo canoso).
Es una planta herbácea anual o bienal, de tallo simple o ramificado hacía el ápice, que puede alcanzar 3,5 m de altura. Dichos tallos son de sección más o menos circular, no alados y con costillas longitudinales, foliosos sobre todo en la base, y con un denso indumento blanquecino araneoso. Las hojas pueden medir hasta 40 por 12 cm y son pecioladas o sentadas y abrazadoras, pero no decurrentes, más pequeñas hacia la parte superior del tallo; las basales más o menos rosuladas, pecioladas, oblongo-lanceoladas, de sinuado-pinnatífidas a pinnatipartidas en 4-6 pares de lóbulos con márgenes con espinas amarillas de hasta de 15 mm, y de haz verde brillante con un retículo blanquecino; las caulinares y superiores, similares pero sésiles y más pequeñas.
Los capítulos son terminales y solitarios con pedúnculos tomentosos de 15-20 cm; tienen el involucro, de 25-35 por 25-40 mm, ovoide, glabrescente o algo araneoso con 5-7 series de brácteas mayores hacia dentro pero con las medias mayores que las internas; las externas y medias tienen base oblonga, brutalmente ensanchada en un apéndice 15-50 mm, ovado y con margen dentado-espinoso en su base y acabado en un acumen central subulado con espina terminal amarilla hasta de 1 cm; las brácteas internas son estrechamente lanceoladas, sin apéndice, inermes, finamente escábridas en el margen.
El receptáculo es plano, alveolado, y con páleas peliformes blanquecinas lisas. Los flósculos tienen una corola de 20-35 mm, rosado-purpúrea, glabra, con un tubo filiforme algo blanquecino o blanco y un limbo rosado-purpúreo con 5 lóbulos lineares (generalmente uno de ellos más largo que los otros). Las cipselas, de 6-7 por 3-3,5 mm, son homomorfas, oblongo-obovoides, algo comprimidas e conspicuamente y transversalmente arrugadas, de color canela en la madurez y, habitualmente, con manchas lineares irregulares pardo oscuro/negruzcas que pueden llegar a cubrir toda la cipsela que, entonces, resulta uniformemente de dicho color, y con el reborde, entero y inflado, de la placa apical de un tono amarillento; dicha placa apical lleva en su centro un nectario conspicuo algo globular-pentalobulado persistente rodeado de un doble vilano caedizo en bloque, el externo con 4-5 filas de pelos escábridos implantados en un anillo basal cónico-cilíndrico invertido, y el interno con una fila de pelos ciliados muy cortos, algo conniventes, insertos en el borde de dicho anillo basal. El hilo cárpico, basal a latero-basal, carece de eleosoma.
La planta tiene una roseta de hojas en la base, que son ovaladas con bordes de lóbulos irregulares y espinas; son de color verde brillante y tienen nervios blancos.
Los vástagos de la planta llegan a alturas muy variables, dependiendo del terreno y de otros factores, pudiendo quedarse en aproximadamente un palmo de altura o crecer por encima de metro y medio. Las flores son de color rosa intenso o azul-violáceo y suelen aparecer el segundo año. La parte utilizada son las semillas.
Florece en primavera y durante la primera mitad del verano.
El cardo mariano es un excelente hepatoprotector y colagogo, la silibina actúa inhibiendo el sistema de transporte en la membrana del hepatocito y estimula la síntesis de ARN( ácido ribonucleico ) aumentando la síntesis de proteínas y por tanto promoviendo la regeneración del tejido hepático. De esta forma inhibe el circuito enterohepático de las toxinas (alcohol, veneno etc….).Debido a esta propiedad la silibina es utilizada en casos de envenenamiento por setas hepatotóxicas pues actúa como un buen antagonista de las toxinas.
El hígado es uno de los principales órganos depuradores de nuestro cuerpo. Se encarga de procesar todas las toxinas que ingerimos en comidas o absorbemos del ambiente, sin embargo, existen momentos donde todas esas toxinas se acumulan e inflaman nuestro hígado, dándonos una sensación de agotamiento y cansancio. Existen muchas maneras de purificar el hígado, no obstante, optar por remedios naturales es la mejor opción y aquí es donde recomendamos al cardo mariano. Esta planta se ha usado desde la antigüedad para curar distintas enfermedades, siendo lo más común usarla para los problemas hepáticos como el hígado graso.
También es conocida por su gran efectividad al regular el flujo de bilis, dando como resultado la pérdida de grasa y su acumulación. Cabe resaltar que la bilis es sumamente importante para la eliminación de las toxinas, por lo tanto una buena producción de esta mantendrá el hígado sano.
Cardo mariano como anticancerígeno y quimioprotector: la acción anticancerígena y quimioprotectora que ejerce la silimarina se debe en parte a su potencial antirradicalar pero se ha visto que la silimarina inhibe la acción carcinogénica de muchos compuestos químicos. Pero además la silibina es capaz de actuar inhibiendo el crecimiento y produciendo la muerte de células del carcinoma de próstata. También actúa contra el cáncer de ovarios gracias a su actividad antiangiogénica. Por todo esto la silimarina es un adyuvante en el tratamiento del cáncer. La silibina actúa principalmente como un antioxidante para proteger los tejidos expuestos al estrés oxidativo generado por los compuestos usados en quimioterapia y para eliminar su hepatotoxicidad. Es común que en quimioterapia se tengan que hacer interrupciones en el tratamiento por daños hepáticos producidos por los químicos empleados. Con la administración de silibina los tratamientos pueden continuar durante más tiempo sin interrupciones. En el caso citado de cáncer de ovario, la silibina aumenta la acción citotóxica de ciertos fármacos contra las células tumorales potenciando así su actividad antitumoral.
También posee virtudes como aperitivo, digestivo, hemostático, venotónico, diurético, antipirético, antirradicalar, antidepresivo, antihemorrágico y en la medicina popular como antiespasmódico. Recientemente la silimarina – o la silibina que es su principal componente, por lo que nos referiremos a ellos indistintamente – ha recibido mucha atención debido a sus actividades alternativas beneficiosas como pueden ser acciones, hipercolesterolémicos, cardioprotectoras, neuroactivas y neuroprotectoras. Existen numerosos estudios acerca de nuevas y posibles aplicaciones de la silibina siendo importantes sus efectos sobre la actividad estrogénica, modulación de transportadores moleculares e incluso sobre la expresión del DNA.
El cardo mariano está indicado en casos de insuficiencia hepatobiliar, hepatitis agudas y crónicas, cirrosis, disquinesias hepatobiliares, contra los efectos de la resaca. También es indicado en casos de inapetencia, dispepsias hiposecretoras, hemorragias (hematuria, epistaxis, metrorragias), gripe catarros, cistitis, urolitiasis y oliguria. Algunos autores lo recomiendan como complemento para tratar la ictericia, para contrarrestar la absorción involuntaria de metales pesados como el plomo y el aluminio de latas de refrescos, o el mercurio de empastes dentales. Su principio activo silibina actúa en caso de problemas pancreáticos, de pulmón, enfermedades del riñón, en el tratamiento de desórdenes en la próstata como puede ser el adenocarcinoma, o en dermatología y cosméticos.
Actividades neuroprotectoras y neurotróficas : aunque en este campo no se ha indagado mucho, se sugiere que la silimarina puede actuar en el tratamiento y prevención de procesos neurodegenerativos y neurotóxicos.
Cardo mariano en el tratamiento de la diabetes mellitus: esta propiedad es ya conocida en Marruecos donde preparan decocciones de las partes aéreas de la planta para tratar la diabetes mellitus. La silimarina previene el incremento de la glucosa en sangre y gracias a su actividad antioxidante puede actuar como un quimioprotector y regenerador del páncreas.
El cardo mariano sirve también para prevenir nefropatías y como apoyo en el tratamiento de las infecciones urinarias. Estimula las células del riñón de la misma forma que las del hígado, incrementando la síntesis de proteínas y DNA, así como la actividad de la lactato deshidrogenasa.
Prevención de problemas cardio-pulmonares: la silibina se ha mostrado muy efectiva como cardioprotector cuando se somete a los pacientes a tratamientos de quimioterapia en donde los compuestos suministrados generan un estrés oxidativo dañino para las células del corazón. También se ha mostrado muy efectiva en la prevención de alergias y asma por su actividad antiinflamatoria.
Otras aplicaciones: la silimarina protege la piel del estrés fotoxidativo de la radiación solar; facilita la eliminación de piedras vesiculares; se usa como remedio para atajar las hemorragias y reducir el flujo menstrual; en el tratamiento de la hipercolesterolemia: la administración de cardo mariano produce un incremento en los niveles de colesterol HDL, o comúnmente conocido como “colesterol bueno”.
Para su uso medicinal se van a emplear principalmente los frutos secos (aquenios), pero según Font I Quer, un importante botánico español, también se pueden utilizar la raíz, el tallo y las hojas.
La silimarina, que se encuentra en las semillas del cardo mariano es un flavolignano formado por silibina, silidianina, silicristina y según algunos autores también isosilibina. El principal componente del complejo silimarina es la silibina. También contiene otros flavonoides, a saber: taxifolina, quercetina, dihidrocamferol, kenferol y apigenósido; aceite esencial con una elevada proporción de ácido linoléico, oleico y palmítico; esteroles: tocoferol, estigmasterol, campesterol y sitosterol; taninos catéquicos, tiramina, proteínas y mucílagos.
Infusión:
La infusión consiste en verter agua caliente o cualquier otro líquido sobre una materia orgánica y dejar la mezcla por unos minutos a fin de que el líquido se cargue o se sature de los principios activos de la hierba usada. Por lo general se usa en flores, hojas y hierbas blandas para hacer un té.
Cocimiento o Tisana:
Cocimiento o Tisana es dejar las hierbas en el fuego después que ha hervido, por espacio de 15 a 20 minutos más. Esto satura el agua de los principios activos y generalmente se utilizan cortezas, semillas o tallos duros, en esta preparación salvo que se indique lo contrario para las partes blandas de la hierba, como hojas o flores que se usa la infusión.
La maceración:
Para obtener una maceración hay que poner las hierbas en agua fresca y dejarlas en ella por un espacio de tiempo suficiente, esto es hasta que el agua toma un sabor pronunciado de la planta, normalmente va de 24 a 48 horas que es el tiempo necesario para una maceración, aunque en algunas hierbas puede ser menos.
Para preparar la dosis de una taza te recomendamos usar 1 taza y media de agua y en ella hervir durante 2 minutos 1 cucharada de hojas y flores de cardo mariano, dejar que repose durante 10 minutos tapada, colar y beber.
Infusión: una cucharada de postre (150 ml) por taza. Infundir durante 10 minutos. Una taza antes de las comidas. Tomar entre 2 y 3 tazas de esta infusión al día durante máximo 3 semanas seguidas.
La silimarina alcanza su nivel máximo en sangre a las cuatro/seis horas de la administración oral y su evacuación ocurre por vía biliar y renal a las ocho horas.
Infusión: Fórmula hepatoprotectora. Para reducir la inflamación del hígado, ayudando a que funcione mejor. A partes iguales cardo mariano, angélica, raíz de genciana, alcachofera, cachurrera menor, centaurea, caléndula, menta y hojas de boldo.
Tisana: anti alcohólica. Para reducir la dependencia al alcohol y complementar el tratamiento de la hepatitis alcohólica.Una cucharada sopera de cardo mariano con dos de cachurerra, que es otra planta medicinal.
Infusión: Fórmula antihemorrágica. Para tratar reglas abundantes, hemorroides, hemorragias nasales y varices. A partes iguales cardo mariano, bolsa de pastor, ortiga dioica y cola de caballo.
En infusión, se emplean las semillas trituradas. Se prepara con 3 a 5 g de semillas por taza de agua. Y se puede tomar una taza hasta tres veces al día.
Fórmula contra las úlceras varicosas: sobre las úlceras varicosas se aplica polvo de semillas o se preparan apósitos con el té de la planta.
En algunos países se utilizan las hojas frescas y tiernas para sopas y caldos.
Contraindicaciones:
Incompatible con tratamientos antidepresivos con IMAO ( inhibidores de la monoaminooxidasa) en caso de tener hipertensión. No hay que prescribir formas de dosificación con contenido alcohólico a niños menores de dos años ni a consultantes en procesos de deshabituación etílica. También está contraindicado en el embarazo y lactancia.
Efectos secundarios:
La planta fresca puede provocar dermatitis de contacto y en altas dosis tiene un efecto laxante debido al incremento de la secreción biliar. Se ha descrito algún caso en que el consumo de cardo mariano produjo sudores, náuseas, vómitos, diarrea, debilidad y colapso.
Las semillas del cardo mariano se han venido usando desde hace siglos con diversos fines medicinales, entre ellos “desintoxicar” el hígado.
El cardo mariano se ha utilizado durante 2.000 años como un remedio herbal para una variedad de dolencias. Los antiguos griegos y romanos lo usaban como tratamiento para las dolencias hepáticas y las mordeduras de serpientes. Durante la Edad Media se recomendaba para tratar las toxinas hepáticas.
El silybum era ya citado por Plinio y por Dioscórides en su "Materia médica" como una planta medicinal de la familia de los cardos. En los antiguos y más importantes manuales de farmacia de la Edad Media, como el "Kreutterbuch" de Matthiolus de 1626, se recomendaba contra los males de costado y la ictericia". Paracelso la recomendaba "contra los picores internos" y Adam Lonitzer, Lonicerus, escribía en 1679 que "era buena para el hígado inflamado". El médico Johan Gottfried Rademacher (1772-1850) utilizaba el cardo mariano como terapia en caso de enfermedades hepáticas.
Cuenta la leyenda que las hojas de este cardo se mancharon de blanco gracias a la leche derramada por la Virgen María, que estaba amamantando al niño Jesús durante la huída a Egipto, se dice que ella buscó un lugar tranquilo para amamantar a su hijo y protegerlo de los soldados de Herodes y que el cardo mariano, dándose cuenta de lo que ocurría, con sus potentes hojas formó un techo para proteger a la madre y al hijo. Fue entonces, se dice, que la Virgen María dejó caer leche sobre sus hojas y, desde entonces, sus hojas de un verde intenso tienen motas y bandas blancas. Por lo ocurrido el cardo habría quedado bendecido y lleno de virtudes (por lo relatado su nombre en los diversos idiomas hace referencia a la leche y a María).
Otra leyenda cuenta que fue la Virgen María quien tiñó de blanco las hojas de esta planta con la leche de su pecho, cuando trataba de ocultar a Jesús de la persecución mandada por Herodes.
Mail: info@culturademontania.org.ar
WhatsApp: +54 11 3060-2226
Instagram: @ccam_arg
www.facebook.com/ccamontania
Contáctate y comenzá
la aventura de integrarte
a la red cultural