EDITORIAL: Ediciones Barrick, de la compañía canadiense que desarrolla actividades de exploración y explotación minera en Argentina.
AÑO: Primera Edición, 2014
FORMATO: 18 x 22 cm.
PÁGINAS: 181
IDIOMA: Castellano
"Dedicado a la memoria de mi esposa Edda Elena Yacante"
Cuantas veces oí a un amigo preguntarme: 'Pero Antonio, que ves de lindo en tus andanzas por las cordilleras, cuando los cansancios son extremos, el clima es agresivo, las comodidades nulas y hasta pagas por estar allá?..!
"Y yo siempre contesto: 'El secreto está en saber filtrar todo lo negativo, para quedarte con las maravillas que valles y nevados te regalan. Además está el acicate del desafío el saber que aun puedes hacerlo...
Encontré estos dos párrafos en la redacción de este relato como escritos para mí y para todos ustedes a la hora de resumir esta obra del autor. Es que Antonio Beorchia Nigris se encapricho en que yo escribiera el prologo de este libro y generoso -como siempre es-, me entrego entre sus páginas las palabras justas para iniciar el comentario de un trabajo que llevaba 5 años en una libreta de bitácora y que impulsamos junto a mi equipo de Comunicaciones de Barrick para que se convirtiera en este libro.
El Qhapaq Ñan, por territorio argentino fue una travesía que se hizo en 59 días y llevo a uno de los más prestigiosos escritores sanjuaninos y destacado referente de la arqueología de alta montana, a contarnos cada detalle de como esta hoy la legendaria red caminera que construyeron los incas y que en su máximo esplendor alcanzo los 60 mil kilómetros, de los cuales 23 mil han sido documentados por la arqueología moderna. Todos estos pormenores y anécdotas fueron a parar a su cuaderno, un verdadero diario de todo el viaje, que pedimos a Antonio replicar en esta obra y que intentamos reproducir en su diseño.
Qhapaq Ñan le sigue a una serie de publicaciones del autor como Patagonia Adiós, donde relato las vivencias de 5 meses de cabalgata siguiendo las huellas del explorador y marino ingles George Chaworth Musters; o Tierra del Fuego reeditando a caballo la ruta de Ramon Lista entre bosques de fagáceas y peligrosas turberas; o en San Juan, cabalgando hasta las fuentes del rio Volcán, al Norte del Aconcagua; o en los altos valles de La Totora en las veranadas de los pastores chilenos.
La expedición que dirigió Antonio Beorchia Nigris no podría haberse realizado sin el apoyo de inquietos viajeros con quienes planifico meses antes cada tramo del recorrido valiéndose de aportes de investigadores, crónicas hispánicas, arqueólogos, historiadores, pero por sobre todo de un grupo de aventureros que fueron los que terminaron de dar las ultimas puntadas a esta hazaña: Domingo Alvarez, Antón Pinel, Érico Nordensthal y el baqueano Guillermo Valdivia Plaza.
Resulta difícil decir si Antonio es explorador o periodista. En todos los casos resultan destacables su destreza para las narraciones, su sensibilidad para conocer e interpretar a las diferentes personas, su precisión y sentido único para contar sus vivencias a la vez que hilvana todo el trasfondo científico que rodea al Camino del Inca.
Desde Barrick estamos convencidos de que sus aportes a la cultura local y a la arqueología de alta montaña son contribuciones que no podemos dejar de alentar y apuntalar. Por eso es que lo incentivamos a realizar este trabajo. Esperamos que la declaración como Patrimonio de la Humanidad para este camino y los aportes de este libro permitan llegar con mejoras en la calidad de vida de muchos de los pueblos que aún perduran al costado de estas rutas cargadas de historia y misterio -muchos aun no develados-, y a la vez impulsen nuevas investigaciones y planes de promoción, protección y conservación del que fue el Camino Principal Andino.
Trabajar junto al autor de esta obra ha sido un lujo, un privilegio que no nos esperábamos. Antonio tiene una personalidad extraordinaria en la que sobresale el sentido de la amistad, del servicio y de la libertad que hace gala en sus salidas a la montana y en cada uno de sus textos.
Sin dudas, la responsabilidad de prologar este trabajo es todo un orgullo pero no quiero dejar de agradecer a Verónica Mazzaferri por su apoyo para que esta historia fuera rescatada de un polvoriento cajón de los recuerdos y viera la luz.
Los invito, entonces, a ser uno más en esta travesía inquietante por el ramal del oeste argentino del Qhapaq Ñan, como se denominaba en idioma quechua a la gran carretera de piedra que conformaba el sistema vial del imperio incaico y que -cual gigantesca columna vertebral- unifico, integro y contribuyo a definir nuestra identidad latinoamericana.
MIGUEL MARTIN
Jefe de Comunicaciones de Barrick
Esta aventura tiene su inicio en la pasión de quien ama, conoce y redescubre la montana como su lugar en el mundo una y mil veces. El espíritu que le dio alma a esta expedición me inquieto y atrapo pronto, como no podía ser de otra manera.
Hay un refrán criollo que dice con mucha sabiduría: "Dios los hace y ellos se juntan como dando a entender que personas con iguales inquietudes y edades, se buscan hasta que se encuentran.
Un día bastante lejano, el sobresaliente andinista mendocino Domingo Manuel Alvarez concurrió a mi casa para hablar de viejas ascensiones andinas y de alli en mas, discurriendo sobre montanas, nos hicimos amigos y hasta organizamos juntos algunas salidas menores.
Cierta vez, durante una de sus familiares visitas, Domingo me pregunto: "Toni, que tal si recorriésemos a caballo el Qhapaq Ñan argentino?" Con ello se refería nada más y nada menos que al Camino Real de los Incas. La red vial incaica, reciclada a veces sobre anteriores pistas indígenas, alcanzaba un desarrollo probable de 40 mil kilómetros, de los cuales 23 mil han sido documentados por la arqueología moderna.
La pregunta no me sorprendió ya que desde hacía mucho pensaba en la misma posibilidad. De manera que conteste, palabra mas, palabra menos: "!sería una aventura estupenda!, pero una expedición así exige un plan basado en documentos, en mapas y bibliografía confiables. Además su elevado costo sería un obstáculo no menor para llevarla a la práctica".
"Tú no te preocupes -argumento el- las cosas quieren inicio. Por ahora empecemos con la parte teórica; elaboremos a continuación un proyecto y presentémoslo a varias grandes firmas: veras que de algún modo saldrá el dinero...".
Así, contagiados ambos por esta idea, pusimos mano a la obra: en un año reunimos suficiente material teórico y cartográfico como para llenar el gordo bibliorato que aun conservo.
Ahora bien, concluido el proyecto, nos faltaba una institución con personería jurídica que auspiciara nuestra iniciativa. Y ahí estaba esperándonos con los brazos abiertos A.MU. PRI. (Asociación de Museos Privados de San Juan) cuyo presidente era y sigue siendo la Dra. Silvia Manzini de Adarvez: una mujer esplendida, inteligente, dinámica, cuyo entusiasmo por la cultura vernácula no conoce límites. Ella misma recibió en herencia de su padre, el periodista Enzo Manzini, una abultada colección de piezas con orientación antropológica, que Silvia transformo en el mejor museo privado de la provincia de San Juan.
No solo nos concedió los auspicios de A.MU.PRI, sino que nos apoyo económicamente y hasta nos allano muchos tramites burocráticos.
Con el correr de los meses obtuvimos más adelante el apoyo financiero de algunas firmas locales, hasta cubrir el 50% del presupuesto para la expedición. Pero, y el otro 50%?
Recurrí entonces a los amigos de hierro, que después se convirtieron también en los integrantes de la expedición. El primero en adherir fue el magnífico Antón Pinel, un ingeniero vasco. Teóricamente el vive en el San Sebastian de los Países Vascos, pero si lo buscas puede estar en Moscú con la familia de un hijo, en la isla Lanzarote de las Canarias donde posee un complejo turístico, escalando montañas en el Cáucaso, recorriendo América del Sur o donde su inquietud exploradora lo sabe llevar. Físicamente es de estatura mediana, fibroso, atlético, fuerte, dueño de un carácter siempre positivo Aun hoy, a los setenta y tantos años, corre maratones para que sus nietos tengan un referente en que espejarse.
Antón prometió participar en el primer tramo del Qhapaq Ñan argentino y una palabra suya es como un contrato firmado y refrendado. El nos alcanzaría en Salta al tiempo convenido.
Otro participante en adherir fue el Ing. Érico Nordensthal, hijo de inmigrantes noruegos, pero nacido en Buenos Aires. A este veterano aventurero me lo presento mi hijo afectivo Rafael Joliat, suizo de origen, afincado aquí en San Juan desde hace 25 años.
A Rafael lo conocí de manera casual cuando recorría América del Sur como mochilero. Había partido de Suiza por unas vacaciones de seis meses, que se transformaron sobre la marcha en dos años de imborrables vivencias americanas. Luego regreso a Suiza, pero el "mal de América" ya lo había contagiado.
Entonces partió de nuevo para la Argentina, regreso a San Juan donde formo familia, se caso, creo una empresa de turismo de aventura, tiene tres hijos y no ha de dejarnos más.
Érico era uno de sus clientes, por consiguiente una garantía desde el punto de vista de la idoneidad, pero sobre todo del don de gentes. Como era de suponer, resulto un compañero de primera se adapto pronto a los avatares de la expedición y al igual que Antón nos alcanzo en Salta, para desde alli viajar a Calahoyo y cabalgar a nuestro lado hasta San Juan. Luego veremos cómo tuvo que renunciar, por razones de salud, en la villa de Payogasta.
En cuanto a los mulares, compañeros indispensables para la expedición, se preguntaran por que decidimos adquirirlos en San Juan y no en La Quiaca o en el mismo Calahoyo. La respuesta es fácil de entender: porque alía no hay mulas.
Cuando nosotros atravesábamos las aldeas o las villas del altiplano, invariablemente los criollos o indios de cada lugar se asombraban por el tamaño de nuestros animales, ofrecían comprarlos, efectuaban comentarios... "Mulas de San Juan!" exclamaban con tono de admiración, como dando a entender que para ellos eran lo mejor de lo mejor. Y así es en verdad.
En efecto su fama es antigua, de cuando desde Cuyo partían las inmensas tropas de mulares con destino a las minas de plata del Potosí, a los laboreos del Alto Perú, o aun más al Norte. Como dignos descendientes, los nuestros resultaron ser unos animales fuertes, bastante mansos, resistentes, sobre todo sobrios.
Después de espulgar no poco entre los datos obtenidos de los densos textos a nuestro alcance, tanto de cronistas hispanos, historiadores y, sobre todo, arqueólogos, llegamos a la conclusion que el documento más claro y fiable para ser llevado al terreno, era un trabajo de nuestro amigo y compañero de algunas investigaciones in situ, el arqueólogo Christian Vitry, conocido por sus trabajos sobre el terreno, habiendo descubierto, documentado y sobre todo recorrido a pie muchos tramos del Qhapaq Ñan argentino como también (mas valdría decir "de manera especial") por sus exploraciones, ascensiones y hallazgos relacionados con los adoratorios incaicos de alta montaña (Llullaillaco, Chañi, Cachi, Acay, etc.).
Su investigación titulada "La ruta de Diego de Almagro en el territorio argentino", nos sirvió de norte y guía durante nuestro recorrido desde Calahoyo hasta la Provincia de La Rioja, si bien nosotros optamos en dos o tres ocasiones en abandonar la ruta inca principal, para seguir huellas secundarias alternativas, ya que actualmente el Qhapaq Ñan propiamente dicho cruza por zonas densamente pobladas (caso de los valles Calchaqui) con predios alambrados y caminos muy traficados que vuelven muy expuesta una cabalgata.
Para exponerlo con claridad: no existían solo dos caminos troncales en tiempo de los Incas antes bien, el Tahuantinsuyu estaba surcado por una vasta red caminera que cubría todo el imperio desde Quito en Ecuador, hasta el actual rio Maule, al Sur de Santiago de Chile. En Argentina llegaba hasta la provincia de Mendoza.
Si miramos un mapa caminero observaremos una verdadera telaraña de rutas nacionales, caminos provinciales, vías secundarias, huellas, que cubren todo nuestro territorio. Es un extenso laberinto en síntesis, construido al compas de las necesidades y del desarrollo de cada región. Así la red caminera de la Provincia de Buenos Aires se observa densísima, mientras que el Noroeste argentino aparece más desahogado, por razones lógicas de menor densidad de población y suelos estériles.
En tiempos del incanato sucedía lo mismo: las zonas densamente pobladas contaban con una red caminera importante, es decir mejor construida y conservada; al contrario, en las regiones desérticas o montañosas del Noroeste, los caminos eran menos elaborados, más baratos diríamos hoy.
Donde quiero llegar con este razonamiento? A que muchas trazas incaicas en territorio argentino, con los siglos han desaparecido y de ellas solo quedan los tambos que jalonaban las viejas vías, equidistantes poco más o menos una corta Jornada a pie el uno del otro. Pero si quedan los tampu, o sea los "tambos" como los llamaron los españoles, también debió existir un camino que los unía... Ergo, con un poco de sentido común y una pizca de suerte, se puede reconstruir cierto tramo aunque del mismo no queden vestigios.
Así nos sucedió a nosotros en el transcurso de nuestra expedición y si a veces no nos detuvimos a investigar más a fondo ciertas zonas, se debió a la falta crónica de medios económicos y de tiempo. Para efectuar acabadamente un relevamiento de la ruta seguida por Diego de Almagro -tanto para dar un ejemplo- se necesitarían varias temporadas, un extenso plan de trabajo, un equipo de técnicos y un presupuesto acorde con el proyecto.
Otro aspecto que no debemos dejar de lado es como el excesivo sentido de la propiedad privada impidió la entrada a sectores del Qhapaq Ñan en nuestro país. Con alambrados y con gestos hostiles de parte de propietarios, amenazantes e intimidantes ambos por igual, se priva de acceder a parte de un patrimonio cultural de la humanidad (puesto en valor por UNESCO) y también a su preservación por parte de organismos calificados.
A causa de ello, en varios tramos tuvimos que volver sobre nuestros pasos y rodear amplios sectores para seguir rastreando el Qhapaq Ñan mas adelante. Pero eso lo pueden descubrir ustedes mismos al desandar el camino junto a nosotros en este libro y sacar sus propias conclusiones.
PROLOGO El agridulce sabor a despedida | 11 15 18 20 23 27 29 31 34 42 47 52 56 58 61 65 69 75 79 82 89 94 102 112 118 129 132 |
SEGUNDA PARTE Palabras finales Los ancestrales caminos incas como patrimonio de la humanidad El Proyecto Qhapaq Ñan - Sistema vial andino Los caminos hoy Los caminos como patrimonio mundial BIBLIOGRAFIA BASICA CONSULTADA APENDICE La odisea de Jacinto Rojas Solo Perdido en la cordillera La gran travesía Salvo GLOSARIO COORDENADAS DEL QHAPAQ NAN SEGUN G.P.S. AGRADECIMIENTOS | 141 145 148 149 157 159 163 164 166 168 171 175 181 |
Mail: info@culturademontania.org.ar
WhatsApp: +54 11 3060-2226
Instagram: @ccam_arg
www.facebook.com/ccamontania
Contáctate y comenzá
la aventura de integrarte
a la red cultural