EDITORIAL: Editorial Dunken, Buenos Aires.
AÑO: Primera Edición, Octubre de 2007
FORMATO: 15 x 22 cm.
PÁGINAS: 84
IDIOMA: Castellano
MAIL DEL AUTOR: albertolanin@Yahoo.com.ar
Desde el Volcán, refleja la trayectoria del club, enfatizando las emociones vividas en las inolvidables salidas a las montañas, narrando las epopeyas del gran esfuerzo realizado por los montañistas de la zona al cargar sobre sus hombros los 1200 kilos de hierro y chapa que hicieron falta para levantar los dos refugios que se instalaron en la ladera norte y sur del volcán Lanín. Asimismo habla sobre la práctica del esquí de fondo y el desarrollo del esquí alpino en la zona. Por último, brinda detalles del mayor accidente ocurrido en el volcán, en octubre de 1990, en el cual fallecen cuatro andinistas de la provincia de Neuquén.
Hay personas para quienes la montaña forma parte inseparable de su experiencia vital. Es el caso del autor de este libro.
En 1980 vine a radicarme en Junín de los Andes. Durante 20 años había estado practicando el montañismo en Córdoba, Mendoza y Neuquén.
El deporte del montañismo tiene varias modalidades. Aquí se practicaba especialmente la ascensión a nuestro cercano y querido volcán Lanín, montaña emblemática de Junín de los Andes. Siendo pionero indiscutible en esas actividades, el legendario don Vidal Pérez, desde el año 1950.
Había también un pequeño grupo de gente que si bien no desdeñaba este icono que es el Lanín, también le interesaba descubrir y explorar otras montañas, no tan elevadas, pero dignas de ser reconocidas. Vivimos. Felizmente, rodeadas de ellas.
Tuve la suerte de poder integrarme a ese grupo.
Los cursos de aprendizaje y las salidas a la montaña se hacían con mucha frecuencia. Como más entusiastas del grupo, Beba Álvarez y Alberto González convencieron al resto de fundar un club de montañismo. Y así, este deporte pudo ser encauzado a través de una institución o asociación deportiva, denominada Club Andino Junín de los Andes. Beba y Alberto fueron elegidos presidente y secretario, respectivamente.
El club se erigía especialmente como escuela, cuyas enseñanzas servían para iniciar a los montañeros en los secretos de la técnica, y también para que aquéllos que practicaban la actividad en forma aislada tuvieran un lugar de encuentro con personas de inquietudes similares. Al mismo tiempo, nos brindó la posibilidad de desarrollar nuestros proyectos. tiempo después, lamentablemente se nos fue Beba Alvarez.
Alberto González la reemplazó en la presidencia, y así, con mucho acierto, dirigió la institución.
Alberto ha escrito la historia del Club Andino Junín de los Andes, rindiendo un homenaje a todos los socios, con la sencillez de su amor a la montaña expresado en sus relatos.
La historia del club es la de quienes lo fundaron, guiaron y dirigieron las actividades, la historia de hombres y mujeres que sienten la montaña como suya. Que supieron canalizar sus inquietudes, tratando de infundir ese mismo sentimiento en todos aquellos atraídos por esa misma pasión.
Debo señalar, y es justo hacerla, que Alberto fue durante mucho tiempo el alma máter del club. Tiene una notable aptitud para fijar objetivos,
un gran entusiasmo para emprender proyectos y una probada capacidad para llevarlos a cabo, aglutinando las voluntades necesarias para hacerlos realidad. A él se deben la mayoría de las iniciativas. Por nombrar algunas: la construcción de refugios y puentes, los proyectos de esquí de fondo y de montaña en el cerro Colo Huincul y en el valle del Hueyeltue, la realización de cursos de aprendizaje y enseñanza, excursiones, exploraciones y expediciones. A ello se debe agregar el esquí alpino en Chapelco, reuniones sociales y otras muchas actividades afines al montañismo. Fueron logros importantes.
En Alberto González encontré al amigo capaz de soñar con proyectos similares a los míos, pero con un espíritu más decidido a organizar y concretarlos.
Por ejemplo, coincidimos en intentar el Domuyo, poco conocido entonces. Para nosotros, subir una montaña significa explorarla. Tuvimos la suerte de encontrar y abrir una ruta nueva, y allí Alberto aportó la técnica, aprendida y afianzada en poco tiempo.
Como montañeros a la antigua, en toda excursión gozamos con el largo camino a la cumbre, con descubrirlo y superar los obstáculos que ofrece ese camino. Nos une el amor a este deporte, y su práctica a través de un largo proceso de reconocimiento y aprendizaje, sin dejar de lado la contemplación de la naturaleza y enriquecimiento espiritual.
Alberto nos brinda este libro, en prosa sencilla y clara, pero con un toque poético inspirado en su sensibilidad para con la naturaleza y también con el arte. Goza de la contemplación y también de la meditación, para lo cual la montaña ofrece excelentes oportunidades.
Describe distintas sensaciones: sorpresa, regocijo, compañerismo. También todo aquello que hace que cada ascensión sea especial y única, cuando relata sus "cumbres emotivas".
Alberto se siente parte de la montaña y ello le permite valorizar y describir los diversos aspectos de la misma y las actividades que se desarrollan en ella. Y así descubre para los lectores los secretos de hierbas y flores, fauna y bosque, arroyos, cascadas, nubes, viento, amaneceres y atardeceres, noches de luna o temporales. Como también cada sendero, piedra, nieve, hielo, paredes, que nos acercan a tales maravillas.
Descubrimos cómo goza de una sencilla caminata por un valle, del esfuerzo por lograr una meta, aunque el intento resulte fallido, o de la alegría de alcanzar un filo o una cumbre.
Puede estar sólo y ser feliz en ese ambiente, pero también, la mayoría de las veces, con su familia o sus compañeros de excursión formando parte de ese entorno. Y así retrata a muchos de los que tuvieron o tenemos la suerte de gozar de su amistad. Finalmente le agrega una cuidada selección de fotografías y una adecuada inserción y relación con los textos.
A mi amigo Alberto, gracias por haber dado nacimiento y guiado el crecimiento del Club Andino Junín de los Andes, y a través de ello ayudar a todos los que amamos la montaña, a conocerla de un modo más fácil y organizado. Gracias por dejar testimonio de quienes fundaron el club y de los que supieron conducirnos a las hermosas experiencias montañeras y cosechar nuevos amigos. Gracias por hacernos volver a los intensos momentos vividos en la montaña.
Al leer las recopilaciones de este ya consolidado libro, volvieron los recuerdos de aquellos momentos que fueron parte de mi niñez y adolescencia. Algunos con el sabor de haber participado personalmente y otros por haberlos vivido en forma de audiovisuales, charlas, fotografías y reuniones, que siempre ocurrían luego de las ascensiones u otras actividades relacionadas.
En la mente podemos comprimir el tiempo en tal forma que en un solo minuto podernos repasar recuerdos de días, y hasta años; es a partir de este pensamiento, que me quedo admirado ante el manejo del tiempo real que tuvo mi padre para realizar todas estas actividades sin haber dejado de ser padre, un excelente profesional y además llevar adelante una institución como el Club Andino, a la cual llevó a sus mejores épocas.
Espero que los lectores puedan percibir a través de sus relatos, la pasión que él puso en todo lo que realizó, y sobre todo contagiarse de cómo un deporte como el andinismo, que puede resultar tan individual, puede transmitirse, compartirse, enseñarse a toda una sociedad.
Mi más sincero orgullo y admiración ante este nuevo proyecto.
Han transcurrido 28 años desde la creación del C.A.J.A., motivo más que suficiente para contar su historia. Al principio pensé en hacerlo solamente con una narración objetiva, detallada y formal de los sucesos. Después me di cuenta que coincidía con el desarrollo de una etapa de vida. Entonces esta historia va a tener, además, un hondo contenido emocional.
Estar en la montaña me brindó momentos muy felices. Pude hacer esta actividad con mi familia y lo sigo haciendo, dio a mi organismo a mi espíritu un estado saludable. Caminé por las montañas con todos los climas. Realicé mágicas ascensiones con luna llena, presencié amaneceres y atardeceres inolvidables. Transité por el bosque, la nieve el hielo y la roca. Hice ascensiones de todo tipo, escalé paredes, esquié, disfruté de las flores y de los pájaros.
Pero sobre todo, conocí personas maravillosas. Y gracias a ellas, se fundó y se llevó adelante esta Institución. Hemos restado muchas horas de nuestro tiempo para reunimos, hacer proyectos y luego llevarlos cabo, construimos refugios, puentes, hicimos cursos, salidas a la montaña, expediciones, creamos una sede social, programas radiales, boletines. y tantas cosas más. Hoy, que puedo ver el largo camino recorrido, estoy asombrado por la cantidad de personas de gran voluntad que hicieron posible el Club Andino Junín de los Andes, C.A.J.A.
Estoy dichoso de haber llegado a Junín de los Andes, aquel primero de mayo de 1979.
Cuando me radiqué en el Sur, me di cuenta que podía llevar a cabo un viejo sueño: subir montañas. Así, lo primero que hice fue preguntar si existía un club de montaña. No había, en sentido formal, pero me nombraron algunas personas que salían acompañando a iniciados a cerros de la zona: Vidal Pérez, José Lucas Echegaray y María Esther Álvarez (Beba). Ellos me podrían aconsejar.
Di con Beba, y me enteré que en la Asociación Mutual estaban por formar una subcomisión de esquí y andinismo. Un entusiasta de la montaña y viejo amigo de Junín de los Andes, Abel Balda, había conseguido varios equipos de esquí y los había traído a la Mutual. Luego de un par de reuniones, se formó el Club Andino Junín de los Andes, el 22 de mayo de 1979, siendo su primer presidente, José Retamal,
El primer proyecto, dada la cercanía de la temporada invernal, fue hacer un curso de esquí alpino en Chapelco. Por varios inconvenientes, los cursos se iban a materializar recién después de varios años, pero se comenzó inmediatamente con la actividad de montaña.
Durante las primeras reuniones, se eligió el logotipo del Club. Beba trajo un dibujo con la cara de un chico sonriente, sosteniendo una flor en los labios, con un gorrito de lana, que permitía asomar un mechón de pelo en su frente, dónde también se podía ver alguna gota de sudor. El rostro está enmarcado por dos suelas de botas de montaña y permitía pensar que el personaje estaba seguramente cansado, pero feliz. También se eligió el color que identificaría al Club y hubo coincidencia en el color amarillo, el tono del amancay, la flor que encontrábamos durante el verano en nuestras excursiones por la cordillera.
El 15 de julio de 1984 se llevó a cabo una reunión muy importante con el objetivo de darle una estructura más formal al Club, con Personería jurídica propia. Así surgió entonces una nueva Comisión Directiva y la presidencia recayó en Beba. Se elaboraron los Estatutos y se hicieron los trámites necesarios, obteniendo la Personería Jurídica N° 77/ 85.
La intención de los fundadores era formar un club de montaña donde estén contempladas todas las actividades relacionadas: montañismo, escalada en roca e hielo, esquí de fondo y de travesía, cursos, proyección de audiovisuales, conferencias, una biblioteca especializada, asesoramiento a montañistas, etc. El esquí alpino no estaba mencionado, aunque caía en la generalidad de "otras actividades de montaña". El propósito era que no nos ocurriera, como a otros clubes, que comenzaron como clubes de montaña pero con el tiempo se dedicaron solamente al esquí alpino. El riesgo todavía existe.
Luego de José Retamal, Beba fue la siguiente presidente, más tarde me tocó a mí, y por último Eduardo Greco. Simón Lewis ha sido vicepresidente y Héctor Dovllansky lo es en la actualidad. El puesto de secretario fue ocupado por María Cristina Barres y luego por María Sarmiento. Tesoreros: Eduardo Ramis, Conrado Verberck y Antonio Núñez. Protesoreros: Roberto Fernández, Vicente Kunysz y Jorge Peressoni,
Han sido vocales en diferentes períodos: Walter Mersing, Martín Esteves, Mirta Guembe, Horacio Bontempo, Graciela Castro, Pablo Núñez. Jorge Pagliaro, Obdulio Monsalvo, Gabriel Portucé, Jorge Meló, Guillermo Cordido, Nahuel Alonso, Felisa Enriquez, Teresa Torres Ruiz, Daniel Carletti, y Osvaldo Martínez.
Algunos de los mencionados estuvieron en distintos puestos de la comisión directiva, siendo los últimos datos disponibles los de la Asamblea de Junio de 1998.
El autor nació en Rosario, en 1948, vivió en Buenos Aires hasta los 30 años, trasladándose luego al sur. Residió 18 años en Junín de los Andes y actualmente en San Martín de los Andes. A los 23 años se recibe de Odontólogo, y a su pasión por la Ortodoncia, se suma la de las montañas que se fue acrecentando en forma incontenible a partir de su traslado al pie de la Cordillera.
Es justamente en Junín de los Andes, donde tiene la oportunidad de unirse a otras personas con un propósito en común: formar una institución que reúna a los amantes de la montaña. El relato del libro comienza en 1979, cuando el 22 de mayo, se funda el Club Andino Junín de los Andes.
Prólogo Introducción Fundación Sede Social Refugios El esquí de fondo El esquí alpino Actividades de Montaña Accidentes en el Lanín Cumbres emotivas Palabras finales Apéndice: La cumbre por Graciela Castro | 1 11 13 15 19 29 41 45 49 57 81 83 |
Mail: info@culturademontania.org.ar
WhatsApp: +54 11 3060-2226
Instagram: @ccam_arg
www.facebook.com/ccamontania
Contáctate y comenzá
la aventura de integrarte
a la red cultural