El primer acercamiento al montañismo lo hice apenas pasada la adolescencia. Luego vinieron muchos años de muchas salidas a la montaña con amigos. Siempre con amigos.
Así, algunas cuestiones personales, y la habitual excusa del trabajo, me tuvieron durante un tiempo con las botas guardadas en un armario.
Pero bastó solamente el llamado de uno de esos amigos para nuevamente querer estar ahí. En la montaña. Pateando piedras como decimos algunos.
Con Maxi Brajer decidimos entonces que el fin de semana de carnaval, sería una buena opción.
En esta oportunidad, el reencuentro iba a ser con un paisaje muy conocido. Muchas veces visitado. Seguramente, el que más he visitado y lo que considero en parte mi lugar en el mundo, Vallecitos.
Siempre tuve la idea de que Vallecitos es para los montañistas argentinos una especia de parque de diversiones natural. Es increíble la cantidad de cosas que uno puede hacer en un solo lugar, claro que me sorprendí de encontrar un panorama excesivamente poblado.
Mis recuerdos llegaban hasta algunas carpas en alguno de los campamentos de altura. Nunca más de veinte. En esta oportunidad, solamente en el campamento El Salto llegamos a contar unas cincuenta. Nunca había visto seis carpas juntas en La Canchita y aún gente que todavía subía.
El sábado a las 5.00 AM salimos de mi Pergamino natal y luego de recorrer parte de la Ruta 8, la 33, la 7, la 40 y de hacer una parada en el supermercado para abastecernos, a las 16.00 llegamos a lo que sería nuestra “base de operaciones”, el refugio San Bernardo, ubicado a unos 2800 msnm.
El refugio no era la excepción a lo que ocurría en el resto de la montaña y también estaba bastante ocupado. Había gente de Bélgica, Francia, Brasil, Italia y obviamente otros paisanos argentinos. Hasta un grupo de geofísicos alemanes que hacía un par de meses estaban haciendo estudios sobre los glaciares. Más precisamente sobre los de Morenas Coloradas y en la morena que se encuentra entre el cerro San Bernardo y el Stepanek. Justamente allí es donde vimos unas marcas en las piedras que, con GPS y fotos aéreas, están georreferenciando los glaciares.
Hace ya unos años que la zona del Cordón del Plata es Parque Provincial y es obligatoria la registración en el puesto del guarda parques que está ubicado en lo que supo ser el refugio San Antonio.
Además de lo que significa la presencia de guarda parques para el cuidado del medioambiente, es importante tener en cuenta que de a poco van incluyendo obligaciones para los visitantes, sobre todo en lo referente a residuos y las deposiciones. Algo sumamente necesario teniendo en cuenta que Vallecitos va en camino a la masificación como otras montañas, entre ellas el vecino Aconcagua.
Nuestro plan, era subir el Adolfo Calle desde los refugios y encadenar la cumbre de su hermano Stepanek.
El día domingo, luego de un gran desayuno, emprendimos una jornada de aclimatación.
Salimos del refugio a las 9.00 AM y si bien la noche había mostrado un cielo increíble en el cual se podía observar la Vía Láctea a simple vista, a poco de comenzar la subida empezamos a ver las nubecitas que habitualmente suben desde el valle.
En poco menos de media hora y antes que llegásemos a nuestra primera parada para hidratar y descansar, el cielo ya estaba completamente cubierto, lo que hacía que, sumado a una pequeña pero constante brisa, el día estuviera un poco frío.
En ningún momento de la jornada nos sacamos los guantes de primera piel.
Las Veguitas (3200 msnm) era la primera parada rumbo al campamento de Piedra Grande (3550 msnm), donde haríamos un picnic.
Al final de esta aventura pude comprobar que a pesar de no estar en la mejor forma física, sin dudas esta era una de las veces que mejor me sentí en la montaña, desde lo fisiológico. En el viaje de vuelta, pensando que es lo que podía haber sido el motivo, me di cuenta que el único cambio había sido la incorporación de una bolsa de hidratación, Obvio, me dije a mi mismo, muy probablemente el hecho de estar permanentemente dando de a pequeños sorbos de agua, los que solamente en los momentos de caminata llegaron a ser entre 5 y 6 litros, más lo que consumía en el refugio, tiene que haber dado sus frutos.
Claro que tenía que ver la cara de Maxi cada vez que le pedía parar a orinar no más de entre 10 y 15 minutos.
Luego del almuerzo, en vez de volver por la senda por la que habíamos subido, decidimos cortar por la morena e ir hacia el pie del Adolfo Calle-Stepanek.
No se veía absolutamente nada, pero con la confianza que da estar en un lugar ampliamente conocido fuimos hacia ese lugar. Más allá de eso, con la poca visibilidad, le erramos por bastante y salimos más cerca de las Veguitas Superior, aunque nos sirvió para recorrer el camino que al otro día seguiríamos rumbo a la cumbre.
No obstante, nos sirvió para pasar, ver y recordar la piedra sobre la que alguna vez vivaqueamos con Christian Krampus o el lugar exacto dónde alguna vez una tormenta nos destrozó la carpa en un intento invernal al Adolfo Calle con mi viejo compañero de cordada José Navailles.Claro que, visto en verano y sin la neblina del día posterior, era más que obvio que una tormenta nos destrozara la carpa por el lugar elegido.
Ya de regreso en el refugio, picada de por medio, siempre es un buen momento para confraternizar con los que allí están, intercambiando experiencias, anécdotas y siempre aprendiendo algo de alguien. Principalmente de Sandra, la dueña del refugio y esposa de Michel, o de su hermano y cocinero Luis.
Luego de unos ñoquis con crema, panceta y cebollas de verdeo, nos fuimos a dormir, con la alarma puesta a las 6.00 AM.
El sol en esa época del año se pone tras el cerro Rincón y Vallecitos cerca de las 21.00 hs. y aún queda algo de luz natural pasadas las 21.30 hs.
Con lo cual decidimos no salir tan temprano y tomarnos la jornada a un ritmo tranquilo para disfrutar y garantizar el plan que teníamos.
Luego del desayuno, a las 8.00 hs. empezamos a caminar. Una hora más tarde ya estábamos al pie del acarreo del Adolfo Calle-Stepanek.
La subida se hace por la izquierda de ese acarreo, asegurándonos que un promontorio grande que se encuentra arriba, nos quede a la derecha durante el ascenso.
El camino está muy marcado y a la vista, cosa que no impidió que en algún momento del pasado haya encarado por “la bajada”, asegurando que eso convierte a la montaña en dos cerros completamente distintos, siendo este caso un verdadero rompedero de piernas y cabeza.
El ritmo sin prisa, pero sin pausa hizo que en no más de otra hora y media ya hubiéramos superado el cambio de pendiente que se da a los 3900 msnm y que nos adentra en el collado Adolfo Calle-Stepanek.
A lo poco de transitar, vemos a nuestra derecha la cubre del Falso Stepanek, en un camino que paulatinamente sigue ganando altura pero mucho más descansado.
Es habitual encontrar algo de agua del deshielo en forma de pequeño arroyo en ese lugar.
Para encarar el último tramo hacia la cumbre del Adolfo Calle, se debe ir hasta bien al fondo de ese valle-collado, hasta un lugar donde un pequeño mogote de piedras y una subida un poco màs abrupta del camino recientemente andado, nos da la bienvenida al campamente La Canchita (uno de los campamentos base del cerro Rincón).
Para ese entonces, ya habremos pasado y dejado levemente atrás la cumbre del propio Adolfo Calle a nuestra izquierda, viendo inclusive lo que puede ser una de sus bajadas por el acarreo casi vertical que baja de la misma.
Debemos pasarnos de la cumbre porque el camino más apropiado (o fácil), es una senda que en forma de travesía en diagonal sube desde La Canchita hasta la cumbre.
No es un camino complicado ni técnico, salvo alguna zona un poco desprovista de piedras bien cerca de la cumbre. El único desafío es la propia altura y el cansancio acumulado que podemos llegar a tener.
Apenas pasado el mediodía, nos encontró en la cumbre a 4250 msnm.
A diferencia del día anterior, estábamos en la cumbre sin viento, sin nubes, sin frío y sin guantes, ya que antes de las Veguitas los habíamos guardado en la mochila.
Luego de las fotos de rigor, revisar los testimonios de cumbre que allí dejan, contemplar el paisaje y por qué no algún momento de reflexión personal por alguna experiencia vivida, decidimos emprender la bajada a fin de cumplir con el plan.
A diferencia de si uno sólo pretende llegar a la cumbre del Adolfo Calle, con lo cual es recomendable bajar por el acarreo casi vertical mencionado anteriormente, para encadenar el Stepanek, uno debe desandar el camino de subida casi por exactamente el mismo lugar.
Esto, hará que perdamos la menor cantidad de desnivel, ya que el sendero para la subida final del Stepanek sale de exactamente el mismo lugar que donde subimos “al Adolfo” pero para la derecha.
Es altamente aconsejable hacerlo en ese orden para quienes quieran encadenarlos, porque más allá de la diferencia de altura (menor el Stepanek), cuando uno vuelve de la cumbre del Adolfo, con la motivación de haber llegado, más el “descanso” de la bajada, la arremetida final hacia la cumbre de su hermano es verdaderamente sencilla.
A diferencia del Adolfo Calle, en los últimos metros hacia la cumbre del Stepanek, se pone un poco más técnico y debe hacerse con cuidado.
Uno llega a la parte “de atrás” del promontorio cumbrero y debe rodearse el mismo pasando por una zona de piedras muy grandes (algunas del tamaño de un Fitito grande), con los espacio y riesgos también muy grandes que hay entre las mismas.
Algo así como a las 14.00 hs estábamos finalmente en su cumbre a 4180 msnm. La vista desde allí es completamente distinta.
Desde el Adolfo Calle uno puede ver el campamento de Piedra Grande y El Salto, el camino del infiernillo, la cumbre del Franke, Lomas Amarillas, Vallecitos, Rincón, Plata y la travesía que va desde el filo Lomas Amarillas-Plata al collado Plata-Vallecitos.
En cambio, desde el Stepanek la vista se abre hacia el norte y nor-oeste, pudiendo ver perfectamente la cumbre del San Bernardo, Mausy, Colorado y Algo del Agustín Alvarez.
La cumbre de una montaña es el punto exacto donde uno planea la próxima cumbre y esta no fue la excepción.
Si para la subida habíamos decidido hacerlo a un ritmo tranquilo, la bajada lo hicimos aún más. Principalmente para disfrutar, ver y reconocer cada rincón de la montaña en un día increíble y sabiendo que por un tiempo probablemente no subiremos mucho más que las escaleras del subte.
Luego de recorrer en sentido inverso todo el collado Adolfo Calle-Stepanek, llegamos al mismo promontorio de piedras próximo al cambio de pendiente que para la bajada debemos tomarlo por exactamente el lado contrario. Si bien es a nuestra izquierda en el sentido de la marcha, visto desde abajo sería a la derecha.
Quienes lo han hecho, seguramente recuerdan lo divertido que es bajar este acarreo en el cual en muy pocos minutos hacemos lo que a la subida nos puede haber tomado una hora o más.
Es un festival de piedras sueltas que con un poco de experiencia puede bajarse “esquiando” o casi corriendo. Claro que habiendo tanta piedra suelta hay que tomar algunas medidas de seguridad como dejar la suficiente distancia entre los compañeros de cordada.
Cuando finalmente llegamos a nuestro lugar de partida, sin mirarlo apagué el cronometro en el momento exacto que marcaba 9 horas, 59 minutos y 59 segundos.
Tenía ganas de ver alguna información extra, ayudado por la cantidad de aplicaciones y accesorios que ahora disponemos para estas aventuras.
El monitor cardíaco marcaba un muy buen promedio de pulsaciones por minuto y el llamativo consumo de 9798 kilocalorías durante la marcha y 1272 gramos de pérdida de peso entre agua y grasa. Daría para ver si es así.
Al refugio, pasada la media tarde fuimos llegando los que “veníamos de arriba” y nos encontramos con algunos que en esa misma jornada habían logrado la cumbre del Plata, este coloso de 6.000 (¿¿!!), como aclimatación para el Aconcagua.
A la mañana siguiente, ya martes de carnaval, bien temprano emprendimos el camino de regreso recordando y repasando lo vivido y obviamente planificando las próximas salidas.
A las 22.00 hs ya estaba en Tigre con mi familia.
La montaña tiene para mí ese no sé qué indescriptible Es el lugar donde siento que al mismo tiempo de viajar por paisajes increíbles, viajo hacia dentro de mí mismo.Son muchas horas de reflexión cuasi solitaria más allá de siempre estar acompañado de muy buenos amigos.
La cumbre, hermosa y deseada, me ha parecido siempre también un accesorio. Lo más emocionante, sin dudas ha sido el camino.
El camino y la compañía. Los amigos.
Una vez más, como en la parábola del hijo pródigo, volví después de mucho tiempo a casa.
Se encuentra ubicado en el Parque provincial Cordón del Plata, próximo a la ciudad de Mendoza, su altura es de 4296 metros y está ubicado Latitud -32° 58' 22.4" y Longitud -69° 23' 59.6", su piramidal forma, al este del cerro Rincón, destaca durante casi todo el trayecto a través de la quebrada Vallecitos. Esta zona montañosa, escuela de los andinistas mendocinos durante décadas, posee montañas que bordean los 6000 metros como El Plata; clásicos “cincomiles” como el Rincón, Vallecitos y Lomas Amarillas; y una serie de “cuatromiles” entre los que se cuenta el Franke, Stepanek, San Bernardo y el Adolfo Calle. Este abanico de cumbres permite encontrar muy distintas rutas en cuanto a altura y dificultad, habiendo vías muy simples y otras que requieren una alta capacidad técnica.
Su nombre hace referencia a un destacado periodista nacido el 9 de julio de 1854, fundador del diario Los Andes y férreo defensor de la libertad de prensa en tiempos de mucha agitación política. Trabajó incansablemente por el desarrollo de la ciudad de Mendoza, la que lo recuerda con diversas estatuas, plazas y nombres de calles, falleció el 6 de enero de 1918 en Buenos Aires, después de una larga enfermedad. Su vía normal, abierta en 1943 por Lucien Hanicq y José y Manolo Vela, transcurre sin mucha dificultad por la ladera este de la montaña, la primera ascensión de la cara sur fue realizada por Miguel Lito Sánchez y Alfredo Vargas en 1982.
Desde Mendoza tomar la ruta 7 que va hacia Chile (paso internacional Cristo Redentor). Transcurridos 63km desde de esta ciudad se llega a la localidad Potrerillos. En este punto, tomar un camino secundario que se interna hacia el suroeste bordeando el río Blanco en dirección a la ciudad de Tupungato (ruta 89, pavimentada). A 7½km desde el desvío se alcanza la bifurcación hacia el centro de esquí de Vallecitos, hasta donde hay que dirigirse (20km desde Potrerillos).
El camino es asfaltado hasta 10km antes del centro de esquí, desde donde comienza un enripiado recto en subida que poco a poco se transforma en un importante número de caracoles. La pendiente permite el ascenso con cualquier tipo de vehículo debiéndose realizar con precaución hasta alcanzar el lugar denominado Esquí Club donde es posible estacionar. En algunas circunstancias es posible continuar con los vehículos hasta el refugio del Club Mendoza de Regatas, pero no es habitual que el camino esté en condiciones de ser transitado.
Fuentes: www.andeshandbook.org
Ley Provincial: 8.308/11
Superficie: 175.500 Ha
Altura Máxima: 5.968 msnm (Cerro Plata)
Ubicación: Entre Luján de Cuyo y Tupungato
Avenida Los Plátanos s/n, Parque General San Martín, Ciudad de Mendoza
En el departamento de Área Técnica de Parques y Reservas Provinciales
Telefono: +54 0261 4200173
e-mail: cordondelplata@mendoza.gov.ar
Frecuencia VHF: 143.000 mhz
Frecuencia guardaparques: 142.800 mhz
Telefono guardaparque: +54 0261 153825660
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