La cumbre principal del Chañi es una meta codiciada por todos. Pero todavía inalcanzable para muchos.
Aquí recordamos las ascensiones más importantes, con los aportes de cada una de ellas.
Y la mas reciente integrada por Christian Vitry y Emilio González Turu, Que llego a lo mas alto en febrero de este año.
Nevado del Chañi. Cordillera Salto-Jujeña. Seis mil doscientos metros de altura. La historia de sus primeras ascensiones ya es apasionante. Tomando como fuente el trabajo de Eric Von Rosen "Un mundo que se va", la primera conquista fue realizada por la expedición sueca de 190, que dirigió Erland Nordenskjöld. Partiendo desde Moreno con un baqueano indio y dos peones, habrían alcanzado la cumbre Eric Von Rosen, Robert E. Fríes y A. Von Hofsten entre el 8 y el 9 de noviembre de aquel año. Sin embargo, Federico Reichert, que realizó la segunda ascensión en 1904, siempre por el flanco norte, encontró un testimonio sólo con los nombres de Rosen y Nordenskjöld y considera que el año de la primera ascensión fue 1901.
Una expedición integrada por Pablo García, Dorval Ortiz, Luis P. Madeo y José Fadel ingresó por la quebrada del Toro intentandouna nueva ruta en octubre de 1951. En su libro "Mi amiga la montaña", Fadel relata la conquista de la cumbre sur y su desengaño al observar que "al frente nuestro, había una cumbre más alta y más blanca: la cumbre norte, la cumbre principal del Chañi". Dos años más tarde, Francisco Ibáñez y Fernando Grajales lograron la primera ascensión por el filo sudeste, alcanzando una cumbre secundaria a la que estimaron en 5.850 metros, y que desde entonces lleva el nombre de "Cumbre Ibáñez".
En septiembre de 1965, nuevamente accediendo por el norte pero desistiendo de la ruta tradicional de ascenso por el largo filo cumbrero, realizan una nueva variante Augusto Menguelle, Cesarino Fava y Felipe Frassón. Lejano y hermoso, el intrincado conjunto de cumbres de todo el macizo del Chañi seguía sin ser considerado como objetivo técnicamente difícil. Quedaba aún por explorar su vertiente sur, saber qué secretos encerraban sus paredes escondidas del sol.
A partir de la primera ascensión de la cumbre del Chañi Sur, de 6.000 metros de altura, orientada de Este a Oeste y enfrentada con la faz sur del nevado, creció mi interés por explorarla. Gracias a aquella expedición de 1978 integrada por Francisco Solana, Néstor Flores, Issac Santos y Pacífico Gutiérrez, pude ver algunas fotografías de la magnífica pared en la que se destacaba nítidamente un canalón central de hielo que parecía la vía directa a la cumbre. En mayo de 1978 llevé a cabo una expedición de reconocimiento y un frustrado intento a causa de las inestables placas de hielo de la primera cascada. Posteriormente, a raíz de la muerte de Edgardo Porcellana durante la V Expedición Argentina al Himalaya, exactamente a la arista este del Manaslú, el Club Andino Jujuy decidió darle el nombre de "Porche" a esa cumbre sur ascendida en 1978. Yo agregaba entonces, junto a Oscar de Pietro, otro motivo a mi deseo de regresar al nevado: rendir homenaje a E. Porcellana escalando el flanco sur.
En abril de 1981 volví al Chañi y nuevamente la vía directa elegida nos rechazó con sus capas de hielo vidrio de 60° de inclinación, en extremo inseguras y frágiles. Buscamos un canalón más a la derecha y alcanzamos el filo. Á uno de sus puntos culminantes y ciertamente decepcionados, dimos el nombre de "Punta Confusión", al comprobar que la verdadera cara de la pared sur estaba frente a nuestros ojos. A dos días de nuestro regreso, hicimos el esfuerzo final: descendimos a la base, dimos la vuelta al filo de Punta Confusión y vivaqueamos al pie de la pared sur para intentarla a primera hora.
Por un ancho canalón nevado de la derecha, de unos 800 metros de desnivel, salimos al filo sudeste y alcanzamos, creo yo, la Cumbre Ibáñez. De allí bajamos un clavo marca Himal como testimonio y dejamos un clavo Cassin pintado de color naranja. Elevé a consideración del Club Andino Jujuy los nombres con que habíamos designado a las lagunas vistas en nuestras dos incursiones, pero expediciones posteriores parecen haberlos impuesto al utilizarlos en sus informes. Habíamos sido los primeros en subir por la cara sur pero no habíamos resuelto su vía directa. Quedaban planteadas esa y nuevas variantes con que la imponente pared de hielo y roca desafiaba a otros escaladores con imaginación.
Jorge Tarditti, en magnífica escalada solitaria, alcanzó la cumbre del Chañi el 10 de agosto de 1985, superando un couloir (canaleta) de algo más de 1.000 metros de desnivel que culmina entre las cumbres centrales y principal. Y, más recientemente, Cristian Vitry y Emilio González Turú, del Club Amigos de la Montaña de Salta, realizaron el 10 de febrero de 1989 una travesía sin precedentes partiendo de El Moreno. Fueron los primeros en recorrer los 70 kilómetros que de aquélla distan a León, y los primeros en resolver una ruta de ascenso que desemboca en forma directa a la mayor de las cumbres del nevado.
Las impresiones de Vitry, que transcribo a continuación, hablan de esta hermosa escalada y aportan más claridad sobre el comportamiento de la faz sur del macizo.
Jueves 9 de febrero. "La noche —dice Vitry— mostró el cielo despejado y a la mañana la limpieza de la bóveda celeste era alentadora. A las 7:30 nos pusimos en marcha bordeando el nevé inicial hasta un roquedal en la parte superior, donde nos equipamos y encordamos para iniciar la escalada.
La canaleta se inicia con una inclinación de 45° y la nieve es muy variada: dura, blanda, acartonada y hasta hielo en algunas partes. Luego de ocho largos de cuerda, llegamos al 'codo' de la canaleta, que deja su orientación hacia el oeste para apuntar casi verticalmente a la cumbre principal, donde termina. Aquí la pared nos reservaba una inesperada sorpresa. Una cascada de hielo de unos 10 metros de altura y unos 60° de inclinación. Prudentemente comenzamos a escalar en 12 puntas y piolet tracción. Al llegar a la segunda mitad (70 y 80 grados) coloqué un clavo de seguridad y realicé una travesía hacia la derecha hasta una roca donde aseguré a Emilio. Las condiciones de este tramo son malas, ya que la roca presenta verglass (hielo cristal). A partir de aquí, gracias a la nieve compactada y el hielo de buena calidad, avanzamos 300 metros más sin hallar ninguna dificultad hasta alcanzar, finalmente, la base de la primera 'cascada'".
De acuerdo con lo convenido, nos tiramos hacia un espolón rocoso de la izquierda, ya que carecíamos del equipo de escalada necesario. Nos quitamos los grampones y seguimos la ascensión hasta que en la mitad del espolón y sobre angostas repisas, nos topamos con una gran roca, de un lado extraplomada y del otro lisa y vertical. Después de frustrados intentos por superar el tramo tan difícil, Emilio me alentó a pensar fríamente y no desistir. La única posibilidad era superar una angosta cascada de 80° de inclinación y unos 10 metros de altura ubicada a nuestra izquierda. En la primera parte tallé unos cuantos peldaños y ascendí con suma dificultad unos cuantos metros hasta tropezar con una roca redondeada que dividía la cascada en dos y la hacía aun más expuesta. Tomé por la derecha, rompí el verglass y el hielo del borde rocoso en busca de alguna presa con todo éxito. Más arriba no pude repetir la operación, ya que la roca no ofrecía ningún borde. Clavé entonces la piqueta lo más alto posible para asegurarme y aplicando una técnica poco ortodoxa en este terreno mixto y en base a fuerza de brazos, superé la cascada, que en su parte final perdía verticalidad. Salí a un lugar seguro y allí esperé a Emilio. Sin duda, este fue el paso clave y el más difícil.
Los siguientes no presentaron grandes dificultades, avanzando sobre un terreno mixto. Cuando arribamos a la parte superior del espolón pudimos observar a nuestra derecha y hacia abajo la cascada que habíamos superado. A las tres del canalón principal habíamos tratado de evitarlas ascendiendo por los filos laterales. Estábamos ahora a 200 metros de la cumbre cuando la oscuridad tiñó de sombras todo el ambiente. Sobre una pequeña repisa, sentados, pasamos la fría noche sin luna y, gracias a Dios, sin tormenta, lo que habría resultado fatal. No dormimos para evitar el congelamiento de algún miembro y regularmente nos dábamos masajes en las piernas para mantener el calor. Los dedos de los pies, a pesar de estar insensibles, los teníamos en constante movimiento. La noche resultó muy larga y penosa, pero llegó el día y el sol, que calentó nuestros cuerpos. A las 9 nos pusimos en marcha y tomando la canaleta por la derecha y sin ninguna dificultad, ascendimos unos cinco largos de cuerda hasta que Emilio salió la parte superior de la pared, a escasos metros de la cumbre principal. Sobre el filo, el hielo se dispone en capas horizontales con aleros y cruzadas perpendicularmente por agudas estalactitas cristalinas. Nos abrazamos y lloramos como niños. Nuestra emoción era inmensa e indescriptible. Nos desencordamos y lentamente fuimos hacia el Este en busca de la cumbre principal, que se encontraba a escasos 20 mts. Era un mediodía límpido.
Este lejano y hermoso bastión jujeño - Salteño parece ceder. Sin embargo, sigue siendo uno de los grandes objetivos de nuestra cordillera, y quienes hemos andado en sus dominios damos fe de ello.
- Mi Amiga la Montaña de Jose Fadel
- Nevado del Chañi de Emilio González Turu y Christian Vitry
- Revista "Weekend", N°202, 1989
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